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El hacedor de recuerdos es un cuento de la colección cuentos cortos espirituales de la escritora Liana Castello sugerido para adolescentes, jóvenes y adultos.

Era un joven que no había tenido una infancia fácil. Si bien tenía un bello presente, no era una persona del todo feliz. Se podría decir que hoy lo tenía casi todo: amor, un trabajo digno, salud y un promisorio futuro.

Sin embargo, algo le faltaba y eso era buenos recuerdos. A pesar de su juventud y más allá de tener mucho más por delante que historia vivida, al joven lo atormentaba no tener recuerdos felices.

Sentía que su historia no estaba completa. Escuchaba cómo sus amigos contaban historias de su niñez, recuerdos salpicados de ternura, alegría, amor. Todos tenían cosas que eran dignas de ser recordadas. Todos, excepto él.

Cierto día, conversando con un anciano del pueblo a quien el joven mucho admiraba y respetaba, le contó su pena y su profundo deseo de atesorar él también bellos recuerdos en el corazón.

-¿Y por qué no lo haces?-preguntó el anciano.

-Es imposible, no se puede volver el tiempo atrás. No puedo cambiar el pasado.

-Sin dudas, pero no necesitas un pasado-dijo el anciano sonriendo.

-No entiendo, los recuerdos son parte de nuestro pasado, no hay recuerdos felices en el mío y no puedo inventarlos.

-Veo que no entiendes-respondió-ahora dime algo que disfrutes mucho hacer.

El joven entendía cada vez menos, pero igual respondió.

-Amo sentarme a tomar un buen café.

-Pues bien, te invito el más rico café del pueblo.

Se fueron juntos a una confitería donde servían un café con el aroma y el sabor más exquisitos que el joven hubiese probado jamás. Conversaron de muchísimas cosas y pasaron una tarde inolvidable. Cuando se despidieron, el anciano le preguntó:

-¿Sigues pensando que no tienes recuerdos felices?

-Pues… ¡si claro! No los tengo-respondió el joven.

-Pues bien ¿Podrías hacer algo por mi?-preguntó.

-Lo que desee-respondió el joven.

-Hoy hay luna llena, prométeme que antes de dormir la miraras un buen rato y la luz que emana de ella y cómo esa luz salpica la noche y cómo todo se tiñe de un brillo especial ¿Lo harás?

Una vez más, sin entender, el joven accedió.

-Te veo mañana-propuso el anciano.

Al día siguiente, se encontraron en una plaza poblada de bellos árboles. Era otoño y todo lucía hermosos tonos naranjas y cobres. Las hojas tapizaban el parque, era bello caminar sobre ellas y sentir su débil crujir a cada paso. Pasearon, conversaron, admiraron la belleza del dorado paisaje.

El anciano no había vuelto a preguntar por los recuerdos del joven, o mejor dicho, sobre la ausencia de ellos y el joven tampoco habían mencionado el tema. Se volvieron a encontrar al día siguiente también, esta vez para visitar el lugar donde trabajaba la mujer que el joven amaba.

La muchacha atendía una tienda de ropa y cuando los vio su sonrisa iluminó la nublada tarde. El anciano, aprovechando que no había clientes en el local, jugó con las prendas de la tienda y se probó boinas, bufandas y corbatas y la joven jugó con él. Los tres rieron y se divirtieron como niños disfrazándose una y otra vez.

Cuando partieron, el anciano volvió a preguntar por los recuerdos del joven.

-Ya le dije, no se puede cambiar el pasado.

-Es cierto-respondió el anciano-no se puede cambiar, pero se puede crear un nuevo pasado, lleno de bellos momentos para recordar. El pasado no es sino la suma de nuestros presentes, presentes que en un momento fueron futuro y que sin dudas, se convertirán en pasado.

El joven miraba, esta vez, comenzando a entender, el anciano prosiguió.

-Vives atormentado buscando recuerdos felices que no tienes, amargado porque no los encuentras y no entiendes que un recuerdo se construye día a día, a cada instante.

El joven sonrió.

-Disfrutaste ese café que tomamos juntos ¿verdad? ¿Y el paseo por el parque? ¿Y disfrazarnos como niños en una tienda sin clientes? Pues bien, no existe un recuerdo que no se construya ¿Quieres bellos recuerdos? Procura vivir bellos momentos. Hoy será ayer, disfruta hoy, sé feliz hoy y tendrás tu corazón lleno de bellos recuerdos ¿Entiendes ahora?

El joven abrazó al anciano con un abrazo fuerte y dulce a la vez, un abrazo lleno de agradecimiento y admiración.

Fue un encuentro profundo, un momento que ambos disfrutaron en ese presente, que al día siguiente sería pasado, pero un pasado pleno de hermosos recuerdos recién estrenados.

Fin

ILUSTRACION ANNA BURIGHEL

Todos los derechos reservados por Liana Castello

El hacedor de recuerdos es un cuento de la colección cuentos cortos espirituales de la escritora Liana Castello sugerido para adolescentes, jóvenes y adultos.

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