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Pensar, jugar, crecer, aprender… ¿Un encuentro posible?

Artículo sobre el sentido del juego.

¿Cuál es el sentido y lugar que le otorgamos al juego? ¿Qué espacios habilitamos para que los niños jueguen? ¿El juego responde a un “don natural” de los niños o a jugar se aprende?

– Jugar es el primer acto creativo del ser humano. Comienza cuando el niño es bebé, a través del vínculo que se establece con la realidad exterior, las fantasías, necesidades y deseos que va adquiriendo.

– La acción lúdica, lejos de ser espontánea es efecto de un trabajo que el infante realiza, trabajo que tiene su especificidad su lógica, y su finalidad.

“Pese a que las personas adjudican jugar como algo natural y universal a los niños, la experiencia nos demuestra que esta actividad es frecuentemente confundida con imitaciones o meros  automatismos. Nos topamos con niños que no poseen la capacidad para jugar, para atravesar aquella zona llamada infancia.” (Clemencia Baraldi, Jugar es cosas seria, Homo Sapiens, 1999)

– Si intentamos dar respuesta a la pregunta,  de si jugando se aprende,  los auditorios más diversos responden afirmativamente casi en su totalidad. Nadie se atreve poner en duda esta afirmación,  ni siquiera la importancia del juego para el desarrollo del niño, tanto en sus aspectos madurativos, cognitivos, motrices y emocionales.

Docentes, profesionales del área de la educación y de la salud, padres y adultos en general resaltan la importancia del juego sobre todo en el niño y reclaman por otro lado más espacio y tiempo de juego para los mismos. En ocasiones formulan de manera directa y en otras escondidamente que: “los niños de hoy ya no saben jugar o juegan cada vez menos”.

Sin embargo, en otros ámbitos de adultos se escuchan expresiones como: “este niño solo juega”, “no hace otra cosa que jugar”, “a la escuela no venimos a jugar”, “ya es hora que dejes de jugar y te pongas a trabajar”, etc. Algunas de estas afirmaciones hemos escuchado todos seguramente alguna vez.

¿Qué conceptos o ideas se esconden detrás de las mismas? ¿Qué mensajes damos a los niños con estas afirmaciones?

Analizar cuál es el tiempo que dedicamos al juego y cuál es el espacio que abrimos para el mismo. Así como también qué tipo de juego permitimos y cuáles no tienen cabida en nuestra vida cotidiana y en la de los niños.

– El juego siempre que este asociado al aprendizaje  es “tolerado”.   Siempre y cuando deje enseñanzas, sea educativo y no sea simplemente “jugar por jugar”. Así generalmente,  los padres elegimos juegos y juguetes buscando que “sirva para algo”, que enseñe algo, que el niño aprenda. El juego y el jugar,  que no esta  asociado casi explícitamente a un objetivo y fin pedagógico-didáctico,  genera temor en muchos adultos.

– Diversos autores afirman que jugando el niño desarrolla la inteligencia. Esto no implica una relación “mágica” con un juego determinado ni con el juego en general. El nexo está dado por la posibilidad de ir ensayando, probando, combinando, manipulando múltiples estrategias, materiales, formas de hablar, de moverse, de actuar, etc.

Situaciones como las que acabamos de mencionar, podemos encontrar muchas en nuestras vidas cotidianas. No sólo por parte de niños, sino también de niños con adultos y entre adultos.

– En los niños encontramos esa habilidad tan especial y delicada de transformar cualquier espacio y tiempo en lúdico, creando una situación imaginaria y fantástica.

– Es la mirada que transforma un espacio llano y gris, en un campo multicolor con edificios, animales, monstruos y otros habitantes.

– El juego es un arte, exige al jugador un esfuerzo metafórico, mirar la realidad agobiante, tediosa y quizá inalcanzable y transformarla a su medida, a sus posibilidades, creando un nuevo mundo fantástico, donde estas barreras no existen, sino solamente desafíos curiosos y apasionantes que existen con el solo efecto de continuar el juego.

– El juego es un arte porque habilita un lenguaje expresivo totalmente novedoso y diferente al cotidiano.

– En el juego se conectan mundos diferentes, realidades opuestas que posibilitan una nueva creación fantástica, donde las reglas son otras, muchas veces más nobles, porque “todo” se puede, siempre y cuando en ese todo, mi persona esté protegida y contenida.

– Jugar, de alguna manera es jugarse, y por ello podemos hablar también de arte. Jugando puedo crear una nueva metáfora que me permite reestructurar, reelaborar pero también anticipar y anticiparme a futuros desafíos e interrogantes.

– Jugar es un arte de combinar, de hablar, de decodificar, de comunicarse con el otro, reestructurar para crear nuevas estructuras… en definitiva es el arte de disfrutar, de transitar placenteramente,   de gozar la vida y gozar (se) a sí mismo.

Un arte, que en definitiva, es el arte de ser persona, el arte de ser, de estar en el encuentro con su propia esencia, aquello que me identifica, que me atraviesa, que me conduce

– Al jugar se entra en el terreno de lo simbólico, independientemente que nos postulemos en una clasificación de juego u otra. En todo tipo de juego, hay algo en el orden de lo simbólico, que permite la entrada a su vez en otra dimensión de nuestra persona.

– Es lo que nos permite comenzar a desarrollar lo más profundo y lo más esencial de nuestro ser persona, de nuestro ser-humano. *En este orden simbólico, desde y dentro del plano simbólico, podemos crear y desde allí crecer. Espacio simbólico que permite descubrir aspectos nuevos, de nuestra persona y animarnos más,  si tenemos en cuenta que el deseo es el motor del juego.

– A medida que el deseo se va poniendo en movimiento, en acto, se plasma en la realidad con objetos reales o fantaseados, el niño va creciendo y va “siendo” él mismo.  En el juego y a lo largo de jugar cada uno va desarrollando y a su vez transformando lo más esencial de uno mismo.

– Tomando las palabras de Rodolfo (2000): “En este núcleo en que jugar a es jugar a ser, se alberga nuestra mejor posibilidad de ser”.

De ahí la relación “jugar-creer y crecer-ser”. Instancias que vanen caminos simultáneas y que no tienen un fin, sino que se van recreando a cada instante y en todas las etapas de la vida.

Porque el JUEGO es VIDA, y JUGAR es CRECER; permitámonos como educadores JUGAR la VIDA para permitir de este modo a los niños que también la JUEGUEN.

Los saluda afectuosamente Gisela Gurfinkiel

Teléfono celular: 15-5025-2866 e-mail: [email protected]

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