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Los juegos y la contención en las internaciones de los niños

Juego y contención, dos aliados para sobrellevar la internación.

La enfermedad altera la rutina de los chicos y de las familias. Estudios, visitas al médico y tratamientos empiezan a acaparar los tiempos de la agenda, algo que se vuelve todavía más notorio durante las internaciones.

En estos momentos hay algo que se debe tener presente por sobre todas las cosas: ese pequeño sigue siendo un niño y se le deben ofrecer todas las posibilidades para continuar con su crecimiento y desarrollo.

El diagnostico de cáncer es una experiencia que genera temor, angustia y desesperanza. Adaptarse a las exigencias del tratamiento es complicado para el chico, de manera que necesitará tiempo y apoyo de todo su entorno.

Es importante señalar que la forma en que los pequeños entienden la enfermedad y el tratamiento depende en parte de su etapa evolutiva y de su carácter, aunque también influyen la forma en que los padres tratan el tema y la manera en que los médicos establecen la comunicación con la familia.

Por todo esto, la estadía en el hospital es una experiencia fuerte para chicos y padres. Conocer las cosas que pueden suceder los ayuda a prepararse para afrontar con menos angustia y ansiedad la rutina hospitalaria.

Hay que tener presente en todo momento, sobre todo durante la internación que un niño necesita de la posibilidad de seguir siendo él mismo, más allá del de deterioro físico.

¿Cómo ayudarlo?

Permitiéndolo hablar de lo que le interesa y lo mantiene activo y animado. Los pequeños también precisan expresar sus sentimientos y preocupaciones. Hay que habilitarles que está bien reírse y estar triste, en este sentido el humor es un aliado indiscutible para aliviar la angustia.

En el hospital el contacto con la enfermedad y el comienzo del tratamiento representa una situación nueva y difícil. El chico tiene que estar en un lugar extraño, en contacto con muchas personas que no conoce. Además, debe soportar malestar físico, procedimientos, estudios, cambios de rutina: horarios diferentes, comidas que no puede elegir, alejamiento de su casa, separación de hermanos, amigos y escuela.

Ante estas situaciones difíciles es importante que se lo acompañe y se lo aliente a jugar. Acompañarlos activamente ayuda a mejorar la predisposición, aumenta la calidad del tiempo que permanece en la institución, favorece la autoestima del chico al sentir que se ha podido enfrentar exitosamente una situación difícil y fortalece la alianza terapéutica con el equipo de salud.

En términos de decisiones frente a la enfermedad, dependiendo de la edad del niño, éste debe sentir que está incluido en lo que los familiares van conociendo y resolviendo. Los padres tienen que darles a sus hijos la oportunidad de hablar sobre el dolor y las cosas que les preocupan, pues esto reduce considerablemente su ansiedad.

Los chicos saben más de lo que los adultos piensan. Es bueno escuchar las ideas que tienen acerca de su enfermedad ya que de esa manera se pueden reforzar los conceptos que son correctos y modificar aquellos que no tienen que ver con la realidad. Mantener un diálogo honesto los ayudará a aceptar la nueva situación.

Por último, como medida primordial en todo momento de la vida del niño, éste debe ser respetado y valorado.

Teresa Méndez, Responsable Área Psicosocial Fundación Flexer www.fundacionflexer.org

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