El príncipe y la araña. Literatura para niños sobre príncipes.
Un príncipe que había perdido una batalla logró
escaparse en compañía de un fiel servidor. Estaban
debilitados por la fatiga y sufrían hambre y sed;
pero no se atrevían a entrar en ninguna casa,
temerosos de ser descubiertos y alcanzados por el
enemigo.
Al anochecer llegaron a una montaña donde había
una cueva.
–Vamos a escondernos aquí–dijo el criado.–Tal
vez así pierdan la pista nuestros perseguidores,
y logremos ponernos en salvo.
–Creo más bien que el odio los hará astutos, y
que darán con nosotros en donde quiera que estemos–dijo
el príncipe.
–¡Dios nos protegerá!–repuso el criado.
Y entraron en la cueva los dos, penetrando todo lo
posible.
Por la mañana oyeron pasos en las proximidades de
su escondite. Un grupo de hombres armados se
aproximó a la entrada de la cueva.
–Busquemos aquí–dijo uno de ellos disponiéndose
a entrar.
–Es inútil–dijo otro. Ahí no ha entrado nadie.
–¿Cómo lo sabes?
–Hombre, ¿no tienes ojos?–preguntó a su vez el
interpelado. ¿No ves en la entrada una gran telaraña,
que la cubre de un lado a otro? ¿Por dónde
habían de entrar?
Miraron todos la entrada, vieron que había, en
efecto, una telaraña que llegaba de un lado a otro del
agujero.
–Es verdad–dijo el que hacía de jefe.
Y continuaron su camino.
El príncipe y su criado se miraron con asombro.
Aquello parecía un milagro. Estaban con vida, y se
la debían a una araña que durante la noche había
trabajado en construir aquella cortina salvadora.
–¡Hé aquí una araña providencial!–dijo el
príncipe.–Sin ella, estaríamos a estas horas en poder
de los enemigos.