Jazmín, la huerfanita es uno de los cuentos sobre perros abandonados escrito por Angel Javier Castro sugerido para niños a partir de los nueve años.
Habían transcurrido muchas horas, y Jazmín aún no probaba en sus fauces un mendrugo de pan, aunque fuese seca; porque su patita lisiada le impedía movilizar su cuerpo largo y huesudo por las calles de la ciudad.
Cuando llegaba cerca a media noche, Jazmín, luego de arrinconarse en un ángulo oscuro de la esquina de un parque, cerraba sus cansados ojos, tras mover vanamente su pequeña cola al último parroquiano del barrio residencial, que se pasaba de largo sin siquiera mirarle.
Entonces envolviendo por enésima vez su entumecido cuerpo en el frio pavimento se ponía a dormir, esperando, si, quizás al siguiente día ocurriera el milagro que alguien pudiese compadecerse de la vida solitaria y sin techo que llevaba, desde el día que un “fanfarrón” le expulsara de su casa tan solo por haber jugado “maliciosamente” con sus preciosos calcetines de marca.
Desde entonces, la calle fue para la perrita el único hogar: grande y espacioso donde pensó sobrevivir a cualquier costo.
Cierta mañana cuando insistió con sus ojos redondos, a fin que un viejo le invitara un pedazo de pan. En respuesta recibió una pedrada que impactó directamente en su pata derecha, fracturándole la pierna. Y como no podía continuar el perro “chusco” su caminata hacia el centro de la ciudad. Gimiendo dolorosamente arrastraba su cuerpo pellejudo por las inmediaciones de un parque silencioso, donde- a veces- se sentaban largas horas, en las vetustas bancas, los viejos de terno y corbata que se ponían a leer sus largos periódicos, sin mirar a nadie.
Hasta que cansada de esperar la llegada de la “señora bondad”- no pudiendo soportar el hambre que iba comiendo inmisericorde sus intestinos-, Jazmín luego de oler con su reseco hocico los pedazos de periódicos tirados en el pavimento se puso a comérselos con voracidad.
Y cuando ya todo parecía estar perdido para la pobre perrita, Cierta noche, una luz brillante empañó sus grisáceos ojos, despertándola. Eran “los amigos del mejor amigo”, que con ternura lloraron al verla como movía su cola semidesnuda de tanto pedir día y noche una caridad a la gente, a fin le regalaran un pedazo de panecito nada más.
Entonces los niños abrazándola con fruición, luego de certificar que su existencia se acabaría pronto. Tras vendarle la pierna despellejada y purulenta la llevaron a un centro de rehabilitación canina. Mientras el corazón de Jazmín, en silencio, saltaba de alegría por la actitud bondadosa de aquellos seres que no tenían el corazón de piedra sino de carne como el corazón de Cristo.
Que cuando la esperanza de vivir tornó en el corazón de Jazmín, no sólo su existencia se prolongaría, sino que también al fin había hallado un nuevo amigo: el samaritano Juanito, quien cuando todos ya se estrechaban las manos como señal de despedida, ganado por la intuición divina había dicho: “Aún no amigos. A la vuelta nos espera una amiguita que está por morirse. ¡Vamos!...”
Ahora Jazmín salta y corre detrás de Juanito, mientras “los rescatistas de los animales” continúan buscando algún huérfano o abandonado perrito, que sigue esperando “la caridad” de la gente en aquella ciudad que vive ocupada increíblemente solo en sus quehaceres privados, sin importarles el dolor y el sufrimiento de quienes carecen de pan y vestido en la calle, que constituye justamente aquel mundo de los desarrapados.
Fin
Autor: Angel Javier Castro.
Cuento sugerido para niños a partir de nueve años
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Jazmín, la huerfanita es uno de los cuentos sobre perros abandonados escrito por Angel Javier Castro sugerido para niños a partir de los nueve años.