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“Cambio chico”: cuánto y cómo influyen nuestros hijos en el consumo familiar

Tema de la semana: “Cambio chico”. cuánto y cómo influyen nuestros hijos en el consumo familiar.

Por Liana Castello
Escritora Liana Castello
Escritora

Está comprobado que cada vez en mayor medida los niños influyen en el consumo familiar. A la hora de gastar y  opinar tienen un lugar de privilegio.

Cambio chico - pocket money

No sólo el mercado de productos que se ofrece a los niños y adolescentes es cada vez más amplio y diverso, sino que –además éstos opinan y lo que puede llegar a ser mas preocupante- deciden acerca de  qué se compra a nivel familiar.
Creo que, como papás,  deberíamos preguntarnos hasta qué punto un niño o adolescente debe decidir, por ejemplo, qué se compra en el supermercado, influir en la compra de un auto, qué modelo de televisión o DVD vamos a comprar.
Extraigo unos párrafos de una nota publicada en el diario LA RAZON del 31.03.08 para que pensemos un poco juntos:

“7 de cada diez chicos en el país deciden qué alimentos infantiles comprar y cuatro de cada diez influyen sobre la comida que sus padre eligen en el súper.
8% de los niños argentinos, de entre 7 y 13 años –de todos los niveles socioeconómicos- ya tiene un teléfono celular. Esto implica un crecimiento de un 205% anual”.
“En Argentina y en otros países de América Latina, el poder económico de los niños es considerable, influyendo en las compras de los adultos y gastando cifran que no son nada despreciables” (Lic. Mónica La Madrid Directoria del Estudio Kiddo´s).

Vivimos en un mundo consumista, y nos crean la necesidad de consumir desde pequeños, bombardeándonos con publicidades que se repiten hasta el hartazgo para convencernos de las bondades de consumir tal o cual producto. Este accionar no sólo sirve para que los adultos compremos más de lo que en realidad necesitamos, sino para que el niño pida, considere que necesita, opine, insista.
No estoy hablando de publicidad de juguetes solamente que podría ser hasta lógico, sino de otro tipo de cosas también. Los alimentos infantiles, por ejemplo, nos dan una clase magistral de cuantas vitaminas contiene el producto (esto para los padres), asimismo vienen con un “bonus track”, léase un jueguito, una figurita (coleccionable todo por supuesto), cosa que no sólo la madre lo compre pensando en que el niño estará bien alimentado, sino que el niño quiere comprarlo por el regalito que viene en el paquete.

Sobre todo en los alimentos se da este tipo de dupla: el postrecito con los tazos, las patitas de pollo con los jueguitos, los yougures con los envases coleccionables, las cajas de copos que de paso sirven para armar un autito o hacer una sopa de letras, en fin, la lista es interminable.
Pero los niños no sólo consumen alimentos y juguetes, sino música, ropa, electrónica, además de todo el despampanante merchandising que larga cada programa de televisión de moda, sin olvidarnos de los celulares, claro está.
Hay dos cosas preocupantes en este tema y que considero, vale la pena pensarlas: por un lado: ¿cuánto consumen nuestros hijos? ¿Cuánto dinero gastan? ¿Qué cosas pretenden tener?, por el otro, ¿de qué manera nos dejamos influir por nuestros niños en lo que debería ser una decisión tomada por adultos?
En ambos casos, están de por medio los límites, siempre tan difíciles de insertar en la vida familiar, pero tan necesarios y aleccionadores.

Un “no” justo, oportuno, justificado, es sin duda una demostración de cariño. También hay que educar en “el tener”, si no lo hacemos, corremos el riesgo que el día de mañana nuestros hijos ya no valoren lo que cuesta ganar el dinero, lo que corresponde tener, lo que se puede y no se puede también. Aprender a que ciertas cosas no se pueden tener o no es el momento de tenerlas, más que frustrante, me parece aleccionador, pues seguramente, no todo podrán tener en la vida.
La nota antes citada, decía también que a este fenómeno se lo llama “pocket Money” o “cambio chico”.

Hablando de cambio y de chicos, tal vez sea hora de pensar en cambiar ciertos hábitos consumistas de nuestros chicos, para que crezcan sabiendo que las cosas cuestan, que hay que ganarlas con esfuerzo y que hay un momento y una edad para todo, también para tener.
Si nos proponemos hacerlo, seguramente lograremos un CAMBIO GRANDE en este tema del “cambio chico”. Vale la pena intentarlo.

Autora: Liana Castello

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