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Por Luis David Gamoral Suárez. Cuentos con moraleja

El lechero y el pescador es un breve cuento con moraleja para pensar y reflexionar de Luis David Gamoral Suárez sobre la confianza y la desilusión que se produce entre dos vendedores de productos primarios.

El lechero y el pescador

El lechero y el pescador

Un lechero y un pescador, iban todas las mañanas a vender sus respectivos productos al mercado. Cierto día, en donde ambos coincidieron, el pescador sugirió al lechero lo siguiente:

-¿Por qué no cambiamos mi fresco pescado por tu nutritiva leche?

Aceptando también alternar de alimentación, respondió el ganadero:

-¡Excelente!

E hicieron el intercambio correspondiente. En otra ocasión, cuando ambos volvieron a encontrarse, el pescador pidió al lechero el siguiente favor:

-¿Podrías fiarme un balde de leche y mañana te pago con una cesta llena de pescado, ya que todo lo que traje, lo vendí por el camino?

Confiando en sus palabra, el ganadero complació con ese pedido. Al día siguiente, el lechero fue hasta la embarcación del pescador a cobrar su encargo, dijo:

-Vengo por mi pescado.

Evadiendo de ese compromiso, el hombre de mar creo la siguiente excusa:

-Si hubieras llegado más temprano, encontrarías bastante pescado, pero los tuve que vender a unos clientes que me pagaron buen precio, pero mañana tendré listo tu encargo.

Volviendo a confiar en su palabra, el ganadero respondió:

-Espero que así sea.

Llegado la mañana del día siguiente, el lechero fue nuevamente hasta la embarcación del pescador a recoger su encomienda, dijo:

-Ya tendrás listo mi encargo.

Volviendo a incumplir con su compromiso, el hombre de mar creo esta nueva excusa:

-Fíjate que hoy no pude salir a realizar mis actividades, debido a lo tempestuoso que esta el mar y de acá no trabajare hasta que se normalice todo, pero veré la forma de conseguirte tu pedido.

Cansado de falsas esperanzas, respondió el lechero muy molesto:

-¡Quédate con tu pescado!

Extrañando beber leche, el pescador recién fue al establo del lechero, llevándole una cesta llena de pescado, le dijo:

-¿Ahora si podemos intercambiar nuestros productos?

Sintiéndose defraudado, respondió el ganadero:

-Muy tarde tu reacción amigo, pensaste que nunca necesitarías otro favor mío.

Al ser rechazado su propuesta esta vez, el pescador entendió que siempre requerirá de la ayuda del prójimo.

Moraleja

Nunca quedes mal con tu servidor, siempre necesitaras de su favor.

Cuanto con moraleja enviado por Luis David Gamoral Suárez a EnCuentos.

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