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Alas de Cristal. Liana Castello. Cuento de concientización sobre la Epidermolisis Bullosa, especialmente escrito para la Fundación Debra Argentina. Cuentos en videos.

Un cuento infantil para que lean y escuchen los grandes.

 

Existe un hada pequeña y maravillosa. Sus alas son iguales a las alas de las mariposas y por increíble que parezca, son de cristal.

El hada ha venido a este mundo con una misión muy especial. Ha venido a cuidar a los niños que nacen con piel muy frágil, como las alas de una mariposa, también llamada piel de cristal.

La enfermedad con la que estos niños conviven, llamada EB, no hace sus vidas fáciles. Hay juegos a los que no pueden jugar, disfraces que no pueden vestir y lugares a los que no es conveniente que vayan. Por eso, sienten incomodidad y muchas veces dolor por su epidermolisis ampollar o EB.

Quizás un día se encuentre la cura o la forma de calmar este dolor.

El hada con sus alas de cristal está para ayudarlos y se siente feliz con su misión. Incansable, está siempre atenta a lo que estos pequeños y no tan pequeños necesitan y sienten. Les canta bajito cuando sienten mucho dolor, les sopla suavemente la piel para que les pique menos, les cuenta cuentos e intenta aliviar las heridas que no sólo se encuentran en la piel, sino a veces en el alma.

Era mucho el trabajo que debía hacer, día a día, segundo a segundo, de noche y de día y el hada, por esfuerzos que hiciera, no podía resolverlo todo.

Decidió entonces hablar con el creador de las hadas y le pidió que por favor le enviase a algunas compañeras que pudiesen cuidar especialmente a las personas con EB.

-Lo siento pequeña-dijo el creador- sólo se permite una misión por hada y cada una debe tener una misión diferente.

-¿Pero qué haré entonces? –preguntó triste y preocupada.

-Piensa tranquila, verás que algo bueno se te ocurrirá. No siempre podemos hacer las cosas solos y tal vez la ayuda esté dónde menos lo imaginas.

El hada se sentó pensativa y triste en lo alto de una colina. Algo debía hacer para tener más ayuda, para que la vida de tantos pequeños y no tan pequeños pudiera ser mejor de lo que era. Pensó en multiplicarse y así podría ayudar a todos y estar en todas partes al mismo tiempo, pero ¿cómo lo haría? Movió la cabecita de un lado al otro, sabiendo que eso no era posible.

Mirando hacia abajo vio cómo jugaban en el valle muchas familias y contemplando esas bellas escenas supo en lo más profundo de su corazón cómo encontrar la ayuda que tanto necesitaba.

Sabía que no podría haber otro hada con su misma misión, pero sin duda, la respuesta no estaba allí.
Bajó volando. Miró a unos y a otros y entonces acudió a las personas de buen corazón. Era fácil reconocerlos, pues en mucho se parecen a las hadas y les contó acerca de los pequeños y no tan pequeños que vivían con EB y a ellos les pidió ayuda.

El hada sigue trabajando con mucho esfuerzo para mejorar la calidad de vida de las personas con EB, aprendió que sola no podía y aprendió algo más importante que es bueno y sano pedir ayuda.

Todos nosotros podemos aprender a ser como ella, en nuestras manos también está calmar el dolor de los demás y hacer la vida de quienes sufren más feliz y más sencilla.

Sólo necesitamos un corazón que sepa y pueda compartir el dolor ajeno.

Fin

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