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La alimentación de los niños: ¿Qué y cómo comen nuestros hijos?

Tema de la semana: La alimentación de los niños: ¿Qué y cómo comen nuestros hijos?

No hay padre que no intente hacer lo mejor por sus hijos. Sin embargo –a la luz de la realidad- hay un aspecto en el que algunos, o me atrevería a decir, muchos, estamos fallando un poco: su alimentación.

¿Hay una verdadera conciencia de lo que un niño debe y necesita comer? Los padres ¿conocemos con certeza esas necesidades.

La realidad nos dice que nuestros niños no están bien alimentados. No estamos hablando del niño al que la pobreza lo condena a una mala alimentación y/o a la desnutrición.

En este caso, hablamos de niños que sí pueden alimentarse, cuyos padres están en condiciones de comprar variedad de alimentos. Hablamos de niños que comen, pero mal.

Los padres nos preocupamos por muchos aspectos de la vida de nuestros hijos, la escolaridad, sus compañías, que se desarrollen físicamente y también, que sean felices y que se diviertan. Pensemos un poco si, a la hora de comer, tenemos tan claro todo y si no leamos los siguientes fragmentos que hablan sobre el tema:

“Detectan que los menús escolares son muy calóricos y poco nutritivos: a los platos les falta nutrientes esenciales como calcio, hierro y vitaminas. Lo peor está en los postres: sobran alfajores y faltan frutas. Según el estudio, el 20% de los chicos tiene sobrepeso y el 5% es obeso”. (1)

“Los niños tienen deficiencias de nutrientes básicos y están en proceso de crecimiento…”. (2)

Sólo como ejemplo, una serie de porcentuales respecto de la ingesta de ciertas vitaminas en los niños tomados en el Gran Buenos Aires indica.

“Calcio: 49,2% es el porcentual de niños que no llega a su ingesta recomendada como nutriente; Hierro: 89,4%; Vitamina C: 60%…” (3)

Otro tema a tener muy en cuenta es el de las grasas transgénicas o “trans” para los amigos (o enemigos, según se mire).

Vale la pena saber un poco más en este tema tan vigente, desgraciadamente:

«Las grasas transgénicas se encuentran naturalmente en algunos productos animales, pero la gran mayoría se fabrican por un proceso de hidrogenación. Es un proceso por el cual se evita que la grasa se ponga rancia transformándola de grasa líquida a grasa sólida. Las grasas hidrogenadas se usan para fabricar alimentos procesados, comidas rápidas y cocidas comercialmente, como margarinas, helados, tortas, alfajores galletitas, panes, hamburguesas y papas fritas», detalla la doctora Cecilia Calvar, jefa del Departamento de Endocrinología del Hospital Fernández. Pero, ¿por qué hacen mal? «Una ingesta alta provoca un alto contenido de colesterol, es decir, un aumento importante de contraer un riesgo cardiovascular y también pueden estar relacionadas con algunos tipos de cánceres. La alimentación inadecuada comienza en la infancia y tiende a persistir de adulto. Teniendo en cuenta que el proceso de artereoesclerosis se inicia en la niñez, es de fundamental importancia que las acciones preventivas comiencen desde ese momento de la vida.  A partir del año pasado, se estableció como obligatoria la inclusión del contenido de transgénicas en el etiquetado nutricional de los alimentos envasados. De este modo, la minuciosa lectura de las etiquetas ayuda a escoger los alimentos más sanos. Pero cuando la elección se encuentra a cargo de los mas chicos, como en el caso de los quioscos escolares, es de fundamental importancia que la oferta de alimentos esté exenta de grasas trans», agrega Calvar.

Pero, ¿cómo se educa a los padres para que luego eduquen a sus niños? Según la Dra. María Inés Somoza, jefa de la división Nutrición de Favaloro, «son fundamentales las charlas de educación alimentaría. Además, cuando sea sancionada la ley de los kioscos saludables en los colegios, donde se prohibirá la venta de productos con grasas trans, será de una gran ayuda para modificar los hábitos alimenticios”. (4)

Detengámonos en algunas de las palabras de esta nota: rancia – riesgo – colesterol – cáncer – artereoesclerosis. Me da muchísima impresión No quiero ver relacionadas estas palabras con mis hijos, ni con los de nadie. Sin embargo ahí están, no sólo en el texto, sino en una posibilidad cierta si no cambiamos algo respecto de su alimentación.

La alimentación es un hábito, como tantos otros. Muchos de ellos se adquieren en la infancia y, nos guste o no, perduran por el resto de nuestras vidas.

Somos nosotros, los padres, quienes fomentamos o deberíamos fomentar ciertos hábitos en nuestros hijos. No sólo se trata de enseñarles a saludar, dar las gracias, pedir por favor y tantas otras cosas que, con muchísimo amor, les insistimos para que hagan.

También deberíamos tener en cuenta inculcar en ellos un buen hábito alimenticio. Informarnos, saber realmente qué es lo que deben y no deben consumir.

Y como siempre que se habla de hijos y padres, está el tema de los límites. ¿Somos capaces de un “no” ante un pedido tan común como un paquete de papas fritas?, ¿estamos dispuestos a invertir tiempo, energía y paciencia en acostumbrarlos a comer verduras, frutas, fibras o vamos a “la fácil y con un panchito estamos listos”?

No es fácil que un niño quiera comer o tomar ciertas cosas, hay que darles tiempo, tratar de encontrarle la vuelta, pero el esfuerzo vale la pena.

Como en todos los aspectos de la vida de nuestros hijos, hay muchas cosas que no dependen de nosotros modificar, por ejemplo, el colegio: si en el mismo hay un kiosco donde, lejos de cuidar a sus blancas palomitas, le venden todo tipo de comida chatarra; los cumpleaños de los amiguitos: donde lo único que se sirve son alimentos (si así podemos llamarlos) con grasas trans, que alguien lo invite a su casa y les ofrezca este tipo de comidas, etc.. Estas son cosas que no están en nuestras manos cambiar (y hasta cierto punto también), pero en casa sí.

En el hogar y con amor, construimos los cimientos del futuro de nuestros hijos, sólo la base, el resto lo harán ellos solitos.

Por eso, para que su base sea buena, para no enfermarlos de entrada, para que comiencen a transitar sus vidas fuertes y sanos, hay que alimentarlos bien. Esto sí depende de nosotros y está en nuestra manos hacerlo.

No es fácil, los papás estamos cansados, no hay mucho tiempo ni de cocinar, ni de convencer sobre las beneficios del churrasco y la espinaca, pero aún así, tenemos que hacerlo.

En tantas cosas ayudamos a nuestros niños ¿por qué no en una más? Ellos siempre esperan que les demos una manito ¿qué tal ésta?

(1) (Fuente: Diario Clarín nota del 29.03.08).
(2) (Fuente Guías Alimentarias para la población Argentina)
(3) (Fuente Guías Alimentarias para la población Argentina, 2da. Edición año 2006).
(4) Fuente Diario Clarín 01.03.08

Buena alimentacion

Fragmentos de la nota de la misma autora publicada en la revista on line de Ediciones San Pablo.

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