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Con olor de tabaco es uno de los cuentos de misterio de la colección cuentos de fantasmas de la escritora Raquel Eugenia Roldán de la Fuente sugerido para adolescentes, jóvenes y adultos.

Luego de varios años trabajando en Japón, estoy en México de vacaciones, pasando unos días con mi mamá. Además de los ratos llenos de cariño pasados con ella, disfruto el salir al mercado o a otras partes y recorrer las calles de mi niñez y mi juventud.

Regresaré a Japón y quién sabe cuándo vuelva. Voy caminando por la calle, apenas a una cuadra de mi casa, cuando veo venir a la seño Caty. Desde que yo era niña y ella era una señorita, entre nosotros, en la casa, le decíamos así.

Hace mucho que la vi por última vez, y no ha cambiado casi nada. Es la misma, con su arreglo estrafalario, su exceso de maquillaje y su peinado escandaloso. Ella también me reconoce y me saluda desde lejos, y al acercarnos llega a mi nariz su inseparable olor a cigarro. No recordaba ese olor, pero cuando lo noto me parece que es parte de ella.

Pienso en Elisita, su mamá, que ha sufrido por esta hija un poco viciosa y un mucho sin expectativas de futuro en la vida ni ambiciones de superación.

“¡Hola, qué raro verte por acá!, ¿dónde has estado?”, me saluda. “¡Hola!”, le respondo. “Es que me mandaron a Japón, ahorita estoy de vacaciones”. Me pregunta también por mis hermanas: “Luz y Carmelita, ¿dónde están?” Le respondo rápidamente y luego inquiero: “Y tú, ¿cómo estás?” “Bien, gracias. Como siempre, ya sabes...” “Y tu mamá, ¿cómo está?”, le pregunto, un poco cohibida por su “como siempre”. “Pues, bien. Con sus achaques, ya te imaginas. Se la llevó mi hermano para cuidarla y que esté más acompañada...”

Pienso que entonces estará ella sola en su casa, y me apena su soledad aunque a ella no parece importarle mucho. “Además, ya sabes, los nietos la quieren mucho y...”

De pronto la dejo de oír. Todo alrededor de ella se me borra y sólo veo su cara, vagamente escucho su voz, como de muy lejos, que me cuenta de los sobrinos, la cuñada y el hermano, cómo quieren a la sufrida viejecita. No sé qué me dice. Una lija, áspera y a la vez viscosa me raspa el cuerpo, todo el cuerpo al mismo tiempo y siento pararse los pelillos de mis brazos. Un pánico súbito va de mi cabeza a mis pies y tiemblo toda.

“Mi mamá me contó en una carta que la seño Caty murió, ¡está muerta!” Me despido no sé ni cómo, no sé si ella terminó lo que me estaba diciendo o la interrumpí a media frase, ni quiero saberlo. “Hasta lueguito, ¿eh? Salúdame a todos por favor”. Tampoco sé si se entiende lo que digo o mi voz se oye tan pringosa como siento mi lengua. Trato de seguir mi camino y mi propio espanto me empuja y va detrás de mí. “Si volteo y no está, aquí mismo me muero del susto”.

Doy algunos pasos hacia la esquina, pero no consigo saber a dónde iba. Para regresar a casa doy la vuelta a la manzana; no quiero volver a pasar por donde la dejé. No sé cómo llego, mis pies apenas me sostienen pero luego de horas que en realidad sólo son minutos abro la puerta y entro a la sala fresca donde mamá está sentada, tejiendo.

“¿Qué tienes?”, me pregunta en cuanto me ve, y yo pregunto a mi vez: “Mamá, me escribiste algo sobre la seño Caty, ¿recuerdas? ¿Qué pasó con ella?” “Sí, me acuerdo que te escribí. La seño Caty murió de un infarto una noche, Elisita la encontró muerta por la mañana”, me responde. Caigo en el sofá como costal de arena. “Hará de eso un año o año y medio”, termina ella. Me tengo que levantar rápido para ir al baño a vomitar.

Fin

Con olor de tabaco es uno de los cuentos de misterio de la colección cuentos de fantasmas de la escritora Raquel Eugenia Roldán de la Fuente sugerido para adolescentes, jóvenes y adultos.

De la serie “Sueños, voces y otros fantasmas”

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