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El rastro de la vaca flaca

El rastro de la vaca flaca

El rastro de la vaca Flaca. Asun Ferri. Cuento infantil de animales. Cuento sobre el verdadero valor de las cosas.

Había una vez una pequeña tienda en un claro de la selva; era un espacio armonioso, ocupaba un lugar luminoso en un barrio lleno de barro.

La dueña se llamaba Flaca, una anciana vaca con manchas blancas y moradas, sus patas eran delgadas, su piel desvencijada y en sus costados tenía muchas costillas clavadas.

Las hienas del barrio de ella se reían, los monos también se mofaban, los leones la amedrentaban y las elefantas campaban ufanas por su comercio tomando lo que les venía en gana. Al amanecer abría su tienda, la puerta siempre dejaba abierta; vientos, lluvia y vendavales no hacían nunca mella en ella.

La vaca Flaca siempre estaba contenta, en cualquier momento se entretenía, tejía, bordaba o cocinaba. Casi todos los días en su tienda, ocurrían las mismas tropelías… llegaba el gorila:

– Se avecina frío, quiero comprar vestidos para mis críos.

– Te vendo éstos, son de pura lana, los tejo yo misma por las mañanas.

– ¿Cuánto cuestan? – Págame lo que tú creas que valgan.

– Dime un precio, sin regatear no hacemos nada.

– No tienen precio, te llevas los vestidos más todo mi aprecio.

– Vaca Flaca, tu fama ya llega a todas las comarcas, tu aprecio no vale nada. Dime qué quieres por los vestidos que ya me está entrando fastidio.

– Todo lo que vendo en ésta tienda, está hecho con mis manos, en ello pongo mi alma a cambio de tu cariño, no quiero dinero por ello pues éste no vale nada.

– Me hacen falta los vestidos pero no te daré mi cariño, me los llevo sin pagarte, ya veo que vives del arte.

El gorila se llevó la mercancía y la vaca se sintió no triste, pero sí apesadumbrada, “¿cuándo comprenderán, el valor de lo que vendo?”, pensaba.

Por las tardes, llegaban las elefantas:

– La elefanta cumple cien años, queremos golosinas, caramelos y una tarta tan grande como un rebaño.

– ¡Mirad éste bizcocho, recién sacado del horno!, lo he hecho con nata, crema y almendras, ¡ahora lo adorno con velas!

– Ese nos parece bien, dinos su precio, pues ya sabes que no te daremos aprecio.

– Lo que vendo no tiene precio, no os cobraré ni un céntimo, sólo un poco de cariño o un rato charlando al fuego.

– ¡Esta vaca está chalada, sin dinero no hará nunca nada! La vaca les regaló la tarta, como ya llegaba la noche, se retiró a su morada.

En la selva las noches eran muy frías, si además llovía o soplaba el viento, ninguna casa resistía. Esa noche de tormenta, muchas casas se derrumbaron, los gorilas se mojaron, todos se constiparon, menos las crías; los vestidos que llevaban las protegían.

El viento y la lluvia arrastraban el barro, las aguas se enturbiaron y muchas elefantas enfermaron, las que habían comido tarta permanecieron tan sanas como una manzana.

Los gorilas y elefantes reflexionaron sobre los acontecimientos. “¿De qué nos sirve el dinero? La lluvia y el viento tienen más poder en éste momento. Mirad los críos que llevan los vestidos que tejió la vaca Flaca con cariño y ved las elefantas que comieron la tarta que la vaca preparó. Creo que Flaca, nos ha dado una lección.”

La vaca Flaca, permanecía sentada en la puerta de su morada, no quería su arrepentimiento, sólo su cariño y compañía para ver pasar el tiempo.

A partir de ese momento su negocio cobró fama y merecimiento: la vaca Flaca relucía de alegría, todas las tardes tenía buena compañía, tejía, bordaba y cocinaba alimentos que luego regalaba a cambio de condimentos.

¡El cariño y el aprecio no le faltaban incluso parecía que engordaba!

Fin

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