Saltar al contenido

Por Liana Castello

El Tesoro de Pirotín. Los cuentos. cuentos infantiles cortos. Cuentos con moraleja. Imágenes de cuentos. Libros de cuentos.

Tema del cuento: El verdadero tesoro: lo verdaderamente importante en la vida.

El Tesoro de Pirotín

Hay muchas historias de piratas y tesoros. Piratas con parche en el ojo, pañuelo en la cabeza, pata de palo, loros parlanchines y todos, pero todos, grandes buscadores de tesoros.

Pero ésta no es la historia de un pirata, sino de un pequeño piratita llamado Pirotín.

Pirotín era el hijo del más grande buscador de tesoros que la historia de los piratas haya conocido jamás. Su papá era famoso por perseguir y encontrar cuanto tesoro andaba por los mares, no importaba cuán lejano estuviese o qué tan escondido.

Pirotín crecía viendo cómo su papá y sus piratas amigos, se embarcaban una y otra vez tras el botín de turno. Veía que su mamá, sus hermanitos y él se quedaban solos mucho tiempo y eso no le gustaba. Igual pasaba con sus amiguitos, los hijos de los demás piratas.

Lo peor era que cuando su papá volvía, estaba tan cansado que no hablaba con nadie y no jugaba tampoco con sus hijos.

Tampoco le gustaba que todos los piratas, el barco y hasta el lorito parlanchín, volvieran lastimados, con las marcas de las luchas  en sus cuerpos, cansados, sucios y si por esas cosas llegaban con las manos vacías, encima de muy mal humor.

Nuestro pequeño piratita, por un lado, admiraba a su papá porque era fuerte, valiente, decidido y cuando pensaba en ello, creía que también él iba a ser un gran pirata cuando fuera grande, tan o más grande que su papá.

Otras veces, cuando se sentía solo, y veía que su mamá se sentía igual, pensaba que ser un gran pirata no era una de las mejores ideas.

– «Pero… si no soy pirata, ¿qué podré ser entonces?» -se preguntaba Pirotín.

En un mundo de piratas no había muchas alternativas.

Cierto día, como tantos otros, volvió el barco cargando un gran tesoro, Pirotín se acercó a su papá todavía cansado y mojado y le pregunto.
– ¿Trajiste algún tesoro papi?
– ¡¡¡Si hijo, como de costumbre!!! Contestó orgulloso su papá.
– ¿Tiene lo mismo de siempre?
– Claro  ¿qué va a tener si no?,  joyas, monedas de oro y de plata también
– ¿Y para qué sirven tantas cosas?
– Pues……. para tener más plata hijito
– ¿Y para estar más contentos?, ¿y para estar más juntos también sirve?
– Pues……….. para tener más. Repitió su papá.

