Saltar al contenido

Emiliana desesperada. Cuentos educativos. Cuentos breves infantiles. Cuentos para pensar. Literatura.

 

En una hermosa ciudad del desierto vivía Emiliana, una perrita chihuahua de las que hacen mucho ruido, pero que son muy cariñosas también.

A ella le gustaba mucho jugar con los niños de la casa donde vivía, pero se sentía sola porque casi todo el día los niños asistían a la escuela por la mañana y al clases de arte por la tarde, así que hizo un plan para salir de la casa, acompañar a los niños y desde luego conocer el mundo.

A la mañana siguiente espero a que abrieran la puerta, se escurrió y salió de la casa sin que alguien lo notara.

Una vez fuera de la casa se escondió detrás de una maceta y cuando salieron los niños hacia la escuela fue tras de ellos, pero subieron al auto con papá y se fueron muy rápido, ella corrió y corrió, pero no los alcanzó, así que mejor caminó y se dedicó a observar las casas, tiendas, autos y calles, cuando uno de los autos mas grandes la asustó ya que le paso muy cerca, y cuando se hizo a un lado otro auto mas veloz <zumm> casi la atropella, Emiliana empezó a correr y fue una «pitadera» de autos por todos lados.

Cuando al fin alcanzó la acera, unos perros se reían tanto que casi se ahogan, luego que tomaron un respiro, el mas grande le comentó que se salvó de puro milagro, que debe de tener mucho cuidado y no cruzar las calles sin ver a los lados, después platicaron y caminaron un poco.

A unos pasos encontraron un pequeño parque en donde corrieron muy a gusto, hasta que llegaron unos perros muy feos que les buscaron pleito, Emiliana jamás había peleado, así que se asustó mucho y salió corriendo pero no supo hacia donde y entre mas corría menos reconocía donde andaba.

Tuvo mas miedo ahora que estaba perdida, preguntaba a otros perros y hasta a un gato, pero ninguno le pudo ayudar, con las horas empezó a tener mucha hambre y sobre todo tanto calor, a lo lejos vio un árbol y pensó recostarse debajo de él para refrescarse en la sombra, fue hacia allá y en el camino encontró algo de comer que estaba tirado en el pavimento, <wak> estaba muy malo, pero ella tenía mucha hambre, así que se lo llevó al árbol y se lo comió ahí.

Ella le sonreía a las personas que pasaban, pero nadie le devolvía el saludo, poco a poco dejaron de pasar personas y autos, también empezó a llegar la noche y el frío, Emiliana estaba tiritando, no sabía que hacer y comenzó a llorar porque estaba muy triste.

El gato con el que Emiliana había platicado antes, le dijo que unos niños en la otra calle andaban gritando «Emilianaaaaaa!!», que seguramente la buscaban a ella.

«No pues» Emiliana inmediatamente salió corriendo hacia donde el gato le dijo y se encontró con los niños, quienes la recibieron con sollozos y abrazos, regresaron a su casa y cenaron juntos, bueno cada quien en su plato.

Antes de dormir, Emiliana pensó sobre lo que vivió ese día, aprendió que puede hacer muchas cosas y conocer muchos lugares, pero que debe de tener mucho cuidado, estar siempre atenta, alejarse de poquito en poquito, siempre recordando que la libertad exige responsabilidad.

Wenceslao Verdugo Rojas

www.waece.org

5/5 - (1 voto)

Por favor, ¡Comparte!



Por favor, deja algunos comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recibe nuevo contenido en tu E-mail

Ingrese su dirección de correo electrónico para recibir nuestro nuevo contenido en su casilla de e-mail.



Descubre más desde EnCuentos

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo