Por Nelson Harrinsson. Cuentos con valores
Aunque al título del cuento lo hayan traducido como "Los hermanitos de la esperanza", yo creo que es mejor titularlo como "Los hermanitos de los buenos deseos", que es eso realmente lo que enseña este hermoso cuento del escritor norteamericano Nelson Harrinsson. Es la versión en español del cuento "The wishing siblings" que enseña que todo lo que deseamos de bueno, vuelve multiplicado de la misma forma (algunos creen que sucede lo mismo con los malos deseos ¿Tu qué piensas?).
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Los hermanitos de la esperanza
Una vez en una apartada orilla de lago vivían dos hermanitos uno de once y el otro de doce años, ellos vivían con su madre y su padre en una casa de madera cercana a las placidas orillas. Acudían a una pequeña escuela estadal en horas de la mañana y en horas de la tarde ayudaban a su madre en la recolección de trigo para luego llenar los sacos y montarlos en la carreta de madera, guiada por su padre. Quien cada dos semanas tomaba el largo camino hacia un lejano pueblo a fin de encontrar a alguien que pudiera comprar su trigo.
Pero no todo el tiempo el señor encontraba quien le tomara su mercancía y muchas veces regresaba a casa días después aun con la carga en su carreta. De manera que en el momento de su partida los dos niños y su madre le deseaban buena suerte.
El tiempo corría en su ausencia y en algunos casos tenía suerte de vender todo el producto, pero a veces cuando llegaba cargando de vuelta con la mercancía ésta debía ser dada como alimento a los animales pues había expirado y ya no era buena para el consumo de las personas.
Sin embargo, los niños y la madre continuaban deseándole buena suerte.
Un día el señor estaba muy triste porque no había vendido nada en mucho tiempo y esta vez cuando su carreta halada por mulas estaba llena, tomó las riendas de la carruaje y se marchó.
Las horas pasaron y pasaron y los días se convirtieron en semanas, y las semanas se convirtieron en meses y los meses en años y el padre no regresó jamás. La madre y los niños quedaron muy preocupados y tuvieron que seguir trabajado en el campo para poder comer.
Pasaron seis años y los niños se hicieron jóvenes que ahora se encargaban de las siembras junto con su madre. Ellos todavía deseaban y abrigaban la esperanza de que si algún día ellos se iban a ese lejano pueblo a vender la mercancía, no tuvieran que venir de vuelta nuevamente cargando el producto.
Hasta ahora, el trigo se vendía en pequeñas porciones a aquellos que lo necesitaban en las cercanías.
Un buen día los dos hermanos decidieron probar suerte y viajar por primera vez al lejano pueblo a fin de tratar de vender su trigo y aprovechar el viaje para averiguar que había pasado con su padre luego de seis largos años.
Su mamá estaba muy preocupada, ya que perdió a su marido hacía años y ahora no quería perder a sus dos hijos en manos de aquellos lejanos y desconocidos viajes.
Tres semanas más tarde el trigo ya estaba listo para ser colectado y luego ser empacado en los sacos.
Los hermanitos prepararon y cargaron una carreta de madera llevada por una mula que había quedado en la hacienda y muy temprano en la mañana la madre los despedía, les deseaba suerte y los proveía de bastimentos para el viaje, para ellos y para la mulita.
Tres días más tarde llegaban ya a una villa bastante ocupada, donde se veían muchas mulas y caballos montados con carretas y mercados ajetreados con personas comprando y vendiendo distintas mercancías.
Ellos comenzaron a ir por diferentes sitios de la villa preguntando a las personas si sabían que había pasado con su padre, hacía seis años atrás, pero nadie podía darle explicación de nada, hasta que llegaron ofreciendo su trigo a una tienda que atendía un anciano que tomó en sus manos un puñado de trigo.
- "¿De dónde viene este trigo?" –preguntó.
- "De nuestra pequeña finca" –contestó uno de los hermanos.
- "Este buen trigo me parece muy conocido, es el mismo que solía vender mi querido amigo Abdul" –dijo.
- "¿Abdul?" –preguntó el más grande- "¿Usted lo conoce?" –inquirió.
- "Sí claro que lo conozco" –contestó el mercader- "¿Pero quienes son ustedes?" –preguntó a los muchachos.
- "Somos sus hijos" –contestó el menor- "él es nuestro padre".
El viejo mercader estaba feliz, él sabía que algún día los hijos de su querido amigo Abdul vendrían al pueblo a ofrecer su trigo y él estaría encantado de decirles donde podrían venderlo.
- "¿Ven aquel granero?" –preguntó el anciano apuntando hacia un local grande, ubicado en la calle principal del centro de aquel pueblo, con un recibo y un sitio de entrada para cargar y descargar las bestias con todo tipo de granos y mercancía.
El nombre del negocio estaba escrito en grandes letras en la alta pared principal “Los Hermanitos de la Esperanza”
- "Sí" –respondieron los muchachos- "Lo vemos".
- "Ese local abrió escasos días atrás, para ayudar a aquellos que vienen de lejos y no tienen donde vender o intercambiar su mercancía." -explicó el hombre- "Vayan allá y podrán vender su trigo".
- "Gracias" –dijeron los muchachos, arreando la mula hacia aquel lugar.
Cuando llegaron allá, vieron al recibidor que hablaba de espaldas con uno de los encargados.
- "¿Podemos vender nuestro trigo aquí?" –preguntó uno de los hermanos.
El recibidor volteó y los muchachos se quedaron impresionados con ese rostro, el rostro de su padre que estaba ahora frente a ellos. Aquel recibidor era Abdul, el hombre que hacia seis años abandonó la casa, llevando consigo una carreta cargada de trigo, que nunca más había regresado.
- "¡Papá!" –gritaron emocionados los muchachos.
- "¡Mis hijos!" –clamó su padre con los ojos desbordados en lágrimas.
El hombre se aproximó a los muchachos abrazándolos y pidiendo perdón por su ausencia.
Los dos jóvenes estaban muy contentos de ver nuevamente a su padre y entendieron inmediatamente que él nunca se había olvidado de ellos.
Después del conmovedor encuentro, Abdul les mostró el negocio que ahora poseía, que creó con sacrificio y privación y lo nombró en honor a lo que significaban para él sus dos hijos, "La Esperanza" porque ellos siempre le desearon suerte. Y esa suerte llegó y ahora podrían cosechar todo el trigo que quisieran porque tenían un sitio seguro donde venderlo.
Al día siguiente, Abdul al fin regresó a casa con sus niños no solamente llenando a su esposa de felicidad con su retorno, sino también trayendo la buena nueva de un prospero negocio, no solamente hecho con su esfuerzo y sacrificio, sino también con el deseo y la buena voluntad de Los Hermanitos de la Esperanza.
Fin.
Los hermanitos de la esperanza es un cuento del escritor Nelson Harrinsson © Todos los derechos reservados.
Sobre Nelson Harrinsson
El escritor Nelson Harrinsson lleva muchos años escribiendo para adultos y niños de todo el mundo. Su creatividad y su voluntad de escribir novelas y cuentos le han convertido en uno de los narradores de cuentos para niños más populares en YouTube, MSN, Tu.tv, Google y muchos otros sitios web de todo el mundo.
Sus cuentos han sido traducidos a diferentes idiomas en varios países, como Pakistán, Emiratos Árabes Unidos, India y España. Los niños de todo el mundo esperan el lanzamiento de sus nuevos cuentos en la web, así como muchas madres los utilizan como una herramienta para enviarlos a la cama feliz debido a su contenido esclarecedor y justo.
Los niños no sólo se sienten atraídos por la ensoñación de sus cuentos, sino también por el encantador personaje que representa el autor como expresivo recitador con sombrero y gafas.
Nelson Harrinsson es un escritor movido por las emociones en combinación con lugares, estados de ánimo y personajes. Su cuenta de correo electrónico es [email protected].
Algunos libros de Nelson Harrinsson
Otros cuentos de Nelson
Entre su interminable lista de cuentos se encuentran "La muñeca honesta", escrito especialmente para su querida sobrina Victoria, "Boris y las setas gigantes", escrito por el autor mientras se entusiasmaba en las montañas de Quebec, Canadá, y "Los hermanitos de la esperanza", inspirado en los campos de trigo en una breve estancia en Minnesota.
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