A Pirotín no le gustó mucho la repuesta.
Pensó que si los tesoros eran algo tan valioso y tan buscado, deberían ser algo que trajera alegría, sino ¿para qué tanto esfuerzo? se preguntó.
Decidió entonces que él buscaría su propio tesoro, no tenía muy claro qué quería encontrar, pero imaginaba que otro tipo de cosas tenía que haber en la vida que no fueran monedas de plata o joyas de oro.
Se arregló su pañuelito en la cabeza, ajustó su cinturón de hebilla ancha y como no tenía loro, se puso en el hombro un gusanito que también era verde. Para su sorpresa, el gusano no hablaba como el loro, cantaba, mal, pero cantaba.
Como tampoco tenía barco, ni bote a vela, ni nada, se fabricó una balsita pequeña en la que sólo cabían él y gusanito amigo.
Decidido a descubrir qué otra cosa podía haber en los mares que no fueran metales y joyas partió en su balsita, no sin antes darle un gran beso a su mami, pero sin decirle nada más.
Allí zarpó con el gusanito que le cantaba canciones de cuna, no porque tuviera que dormirse precisamente, sino porque eran las únicas que sabía. Que arrorró de aquí, que arrorró de allá, en fin, Pirotín terminó  acostumbrándose al repertorio.
Pasó por una isla y allí se detuvo porque estaba cansado y tenía hambre. Se acercó a la aldea y vio a sus habitantes. Vivían en chozas humildes y ninguno de ellos llevaba colgada joya alguna. Sus vestidos no eran más que túnicas, rotas algunas, que casi les llegaban a los pies. La realidad era muy diferente al lugar de donde Pirotín venía.
Sin embargo, notó algo que le llamó la atención más que cualquier otra cosa. Todas las familias estaban juntas, y eran felices, vivían de la pesca y nadie se iba a buscar nada a ningún lugar. Los papás estaban con las mamás y jugaban con sus hijos.
Como eran muy generosos, le dieron de comer y de beber, le permitieron pasar la noche en una choza y a la mañana muy agradecido Pirotín volvió a partir, con su gusanito sobre el hombro.
Lo que había visto en aquella aldea lo puso un poco triste. Sabía que si bien él tenía buenas ropas, una casa amplia y nadie pasaba necesidades, su familia no era lo que se dice muy feliz, y no estaba muy unida tampoco.
Por cada isla por la que pasó, vio lo mismo, gente humilde que no perseguía tesoro alguno pero que estaba junta y contenta.
Muy triste, decidió volver. Tan triste estaba que el gusanito improvisó alguna cumbia a ver si lo alegraba un poquito, pero no tuvo éxito. El gusanito pensó que era porque él cantaba bastante mal  pero, más allá que eso era cierto, Pirotín tenía otros motivos.
Su viaje le había demostrado que el verdadero tesoro estaba en la unión de la familia y en estar con la gente que uno quiere, no en perseguir riquezas que sólo sirven para ser más ricos y no para estar más contentos.
Pirotín lo entendía, pero ¿cómo se lo haría entender a su papá y a los demás piratas?, ¿cómo podría él, un pequeño piratita con un gusanito en el hombro (que encima cantaba muy feo) cambiar las cosas?
Cuando volvió su mamá, que se había preocupado mucho, se puso muy pero muy contenta de verlo sanito, pero lo retó por haberse escapado. Le preguntó por qué había hecho semejante cosa, preocupando a todos y Pirotín le contó toda la verdad.
Su mami lo escuchó atentamente y para sorpresa de nuestro amiguito le dijo:
– ¡¡¡No te das una idea de lo que has hecho hijito mío!!!
– Ya se mami, merezco un castigo, lo acepto. Contestó resignado el piratita.
– ¿Castigoooooo? merecés un premio ahora anda y contale a tu papá lo que hiciste, no se ha movido de aquí desde que te fuiste.
– ¿No se fue? ¿No viajó? ¿Estás segura mami?

Sin entender por qué su mamá quería darle un premio por haberse escapado, Pirotín fue a hablar con su papá, con bastante miedo, dicho sea de paso.
El gusanito ya no cantaba, es más se había escondido debajo del pañuelo que el pequeño llevaba en su cabeza.
Para sorpresa de los dos, el gran pirata abrazó tan, pero tan fuerte  a su hijo que casi hace saltar al gusanito cantor por los aires. También le preguntó por qué había hecho eso y Pirotín le contó una vez más la verdad, todo lo que vio y sobre todo cómo se sentía.
Lo que no sabía es que su papá, al enterarse que su pequeño hijo había desaparecido, también se había dado cuenta de muchas cosas, como por ejemplo que no había tesoro en el mundo que igualara tenerlo a su lado.
El gran pirata se sintió pequeño y un poco avergonzado por haber perseguido siempre la riqueza dejando de lado los afectos, pero nunca era tarde para cambiar. La ausencia de su hijo y todo lo que él le había dicho lo había hecho reflexionar.
A partir de ese día todo cambio en la ciudad de los piratas, las joyas se vendieron a otras ciudades y con el dinero obtenido se pusieron a fabricar túnicas, cañas de pescar, muebles. Ningún papá volvió a viajar tanto tiempo ni tan lejos y sólo lo hacían para proveer a las aldeas humildes de las cosas que ellos fabricaban.
Todo estaban felices, hasta el gusanito cantor había ampliado tu repertorio y cantaba bastante mejor de tan contento que estaba.
Los piratas valientes y temerarios habían aprendido que el mayor de los tesoros está en los afectos que viven en nuestro corazón, en las personas que amamos y nos aman y no en joyas, ni metales y les aseguro que nunca, pero nunca se sintieron más ricos.

Fin.

Hecho el depósito de ley 11.723. Derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial.
Nro. Expte. Direc. Nac. Derechos de Autor 676504.

Para conversar con papá y mamá

  • ¿Te das cuenta qué el amor que sentimos por los demás y que los demás sienten por nosotros es lo verdaderamente importante?
  • ¿Valoras la unión familiar?
  • ¿Pensás y papá o mamá dedican mucho tiempo a su trabajo y poco a la familia?
  • ¿Necesitarías más tiempo con ellos?

El Tesoro de Pirotín. Fábulas infantiles para niños de primaria y en edad escolar. Reflexiones para toda la familia. Cuentos con moraleja.

5/5 - (1 voto)

Por favor, ¡Comparte!



Por favor, deja algunos comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recibe nuevo contenido en tu E-mail

Ingrese su dirección de correo electrónico para recibir nuestro nuevo contenido en su casilla de e-mail.



Descubre más desde EnCuentos

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo