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Erythrinacristagalli es un cuento de la colección cuentos infantiles de nuestra escritora Raquel Eugenia Roldán de la Fuente sugerido para niños a partir de ocho años.

Erythrinacristagalli era una niña preciosa, como todas las de preescolar. Estaba muy orgullosa de su nombre, sus papás y sus abuelitos le habían explicado que es el nombre de una flor que crece en lugares muy lejanos, allá en la América del sur.

Le habían dicho que la Erythrinacristagalli es una flor muy bella, y le habían conseguido fotografías y dibujos de la flor para adornar su recámara. Y su abuelito, que fue quien escogió el nombre para ella, le decía muchas veces que era un nombre muy especial, ¡el nombre de una triunfadora!, y que nunca iba a encontrar a nadie que se llamara igual que ella.

En la escuela, sus compañeros no estaban de acuerdo:

–Es un nombre muy largo –decían unos.

–Es muy difícil de aprender –decían otros.

–¡Tiene muchísimas letras! –exclamaban casi todos.

–Es muy difícil de escribir –era la conclusión de todos.

La maestra sugirió que le dijeran sólo Ery, para que no se les hiciera tan difícil; así le decían todos sus compañeros y ella estaba conforme.

Erythrinacristagalli fue la primera de su grupo en escribir su nombre, los demás siempre se equivocaban: Javier escribía Jabier; Diana escribía Dana; Héctor ponía Éctor. Pero Erythrinacristagalli puso empeño en aprender a escribir bien su nombre tan bonito, y fue la primera que lo consiguió. Un día, llegó al salón un personaje muy extraño, un enano feísimo y muy enojón.

Les dijo que su trabajo era ir de escuela en escuela, de grupo en grupo, metiendo a los niños a los cuentos según el número de las letras de sus nombres. Y se puso a asignar a cada niño un personaje de cuento. Rosa se fue con el hada, porque su nombre tenía, igual que “hada”, cuatro letras.

Luis y René se fueron con el ogro. Antes de darse cuenta, los niños desaparecían en las páginas del enorme libro de cuentos que llevaba el mago. Diana y Laura formaron parte del séquito de la reina, porque tenían cinco letras como “reina”. Jorge y Mario se hicieron aprendices de brujo.

Arturo y Carmen fueron a la cámara del dragón, que les daba muchísimo miedo. Enrique, Daniela y Roberto se convirtieron en duendes. Para representar al príncipe y la princesa, el mago encontró a Verónica y Fernando, mientras que Margarita fue a personificar a la hechicera y Adalberto a su marido, el hechicero.

Cuando llegó con Erythrinacristagalli, la niña puso cara de asombro, seguramente no iba a haber ningún personaje cuyo nombre tuviera veinte letras, ¡imposible! Pero el mago, luego de contarlas, se puso a brincar feliz; desapareció por unos momentos en una nube de estrellas blancas y doradas, y cuando se dispersó el polvo de estrellas quedó un anciano de aspecto bonachón, que les contó su historia.

Una bruja lo había encantado, desterrándolo de su casa y convirtiéndolo en enano feo y enojón que debería a su vez encantar a todos los niños, haciéndolos desaparecer en los cuentos, hasta encontrar a alguien con el mismo número de letras que su nombre: Magodecuentosysueños, lo cual era imposible. Pero si acaso lo encontraba, se rompería el hechizo, todos los niños que habían sido capturados quedarían libres y él podría otorgar a ese niño lo que quisiera.

Erythrinacristagalli pidió dos cosas: ser buena amiga de todos y ser buena estudiante. El mago le dio además, en señal de gratitud, una bonita flor roja, una Erythrina cristagalli o flor de ceibo.

Fin

Erythrinacristagalli es un cuento de la colección cuentos infantiles de nuestra escritora Raquel Eugenia Roldán de la Fuente sugerido para niños a partir de ocho años.

velocilector.blogspot.mx twitter: @velocilector

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