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El calendario que se volvió loco es uno de los cuentos infantiles de la escritora Raquel Eugenia Roldán de la Fuente para niños a partir de diez años.

─¡Mamá, mamá, hoy me enseñaron los días de la semana! ─dijo Alfonso al volver del kinder.

─A ver, dime cuáles son ─le preguntó su mamá.

─Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo ─enumeró el chico, terminando casi con un grito.

─¡Bravo! ─le aplaudió su mamá.

Alfonso fue a ver los días de la semana en el calendario, para revisar que fueran los mismos que la maestra le había enseñado, y volvió muy sorprendido con su mamá.

─Oye, mamá, ¿por qué en el calendario está primero el domingo? A mí me enseñaron primero el lunes, y el domingo al final.

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–¿Ya ves, Domingo? –reclamaron los demás días de la semana–. Tú debes ir al final.

–Vaya, no, ¿eso por qué?

–¿Qué no oíste? Hasta en las escuelas enseñan que el Domingo es el último día.

–¡Sí, sí, a la cola! –gritaron todos los días, y empezaron a empujar a Domingo para quitarlo de su lugar.

Pero Domingo no se dejó.

–Vamos a hacer una cosa –cuchichearon Martes y Miércoles a Lunes– espérate a que esté desprevenido y luego empezamos a empujarlo poco a poco, letra por letra, hasta que terminemos.

A Lunes le pareció buena idea y así lo hicieron. Cuando Domingo estaba distraído le dieron un empujón tan rápido que la primera letra, la D, salió disparada de su lugar, y rápidamente la L de

Lunes corrió a formarse al final del primer lugar en la semana. Cuando Domingo se dio cuenta y quiso arreglar las cosas, los demás días ya habían cambiado, cada uno su primera letra al final del día anterior, así que tuvo que enviar su D al final de la semana.

Los días quedaron del siguiente modo:

OMINGOL UNESM ARTESM IERCOLESJ UEVESV IERNESS ABADOD

Luego de un rato, la U de Lunes hizo lo mismo. En un brevísimo momento en que Domingo se rascaba el gancho de la G, que tenía comezón, la U brincó de su lugar y ocupó rápidamente su lugar junto a la L.

Los demás días hicieron lo mismo, de modo que cuando Domingo quiso empujar para regresarlas ya no pudo, y tuvo que mandar la O al final.

Quedaron así:

MINGOLU NESMA RTESMI ERCOLESJU EVESVI ERNESSA BADODO

–Ahora vamos a esperar un buen rato y cuando esté distraído cambiamos dos letras, para acabar más rápido.

Todos los días estuvieron de acuerdo, y así lo hicieron. Tuvieron que dejar pasar un buen rato porque Domingo, o mejor dicho Mingolu, decidió que no tan fácilmente lo iban a agarrar distraído, pero en una de esas tenía sueño y cuando la I estaba grande y redonda, redonda como si fuera O, bostezando soñolienta, Nesma envió dos letras al final y los otros días, bien abusados, también se acomodaron.

El resultado fue el siguiente:

NGOLUNE SMART ESMIER COLESJUEV ESVIER NESSABA DODOMI

Los días estaban felices, en especial Lunes al que sólo faltaba una letra para estar completo en el primer lugar de la semana, como según él debía ser. Pero ninguno de ellos contaba con que Domingo, furioso, no se iba a seguir dejando desbancar. Las letras empujaron y empujaron, y se tuvieron que regresar a su lugar una y otra vez.

Ninguno de los días se había fijado en que, con tanto meneadero de letras, los números debajo de ellos no sabían que hacer: habían tratado de acomodarse como les correspondía, pero sin conseguirlo, y el resultado era que el calendario se veía así:

NGOLUNE SMART ESMIER COLESJUEV ESVIER NESSABA DODOMI

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31                           16              23                    4               8              13

2                    15                         5                       10                   1         15

3                      5                           20                   30                   28           6

–¡Mamá, ven a ver lo que le pasó al calendario! –gritó Alfonso, que se asomó nuevamente a ver los días, emocionado por lo que acababa de aprender en la escuela ese día. La mamá corrió a ver.

Tan azorada como el niño por el revoltijo de letras y números, descolgó el calendario de la pared y lo arrugó, mientras decía:

–No, pues esto así no sirve para nada. Habrá que tirarlo a la basura…

Fin

El calendario que se volvió loco es uno de los cuentos infantiles de la escritora Raquel Eugenia Roldán de la Fuente para niños a partir de diez años.

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