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Médicos sin Fronteras en el mundo

 

Tema de la semana: Médicos sin Fronteras. Voluntarismo y trabajo. Médicos del mundo.

Cuando la vocación va mucho, mucho más allá. Tan lejos como sólo el corazón puede imaginar.

¿Uno elige la vocación o la vocación lo elige a uno? ¿Qué pasa cuando la vocación por ayudar, curar, aliviar el dolor excede los límites de un consultorio u hospital? Dicen que la vocación es como un sacerdocio y yo creo que el trabajo qué realiza MEDICOS SIN FRONTERAS es casi idéntico al trabajo que con tanto amor, dedicación y entrega realizan los misioneros.

Quizás haya gente que aún no sabe de qué estoy hablando, vale la pena enterarse. En este mundo de hoy, en el cual pareciera que cada uno mira sólo su ombligo, hay gente que deja todo por el otro y no precisamente por una creencia religiosa, sino por una vocación, la de sanar: donde sea, a quien sea y en las condiciones que sea. Leamos lo que MSF tiene para contarnos acerca de su trabajo. Agradezco a la Dra. Lara Manovil de Comunicación y Prensa de MSF en Argentina quien me autorizó a compartir con Uds. esta información que reconforta el corazón.

Médicos Sin Fronteras (MSF) es una organización humanitaria internacional de acción médica que asiste a poblaciones en situación precaria, y a víctimas de catástrofes y de conflictos armados, sin discriminación por raza, religión o ideología política. Es independiente de todo poder político, económico o religioso.

Está presente en más de 70 países, con cerca de 500 proyectos en marcha y 19 oficinas en los cinco continentes.
Cada año envían a más de 3.000 profesionales internacionales, que trabajan con 15.000 profesionales locales contratados en los proyectos.

Controlan la cadena de distribución de la ayuda, desde su origen hasta su destino final.
Cuentan con 3,1 millones de socios y colaboradores en todo el mundo.

Lleva más de 30 años de experiencia en acción médica y humanitaria y obtuvo el Premio Nobel de la Paz 1999. Tiene sede también en Buenos Aires.

Con los más olvidados

Hoy en día es una de las principales organizaciones humanitarias independientes del mundo. Su objetivo es asistir a poblaciones a las que nadie puede o quiere llegar: víctimas de conflictos olvidados, de enfermedades que no afectan a los países desarrollados pero que se cobran millones de vidas en otras partes del mundo, personas invisibles para una amplia mayoría y que nosotros no estamos dispuestos a ignorar.

Testigos de excepción

Nuestra presencia directa en los escenarios de crisis nos convierte a menudo en testigos del horror y el sufrimiento humano. Aunque no podamos asegurar que las palabras salvan vidas, sí sabemos que el silencio mata. Por eso, cuando la asistencia médica no es suficiente, informamos sobre las situaciones que presenciamos y denunciamos violaciones graves de derechos humanos o del Derecho Internacional Humanitario, como medida de protección de las poblaciones a las que asistimos.

Acción humanitaria independiente

Para dar asistencia en función de las necesidades reales y no de intereses políticos, económicos o religiosos, es imprescindible tener independencia financiera. Nuestra libertad de acción se basa en los fondos privados, que constituyen más del 80% de nuestros ingresos, y que nos permiten decidir dónde y cuándo es necesario intervenir, sin aceptar presiones que condicionen la ayuda. Sólo así, la acción humanitaria puede ser verdaderamente eficaz y desinteresada, al servicio de las personas y no de los Estados.

En general, estamos acostumbrados a relacionar a quien busca el bienestar ajeno, el que ayuda al que está en peligro, el que se acuerda del marginado, con un buen cristiano.
En realidad, si bien lo pensamos, lo que realmente hace falta para hacer una tarea cuya entrega es total, sacrificada y hasta peligrosa es ser un buen ser humano, ni más, ni menos, con toda la magnitud que ello implica.

Hay en cada uno de los miembros de MSF una vocación que va mucho más allá que la de curar (lo cual ya es mucho). Una vocación por acortar distancias, sanar ausencias, acordarse del olvidado, por aliviar el dolor no sólo físico, por adentrarse en lugares a los que pocos quieren ir, por enfrentarse a situaciones que no demasiadas personas enfrentarían.

La vocación tiene que ver con el amor. En este caso, no hay un mandato de nadie, ni político, ni gubernamental, ni siquiera religioso. Es el mandato del corazón, el único que llega donde nadie, el que cura lo que nadie puede llegar a curar.

Es conmovedor y reconfortante que en este siglo XXI, en el cual cuesta tanto ser salido de uno mismo, haya gente que no sólo piensa en el otro, HACE por el otro, se juega por el otro, alejándose de los suyos, poniendo en peligro sus propias vidas, dejando de lado toda comodidad.

Comparto con Uds. parte del testimonio de la Dra. Carolina Nanclares (foto), quien ha trabajado en África (República Centro Africana, Chad).

dra carolina nanclares

“Desde pequeña yo soñaba con algún día poder ser una de esas personas que uno escucha que están en aquellos sitios remotos prestando ayuda a poblaciones necesitadas, y esto fue el motor que me impulsó a seguir mis estudios de medicina. Hoy me veo allí, haciendo exactamente eso que de chica tanto soñé y me da una gran satisfacción personal.

Esta satisfacción personal viene muchas veces acompañada por la sensación de frustración y de angustia por la realidad a la que uno se ve enfrentado y por la impotencia de no poder hacer “todo”. Pero después uno aprende que hay que conformarse con pequeños pasos que, aunque pequeños desde nuestro punto de vista, para el grupo de gente al que estamos asistiendo puede significar tantísimo…

…desde lo humano, es mucho lo que uno trae luego de las misiones. El aprendizaje sobre las distintas culturas, los grupos humanos tan heterogéneos con los que uno trabaja y convive, aportan un enorme enriquecimiento a la persona. He estado conviviendo con diversas culturas, cada una con sus creencias, sus problemas, sus formas de vivir, sus maneras de enfrentar la dura realidad que les ha tocado y esto para mí ha sido un valiosísimo aporte a nivel personal. Sin duda, resulta imposible permanecer indiferente ante todo aquello que uno ve: las injusticias, la desigualdad, el sufrimiento o hechos que indefectiblemente modifican la escala de valores y las prioridades individuales que nos han sido inculcadas desde que somos niños por nuestra sociedad occidental de consumo, materialismo e individualismo.

En fin, creo que lo que para algunos puede ser considerado como un “sacrificio” de vida, para mí no lo es en absoluto, sino todo lo contrario: me siento privilegiada de poder hacer lo que hago.”

Para quienes quieran sumarse MSF o colaborar con ellos: www.msf.org.ar, www.msf.es.

“Si puedo evitar que un corazón sufra, no viviré en vano; si puedo aliviar el dolor en una vida, o sanar una herida o ayudar a un petirrojo desmayado a encontrar su nido, no viviré en vano” ( Emily Dickinson)

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