Un gran regalo
Un Gran Regalo. Danny Vega Méndez, escritor de Panamá. Cuentos de animales. Cuentos con valores.
Cierto mono anciano quiso darles una lección muy importante a sus nietos.
- El que de ustedes me traiga el objeto más interesante, le daré el gran regalo del bosque.
Dijo el abuelo Mono. Sus nietos quedaron cautivados con aquella oferta por lo que no dudaron en buscar o más llamativo y raro que existiera en el lugar.
El primero de ellos pensó: -
Con lo que el abuelo Mono me vaya a dar seré el monito más cotizado del bosque. Ya sé, iré a la ciudad y traeré algo muy brillante. Con éstos y otro pensamiento se dirigió a lograr su cometido.
El segundo se internó en el bosque en búsqueda de la flor más exótica que jamás hubiese visto mono alguno.
El último monito, el cual era más reflexivo, pensó en aquello que fuese el objeto más interesante. Mientras pensaba y pensaba, la señora tortuga le pidió un favor:
- Soy muy lenta y necesito llevarle las medicinas al señor Tortuga.
Aquel monito lo hizo con mucho gusto. Más adelante ayudó a los pájaros a colocar el nido que se había caído y a don tapir el cual tenía una espina clavada.
Todo el día transcurrió así por lo que no pudo buscar el objeto. Ya los su demás hermanos habían llegado con el resultado de su búsqueda, y el estaba con las manos vacías.
Sin embargo, el Búho al escuchar lo que el triste monito se decía, le entregó la fruta de un mango.
- ¿Qué es esto? Esto no brilla y tampoco es exótico. Simplemente es la fruta de un árbol de mango- Se quejó el monito.
- ¡Si lo sé! -Respondió sabio Búho- pero si no fuera muy importante no vivirías en un árbol de mango ni tampoco saciaría tu hambre con sus frutos y ni siquiera descansarías bajo su sombra.
El monito miró aquella fruta y reflexionó, para luego comprender el mensaje: A veces valoramos aquellas grandes cosas que no tenemos sin ver lo vitales que son las pequeñas cosas que poseemos.
Entusiasmado, se presentó el monito ante su abuelo. Sus hermanos al verlo se rieron de él. Pero grande fue el asombro de ellos al observar que su abuelo le entregaría el regalo más importante del bosque al monito.
Agarrado de su bastón, el anciano mono se acercó al pequeño y luego sacó de su bolsillo un fruta de nace, más pequeña que la de mango pero igual de importante.
Aquella tarde juntos sembraron esas frutas que con el pasar del tiempo fueron arboles fuertes que dieron refugio y alimento a cuantos se acercaban a ellos.
El monito y sus hermanos nunca olvidaron a su abuelo ni la lección de vida que les enseñó.
Fin
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