Saltar al contenido

"Mi hijo, el campeón" (Las expectativas de los padres)

Mi hijo, el campeón (Las expectativas de los padres)

Cuando los padres ponen demasiadas expectativas en el futuro de sus hijos, ¿Es aliento o frustración?

El niño necesita, para desarrollarse de una manera saludable y placentera, un entorno de seguridad, estabilidad y contención afectiva. Y esto se crea a través de las funciones maternas y paternas. La función materna principal en la crianza del niño es contener, alimentar, acunar, sostener.

Constituye la base afectiva esencial desde la cual se construye el ser humano. Paternar, por su parte, es el necesario acompañamiento que requieren los chicos en su desarrollo, primero para separarse de la relación simbiótica con la madre e iniciar un proceso de independencia y de construcción de la identidad.

Cada una de estas funciones es importante, pues se trata no solo de cubrir las necesidades básicas sino también de brindar la seguridad y la confianza necesarias como base para que el niño vaya por más. Para que todo esto suceda es necesario que ambos padres desplieguen su deseo hacia ese niño, el deseo que motorizará el vínculo y el desarrollo.

Desde esta seguridad, pequeños y pequeñas exploran la realidad de una manera más autónoma, pero siempre con la garantía de que podrán encontrar ayuda y respaldo en sus padres o en las personas que los criaron.

Seguramente para todos los padres, o eso esperaríamos, su hijo es lo más preciado en el mundo; y para esos pequeños, sus padres son el centro del universo, su marco referencial, la presentación del mundo frente a sus sentidos y emociones. Es por ello que la modalidad de crianza que optemos como adultos tendrá grandes consecuencias en ellos en todas las áreas que lo conforman: afectiva, intelectual, social y física.

Si bien no hay una única manera de desarrollar saludablemente la maternidad y paternidad, hay posiciones que favorecen u obstaculizan la misma y por ello debemos reflexionar e informarnos acerca de las mismas. En ese camino, uno de los errores más frecuentes de los padres en esta época frente a la crianza es el lugar de la exigencia, basada en preparar a sus hijos para el mañana, para el mundo competitivo.

Aquellos que practican algún deporte lo experimentarán. Es frecuente observar padres que depositan su propio deseo de éxito, de fama o de progreso en sus hijos y así pierden la brújula.

Esto es, no se detienen en conocer los intereses singulares de sus niños. Lo que hacen es confirmar su propio deseo, generando nuevas obligaciones y exigencias de una actividad que tal vez a los pequeños no les agrada, le dedicarían menos tiempo o simplemente no son buenos para ello, entre otras tantas opciones que marcan una distancia entre lo que los padres y los hijos desean o esperan. Más aún, si coincidieran padre e hijo en querer triunfar en algún deporte, los adultos deben proporcionar un clima de participación, esmero y auto superación dentro de los límites saludables y beneficiosos para ello.

Esto no se logra siendo exigentes, así solo se promueve la competitividad, pues elogian solo el triunfo, desvalorizan el esfuerzo y critican el mal resultado.

Los padres deberían:

-Aceptar los fracasos de sus hijos promoviendo la autosuperación en una medida saludable.

-Valorar el esfuerzo más allá del resultado.

-Acompañar en la decepción favoreciendo el trabajo para lograr mejores resultados.

-Respetar a los adultos que acompañan o guían la práctica deportiva.

-No criticar a sus hijos.

-Mantener un diálogo abierto permanente.

-Construir una mirada crítica hacia distintos estímulos del entorno.

-Festejar sus logros.

-Alentar a ir por más.

Lic. Marisa Russomando, Psicóloga (MN) 23189,, Directora de Espacio La Cigüeña.
www.marisarussomando.com.ar

Califica esta entrada

Por favor, ¡Comparte!



Por favor, deja algunos comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recibe nuevo contenido en tu E-mail

Ingrese su dirección de correo electrónico para recibir nuestro nuevo contenido en su casilla de e-mail.



Descubre más desde EnCuentos

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo