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¿Por qué tener un arma de fuego en casa es un riesgo?

¿Por qué tener un arma de fuego en casa es un riesgo?

Porque contrario a los argumentos que fundamentan la posesión de armas como forma de protección, las armas no brindan protección por el simple hecho de que han sido creadas como un instrumento de agresión.

Las armas en el hogar aumentan la posibilidad de accidentes, heridos y muertos. Una persona que tiene un arma en su hogar tiene que estar preparado, psíquica y físicamente, para disparar antes de ser atacado.

Las armas de fuego constituyen un riesgo para la vida de todo el grupo familiar. Las armas impactan doblemente: sobre la vida y sobre la calidad de vida para quienes han sido baleados, traumatizados, intimidados, asaltados y violadas a punta de un arma de fuego.

Las armas de fuego no distinguen entre quienes la portan y aquellos hacia los cuales va dirigida la agresión, como tampoco distinguen edad, o ciudadanos “honrados” de delincuentes.

Las armas tienen el potencial de terminar con la vida.

¿Quiénes son favorables al desarme?

Las mujeres constituyen el sector más favorable a este tipo de planes. Las mujeres son minoría entre los usuarios o tenedores de armas, y a la vez, son potenciales víctimas de situaciones en donde el arma es usada para amenazar o agredir.

Las mujeres son además quienes sufren con dolor la pérdida de sus hijos, hermanos, esposos y padres, siendo que los hombres son las principales víctimas de armas de fuego.

La muerte o incapacidad de los hombres produce un alto impacto en las familias, que ven reducidos los ingresos del hogar y las posibilidades de crecimiento y movilidad social. Además, y por su carácter natural de madres, son las que más percepción tienen del valor de las vidas que terminan siendo segadas por el uso letal de las armas de fuego.

¿Por qué los jóvenes son las principales víctimas?

Las estadísticas señalan que en Argentina los sectores más afectados por la violencia armada son especialmente jóvenes, varones y pobres. La falta de políticas de inclusión y contención para los jóvenes afectados por la marginalidad y la desigualdad constituyen una de las principales causas de incursión en actividades delictivas o comportamientos antisociales por parte de este grupo etario.

Según datos del Ministerio de Salud de la Nación Argentina, en el año 2004 la mayoría de las defunciones se produjeron entre los hombres jóvenes de bajos recursos que residen en los centros urbanos más importantes del país (Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza).

1. Entre 1990 y 2008 en Argentina, el grupo de edad que concentró la mayor cantidad de muertes por armas de fuego fue el de 20 a 29 años, con 15.462 muertes. La mayor cantidad de muertes ocurrió siempre en varones. Entre 1990 y 2008 se registraron 50.861 defunciones en varones; que corresponde al 85,7% del total de las muertes por armas de fuego (Maestría en Epidemiología, Gestión y Políticas de Salud. Universidad Nacional de Lanús)

2. La probabilidad de que un joven latinoamericano sea muerto x un arma de fuego es 84 veces mayor a la de un europeo (tasa 34.1 cada 100 mil hab.); 115 veces mayor a la de un húngaro, griego, ingles, austríaco, japonés irlandés (Sistema de Información Estadística de la Organización Mundial de la Salud, 2002-2006. OMS – WHOSIS)

3. América Latina con el 14% de la población mundial presenta el 42% de los homicidios con armas de fuego a nivel mundial por año (CLAVE) ¿Por qué es necesario educar para reducir la violencia armada? Porque las armas son parte constitutiva de la dinámica de la violencia en nuestras sociedades.

La presencia, propagación y circulación de armas en manos de civiles se valida en concepciones socialmente arraigadas que privilegian el ejercicio de la fuerza y la agresión como forma de conseguir seguridad, contrarrestar las amenazas y/o mantener el orden. Justificado por la inseguridad provocada por la delincuencia se adquiere un arma, pero el arma misma representa un factor de amenaza de violencia para otros.

Puede suceder que una persona armada puede defenderse de sufrir una agresión de un delincuente. Pero también, puede usar su arma para agredir a otros, argumentando su propia defensa, aunque solo esté en juego su honor, su imagen, y no su propia vida. La violencia social armada pone en peligro las libertades y los derechos de las personas, y se retroalimenta, dando lugar a comunidades temerosas y, al mismo tiempo, reaccionarias.

Por eso, es necesario un cambio cultural que tienda a garantizar a todos los ciudadanos posibilidades ciertas de crecimiento en contextos de libertad, desarrollo y paz social. En este sentido, la educación de nuestros hijos y la provisión de habilidades para mediar sus conflictos de manera no violenta se vuelven fundamental. La presencia de un arma en el hogar, tanto como los comportamientos agresivos o violentos, no contribuyen a lograr este objetivo.

Al mismo tiempo, los espacios institucionales como la escuela u otras instituciones son ámbitos apropiados para inculcar valores por la paz. El desarrollo de programas alternativos como los canjes de juguetes bélicos, también pueden ayudar a crear conciencia en los niños al respecto.

Fuente : “Programa Nacional de Entrega Voluntaria de Armas de Fuego” del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación Argentina

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