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Cuento sobre recuerdos sugerido para jóvenes y adultos.

Cartas a Campanita

No es fácil vivir rodeado de viejos fantasmas hambrientos.

Pero también me fue difícil cuando los alejé, tanto como sufrirlos.

Fueron fieles compañeros de horas aciagas y de pesadumbre y me acompañaban doquier.

Compartieron mi soledad haciéndola diferente.

Huyeron conmigo cuando ya no tenía salida y estaba acorralado por el dolor del alma.

Fantasmas vestidos de recuerdos , disfrazados de horas felices , a duras penas subterfugios de mejores días.

A veces en mis más febriles horas, donde los recuerdos se agolpaban por salir como caballos desbocados por una puerta pequeña , en esos momentos , mis viejos fantasmas traían hasta los olores de esos momentos , si los olores.

El suave toque gentil de tus dedos finos y largos tomando el frasco de cristal que contenía tu perfume preferido y se dormían detrás de tu pequeña oreja desprendiendo esa fragancia sutil y delicada que aún hoy navega por mi recuerdo y mi olfato.

El tenue y frágil sonido del roce de tu piel sobre la seda negra de tu piyama de dormir se me antojaba el mismo sonido de los pétalos de las rosas blancas provocadas por la brisa matutina.

Tu pié pequeño en el andar descalza, sigilosa, parecía el andar de un felino.

Tu risa cristalina y pura, delicada y dulce me socorría en los momentos que estabas conmigo pero que yo sabía que no eras mía.

Acudía tu risa a mí como manos solidarias, instándome a disfrutar el mágico momento y a no pensar en el dudoso mañana.

Fin

Cuento sobre recuerdos sugerido para jóvenes y adultos.

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