Saltar al contenido

El Castillo de Arena. Escritora Española.

castillo de arena

 El sol pasea sus rayos sobre la arena de la playa, parándose a saltar entre las guedejas trigueñas del niño del bañador rojo que, ensimismado a escasos metros de las suaves olas, construye un castillo de arena.

No es una maravilla de castillo. No es la perfección hecha castillo. Pero es su castillo y él disfruta construyéndolo con sus pequeñas manitas.

Al cabo de un rato el pequeño edificio está terminado. El niño del bañador rojo contempla su obra con una amplia sonrisa de satisfacción.

De pronto, una sombra se cierne a su lado, un enorme pie (seguido de una enorme pierna, claro) aparece en el campo visual del niño. El pie (seguido de la pierna, claro) desciende rápidamente sobre su castillo de arena y, con dos patadas y tres saltos, destruye la pequeña obra del niño del bañador rojo.

Entonces, el niño del bañador rojo…

Final alternativo nº 1: “Donde las dan las toman” o “A mí no me pisotea nadie y a mi castillo tampoco”:

… Rompe a llorar desconsolado. Es ya la tercera o cuarta vez que destruyen su obra. Enfurecido, se levanta con una velocidad insospechada y se lanza como una bala contra el bajo vientre del destructor de castillos, incrustando su cabeza ahí, donde más duele a un hombre. A continuación se levanta, se sacude la arena y se va a tomar su bocata de nocilla.

Final alternativo  nº2: “Si no puedes vencerlos únete a ellos”:

… Rompe a llorar desconsolado. Es ya la tercera o cuarta vez que destruyen su obra. Mira al matón, mira al castillo y, finalmente, se encoge de hombros se pone en pie y se une alegremente a los saltos del revientacastillos hasta que, agotado y acalorado, decide salir corriendo al mar a jugar entre las olas con su nuevo amigo.

Final alternativo nº 3: “Pobre de mí” o “Me rindo”:

… Rompe a llorar desconsolado. Es ya la tercera o cuarta vez que destruyen su obra. Sorbiendo mocos y con un río de lágrimas en su pequeño rostro, decide rendirse y no volver a intentarlo nunca jamás.

Final alternativo nº 4: “Nunca hay que abandonar los sueños”:

… Rompe a llorar desconsolado. Es ya la tercera o cuarta vez que destruyen su obra. Cuando el matón, habiendo terminado su trabajo, decide marcharse en busca de otra víctima, el niño del bañador rojo, aún con lágrimas en los ojos, comienza de nuevo a construir un castillo. Y poco a poco, a medida que avanza el trabajo, la ilusión ilumina sus ojos y una sonrisa llena su cara.

Final alternativo nº 5: “¡Vamos, invéntate algo que ya te vale!”:
… Rompe a llorar desconsolado. Es ya la tercera o cuarta vez que destruyen su obra. (Poner aquí lo que se te ocurra como final alternativo si es que te apetece y tienes ganas. Si no, elige uno de los anteriores. Hala, final y moraleja a la carta ¿Qué más se puede pedir? ¿Eh?).

¿Fin?

2.9/5 - (13 votos)

Por favor, ¡Comparte!



Por favor, deja algunos comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *