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Diabetes de la adolescencia

 

La adolescencia puede representar un desafío para cualquier niña o niño, ya que se enfrenta a cambios sexuales y emocionales, esta etapa puede ser especialmente dura para un adolescente con diabetes, enfermedad que la padecen millones de menores en el mundo.

Incluso aquellos adolescentes que convivieron bien con su enfermedad durante la infancia pueden sentir el deseo de llevar una vida «normal», sin medicinas ni limitaciones y sin tener que cuidar de sí mismos de ninguna forma especial. Es una reacción completamente normal.

Algunos adolescentes que han aprendido a controlar su enfermedad se sienten tan sanos y fuertes que se llegan a cuestionar si necesitan continuar con el tratamiento. Lamentablemente, dejar el tratamiento puede tener consecuencias graves.

Pueden volverse rebeldes y rehusarse a obedecer. También pueden negar la enfermedad, o manifestar un comportamiento cada vez más agresivo como reacción al estrés que les produce controlar la diabetes, en un momento de su vida que de por sí es un reto difícil de afrontar.

Cuando una persona tiene que vivir con una enfermedad crónica, le puede ayudar mucho expresar su frustración o su tristeza a alguien comprensivo. En momentos como ésos, es importante que piense en cómo le pueden ayudar los demás y que pida ayuda y exprese qué es lo que le gustaría que hicieran por ella.

Los investigadores creen que la hormona del crecimiento producida durante la adolescencia para estimular el crecimiento óseo y muscular también puede actuar como un agente anti-insulina. Los niveles de azúcar en sangre se vuelven más difíciles de controlar, dando como resultado niveles que oscilan entre demasiado altos y demasiado bajos.

Adaptarse a vivir con una enfermedad crónica exige tiempo, paciencia, apoyo — y ganas de aprender y de participar en el cuidado de la propia salud. Las personas que se tienen que enfrentar a retos inesperados a menudo descubren en ellas una capacidad de adaptación y una resistencia que antes no imaginaban que pudieran tener.

Muchos dicen que aprenden más sobre sí mismos al tener que enfrentarse a esos retos, y sienten que crecen como personas y desarrollan la fortaleza interior y la autoconciencia en mucha mayor medida que si no se hubieran tenido que enfrentar a tales retos.

Las personas que viven con enfermedades crónicas descubren que, cuando adoptan un papel activo en el cuidado de su salud, aprenden a entender y valorar sus puntos fuertes — y a adaptarse a los débiles — como jamás lo habían hecho.

Fuente: Salud 180.com

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