Por el ojo de la cerradura es uno de los cuentos con valores de la escritora Elizabeth Lencina sugerido para niños a partir de ocho años.
Mariana y Julián, mis hermanos mayores, habían actuado de manera extraña los últimos días. Les pregunté qué les estaba sucediendo y me respondieron con evasivas. En ese entonces, estaba a punto de cumplir diez años.
Tal vez pensaban que era una niñita a quien podían engañar con facilidad, pero afortunadamente no era así. Yo ya había crecido y mi cabeza trabajaba muchísimo más de lo que todos creían. Aquella tarde de otoño se encerraron en el cuarto que utilizábamos como biblioteca. Me resultó extraño que le pusieran llave a la puerta.
Decidí hacer algo. No intenté abrir, ni golpear para entrar, porque estaba segura que no permitirían mi ingreso. Llevé a mi gato al jardín, para que no hiciera ruidos dentro de la casa, que pudieran arruinar mi plan.
Desconecté el teléfono de línea (en esa época no existían los celulares). Sólo el timbre podía llegar a interrumpir. Era un riesgo que debía correr. Me ubiqué frente al ojo de la cerradura y aunque la posición no era la más cómoda, me quedé ahí, inmóvil, para intentar descubrir el secreto que mis hermanos guardaban.
Empezaron a desplegar folletos y papeles. Tomaron una calculadora y empezaron a sacar cuentas mientras tomaban nota quién sabe de qué. Hablaban muy bajo. No pude escuchar ni una sola palabra.
Luego guardaron todo en un cajón del escritorio y lo cerraron con llave. Cuando se pusieron de pie, fui en puntillas hacia el jardín y cuando me llamaron yo estaba jugando con mi gato como si nada hubiera sucedido.
La curiosidad estaba invadiendo mi ser. Hice otros intentos en vano. No pude descifrar lo poco que había visto. Mi madre y mis hermanos me preguntaron qué me sucedía. Inventé exámenes complicados, escapando de la situación.
Tres días después, amanecí feliz por estar cumpliendo años. Una caja envuelta con un brillante papel de regalo estaba junto a mi cama. La abrí, emocionada. Era la máquina de escribir que tanto deseaba. Había sido adquirida con el dinero de los mellizos Mariana y Julián, que, aunque solo tenían quince años, trabajaban para que toda la familia pudiera vivir un poco mejor. Lloré de alegría.
Cuando me escucharon, mi mamá y mis hermanos entraron en mi dormitorio. Nos abrazamos, los cuatro, hasta que mi pobre gato, con un maullido, nos recordó que él también estaba en la cama y le estábamos haciendo daño.
Mirar por el ojo de la cerradura me sirvió para descubrir lo valioso del trabajo en equipo, con un claro objetivo y que el sacrificio tiene su recompensa. Mis hermanos formaban un equipo y yo, con mi edad, ya podía unirme a ellos.
Fin
Por el ojo de la cerradura es uno de los cuentos con valores de la escritora Elizabeth Lencina sugerido para niños a partir de ocho años.