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Chelver es uno de los cuentos infantiles de videojuegos de la colección cuentos educativos de Diana Valeria Rendón Montoya para niños a partir de diez años.

De pequeña me encantaban los cuentos de hadas, y recuerdo uno de Goethe titulado el Aprendiz del Brujo de Walt Disney, al aprendiz se le ocurrió la idea de utilizar el misterioso poder de su amo para aligerar su trabajo. Puso una escoba a trabajar cargando agua por él. Por no saber cómo controlarla, pronto descubrió que la esclava obediente, aunque sin inteligencia, llevo tanta agua a la casa que la inundo. Claro el cuento tuvo un final feliz…el amo acudió en auxilio.”  Y todo el salón estaba atento al cuento que Diana relataba en la clase de literatura:

Chelver era un niño de la calle, todos los vecinos del barrio lo querían porque ayudaba con las labores a los señores. Hacia mandados a las viejas, acompañada a los niñitos chillones a sus casas, pintaba paredes, lavaba autos, bajaba los gatos de las alturas. Sacaba los perros y todo cuanto se le ocurriera a sus vecinos, claro le pagaban en regalos como: comida, zapatos, ropa, dulces, y sobre todo lo que más le gustaba los juguetes.

Un día Don Julio el dueño de la tienda más grande del barrio, reconocida por su olor peculiar a granero viejo, le dio un regalo.

Chelver con sus ojos gigantes, dibujó una curva en sus mejillas y susurro: “Muchas gracias Don Julio”.

Salió corriendo de aquel granero y abrió su regalo junto a su casa de cartón. Sí era algo mágico para chelver, un instrumento poderoso, era blanco, cuadrado, tenía unos pequeños botones a sus lados, y en la parte de atrás un logotipo que pintaba una manzana mordida.
Chelver exclamó con gran éxtasis ¡no lo puedo creer el IPhone de la tele! Si soy el niño más feliz del mundo.

Chelver salió corriendo a contarle a sus amigos, no lo puedo creer: ”un niño de la calle como yo con un IPhone”, gracias Don Julio, gracias. Lo que chelver no sabía es que este regalo cambiaría su vida por completo.

Ahora Chelver podía hacer sus trabajos más fáciles, eficaces, y agradables. Las vecinas ya no tenían que gritarle le enviaban mensajes de texto a sus redes sociales para solicitarle un favor, los niños se tomaban fotos mandándoselas a Chelver para que acudiera en su ayuda.

Ahora cada vez que quería pintar una pared, Chelver buscaba hermoso diseños en google, gracias a YouTube aprendió nuevas formas de bajar los gatos y sacar los perros. No solo lavaba autos, con un curso en mecánica automotriz que hizo en una plataforma aprendió arreglarlos fácilmente, que gran ventaja para Chelver; pero.

Sus vecinos empezaron a notar que Chelver no solo era más eficaz, también se había convertido en un niño creído, ya no le gustaba hacer favores, era irrespetuoso pues estaba tan entretenido en su celular que ya ni a Don julio saludaba, ya no ayudaba a los más adultos a cruzar la calle, hasta a él se le dificultaba pasarla pues es imposible escribir y a la vez caminar en medio de autos con pitos y regaños.

Cuando llegaba al otro lado, seguía caminando por el barrio, al pasar por el parque sus amigos de calle lo llamaban a gritos para que juagaran a las canicas, o quizás una llevita, pero perdían su tiempo. No porque Chelver estuviese metido en su IPhone, no, el volumen de su diadema electrónica estaba al máximo, a si el nuevo trabajo en el taller le daba mucho dinero, y le alcanzaba para muchas cosas más, entre su caja de juguetes que ya no era una canasta de tomates viejos, había: una tableta, un psp, un Kindle, un mp4,un portátil, play station, un Xbox, y así todo cuanto salía en su caja encontrarías.

Chelver gastaba mucho dinero en todos estos juguetes nuevos. Llegó al punto que no comía para así ahorrar dinero, y que la tecnología no lo dejara atrás, es más faltaba muchas veces a su trabajo porque se le pasaban las horas en las redes sociales y lo olvidaba por completo.

Chelver vivía enamorado de Laura, la linda niña del barrio, pero su corazón había olvidado esto, ya tenía un nuevo amor que no conocía pero sus fotos lo deleitan mucho: Paula así se llamaba.

Una vista borrosa cubría sus ojos, chelver no veía bien su pantalla, acudió al oftalmólogo para una revisión, después de un exámen chelver se sentó en la sala de espera, el oftalmólogo salió y le dijo: Chelver cuanto lo siento, tendremos que hacerte una cirugía urgente de no ser así perderás la vista.

Chelver salió del consultorio muy triste, hasta olvido su celular, bajo la cabeza y pensaba sobre si: todo esto es mi culpa. Don Julio tan solo me dio un regalo útil pero yo no lo supe utiliza con responsabilidad y hoy estoy pagando las consecuencias ¿Dónde quedaron las llevas en el parque, los escondites en las calles oscuras, las canicas en la cancha, los vidrios rotos de Doña carlota, el tin tin corre corre, provocando la furia de los vecinos los cuales nos tiraban agua y sacaban a escobazos? ¡Cómo extraño aquellos momentos!

Diana cerró su cuaderno y concluyo con estas palabras:

«Chelver lo había arruinado todo; pero a diferencia del cuento del aprendiz del brujo, este no tuvo un final feliz, en la vida real no podemos contar con que el “amo”-los científicos y los tecnológicos-acudan en nuestro auxilio».

Fin

Chelver es uno de los cuentos infantiles de videojuegos de la colección cuentos educativos de Diana Valeria Rendón Montoya para niños a partir de diez años.

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