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Vigorexia: Obsesionados por el cuerpo

Vigorexia

Vigorexia: obsesionados con el cuerpo

La vigorexia, también conocida como la “enfermedad de Adonis”, es el reverso de la anorexia nerviosa.

Padecida en su mayoría por hombres (casi un 90%), se caracteriza por la necesidad de hacer ejercicios físicos en forma extralimitada y, a pesar de que la masa muscular crece, la persona siempre se ve delgada.

A menudo, es posible detectar a simple vista quien puede llegar a padecer este trastorno: sujetos cuyo tamaño del torso es muy grande en relación a su cintura, cabeza y piernas.

Las mujeres, además de la pérdida absoluta de las grasas, pierden su feminidad y se masculinizan. Respecto a la forma de alimentarse, siguen una dieta hiperprotéica (alto contenido de proteínas) de manera que todo lo que consuman vaya directo a la masa muscular. Si uno de sus músculos se lesiona, estas personas igual van a tratar de ejercitarlo porque creen que si no lo hacen van a tener una parte del cuerpo más grande que otra.

Esto último se conoce como trastorno dismórfico corporal (preocupación excesiva y fuera de lo normal por algún defecto percibido en la imagen corporal, ya sea real o imaginado) Para evitar confusiones, es necesario marcar la diferencia con el fisicoculturismo. Este consiste en una disciplina que contempla cuidados específicos, tanto de nutricionistas como médicos.

Por el contrario, en la vigorexia, la persona no busca el asesoramiento de profesionales o, si lo hace, como los resultados no son los esperados, omiten los consejos e indicaciones médicas, por ejemplo, en lo que se refiere al uso de anabólicos. Cuando nos ponemos a indagar en las causas, encontramos que son múltiples.

Tenemos la predisposición biológica, a lo que se suma la herencia adquirida (entorno familiar y grupos de pertenencia). Son individuos con muy baja autoestima, baja tolerancia al stress, a la frustración y a la responsabilidad. La patología manifiesta una búsqueda de amor y contención.

Normalmente, este tipo de patología se caracteriza por aparecer en la adolescencia tardía o en el adulto joven, produciendo una modificación en su forma de vida. La obsesión por el cuerpo hace que la persona afectada, desde que se levanta, comienza una estricta rutina de ejercicios físicos y de alimentación.

Para justificarlo, siempre explican que se ven delgados, que aun les falta masa muscular. Van a trabajar o a estudiar, y como piensan que es tiempo desaprovechado para ir al gimnasio, es común observarlos con tensores o pesas disimulados a lo largo del cuerpo.

Estas nuevas costumbres provocan una reducción en su círculo de amistades, aislamiento, que lo lleva a rodearse de personas que sean afines, es decir, personal trainer, fisicoculturistas, personas que estén permanentemente dentro del gimnasio, etc.

El problema principal lo constituye el uso de complementos porque a la larga va a afectar el estado de ánimo y, cualquier provocación (sea o no dirigida a ellos), puede ser un detonante de su agresividad hacia el mundo externo.

Este desequilibrio, con el tiempo puede acarrear diversas consecuencias en la salud como problemas cardíacos, renales, hepáticos y disfunción sexual, entre otros. Pero es importante saber que es una patología que tiene cura y es menos dañina que otros trastornos de la alimentación.

En la bulimia y anorexia pueden intervenir otro tipo de factores, sobre todo cuando hay conductas compensatorias como las purgativas. Cuando hay purgas, la hipocalemia (descenso del potasio en sangre) puede descompensar y matar. Estallidos gástricos, ruptura de esófago, productos de la purga, pueden conducir a la muerte.

Si bien la vigorexia es menos peligrosa (una persona puede vivir con este trastorno toda la vida) potencialmente puede ser fatal. Algunas personas tienen conocimiento de hasta dónde pueden llegar, cuáles son sus límites.

La mayoría, llegan a ALUBA porque tienen miedo de padecer algún desorden de la alimentación (debido a la rigurosa dieta que siguen), por ejemplo bulimia pero sin vómitos. Es cierto que tienen un desorden, pero rápidamente el profesional entrenado detecta cuál es el trastorno real e indica el tratamiento adecuado.

La recuperación implica un tratamiento similar al de cualquier patología alimentaria: un abordaje individual y grupal, con preponderancia de este último ya que lo importante es que el paciente sepa que hay otros que están pasando por la misma situación y que no es el único.

El objetivo consiste en resocializarlos en un entorno más sano, reeducarlos en el tema de la alimentación y ayudarlos a poner en palabras lo que están poniendo en el ejercicio físico. T Por supuesto, el acompañamiento de la familia es fundamental. Cualquier tratamiento debe incluirlos para que todo su entorno afectivo sepa cómo colaborar, cómo contenerlo y cómo ponerle límites (sin confundir esto con autoritarismo).

Licenciado Marcelo Bregua (Matrícula: 18.179)

Coordinador General de ALUBA

www.aluba.org.ar

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