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Una tarde se encuentran el psicólogo y su compañera de trabajo en una de las instituciones donde desarrollarían un tema de interés para los niños.

Mientras miraba a los niños el psicólogo recordó a un joven y murmuró con tristeza:

¡Acabo de recordar a un gran amigo!

La orientadora lo miró y preguntó:

¿Quién es ese amigo?

¡Una persona que traté de ayudar! -Respondió el psicólogo-

¿Puedes hablarme de él? -Comentó la orientadora-

El psicólogo afirmó con la cabeza y comenzó a narrar la historia.

Equis, era hijo de drogadictos y tristemente él también se sumergió en ese despiadado mundo.

Sin embargo, tuvo la suerte de encontrarse con el único amigo que lo orientó y le dio afecto. Es decir, con el psicólogo quien se esforzaba diariamente para ayudar a los jóvenes con problemas de adicción.

El momento fue oportuno porque el psicólogo aprovechó cada segundo para hacerse amigo de Equis y poder ayudarlo porque a la edad de seis años empezó a tener amistad con la inaceptable, maloliente y peligrosa droga.

Ciertamente, el esfuerzo del psicólogo fue muy duro pero consiguió que Equis se divorciara de la maléfica Marihuana, del vandálico Bazuco y de la monstruosa Cocaína.

A partir de ese momento, ambos se sintieron inmensamente felices por tan esperado logro y compartían distintas situaciones que trasladaban a Equis a un hermoso y extraordinario paraíso el cual no pudo experimentar con sus padres porque siempre estaba solo.

Lamentablemente, la felicidad fue muy corta porque Equis se dejó atrapar por la dañina y miserable droga llamada Piedra la cual estuvo espiándolo para hacer de su vida un verdadero infierno.

Una mañana, mientras el psicólogo tomaba una taza de café observó la foto de Equis en primera plana donde argumentaban que había muerto por una sobredosis de la droga conocida como Cocaína.

A decir verdad, el psicólogo se entristeció mucho por la inesperada muerte de su amigo pero la esperanza de continuar ayudando a quien necesita de su ayuda le dio la fuerza necesaria para salir adelante.

Equis siempre estará impreso en su recuerdo y lo considera inocente porque no tuvo una familia que le diera amor, alimentación, vestido y todo lo que un ser humano necesita para sobrevivir.

Los niños que tienen el privilegio de tener a alguien que se dedique a protegerlos deben sentirse felices porque pueden disfrutar lo que la vida le arrebató a mi gran amigo Equis.

Fin

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