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Derecho a la vida

Derecho a la vida

Derecho a la vida, Alicia Casati, escritora argentina. Reflexión perteneciente a la Antología de EnCuentos por los Derechos del Niño

“Los niños tienen derecho a la vida”


La Vida es el derecho más importante que tenemos los seres humanos, y cuando nos referimos al Derecho a la Vida debemos reconocer que el mismo, pertenece a una serie de derechos básicos para la concreción de otros derechos.

Debemos ubicarlo dentro del Derecho a la Condición Humana, que significa que al ser humano se le reconozca su condición de tal; y que incluye además de este derecho esencial, otros como el derecho a la salud, al nombre, al honor, a la imagen, a la personalidad, a la dignidad y a la integridad corporal y psíquica.

De tal manera que la finalidad de estos derechos serían -en un marco genérico- la protección de la existencia plena y digna de todos los seres humanos sin discriminación alguna. Escribir acerca de este derecho es tan amplio y con tantas facetas que se podría hacer una tesis doctoral, pero vamos a centrarnos en hechos concretos.

Si profundizamos los alcances de este derecho nos encontramos con distintas problemáticas, como por ejemplo aquellos que defienden lo que ellos consideran derechos: aborto – eutanasia – manipulación genética; y/o situaciones complejas como el genocidio, la pena de muerte, el homicidio, las torturas, el hambre, la contaminación ambiental, las guerras, la trata de personas y en especial de menores que casi siempre terminan fatalmente.

Otra faceta de este derecho que debe ser puntualmente considerada, es que el D. a la Vida debe contemplarse más allá de la mera existencia, ya que toda persona debe tener derecho a una vida psicofísica plena dentro de un marco de integridad y dignidad. Tal vez esto suene un poco utópico, pero eso ocurre porque los mal llamados “humanos”, han ido perdiendo esa característica de humanidad y tolerancia hacia el prójimo; y todos los días los noticieros del mundo nos comprimen el corazón con tanta violencia y crueldad generalizada.

Como persona con capacidad de tener conciencia, considero que debería ser inútil hablar de normativas respecto a este derecho fundamental y natural; pero como profesora de Ciencias Jurídicas reconozco que lamentablemente, las personas necesitan que les digan que artículo del Código Civil o Penal les impide que se comporten con brutalidad y salvajismo.

Es así como día tras día nos horrorizamos con informes de asesinatos, violaciones, pedofilia y toda la gama de barbarie generalizada que atentan no solo contra la vida, sino con nuestras ideologías; porque nos estamos acostumbrando a estas situaciones como si fueran algo normal, llevándolo al extremo del fatalismo: “que va a ser, le llegó su hora” ó bien como nos decía la sabia Mafalda “digamos que barbaridad y sigamos con nuestras cosas”.

Ya no hay ninguna Declaración Universal de los Derechos Humanos, ni Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos, ni la Convención de los Derechos del Niño, ni Pacto de San José de Costa Rica, ni la eliminación de la Discriminación Racial, ni la Convención contra la Tortura o Penas Crueles, ni el mismísimo artículo 14 de nuestra Constitución que nos proteja contra las atrocidades que cometen los “seres humanos” a sus semejantes.

Somos nosotros, los que se supone que tenemos raciocinio, y que por ello nos diferenciamos de los animales no racionales, los que deberíamos dar ejemplo de vida; sin embargo día a día nos asombramos de los videos y noticias que avalan el comportamiento de leones y tigres que reconocen y abrazan a la persona que les salvó la vida y les dio de comer, perras que crían gatos o gorilas que amamantan a niños que se caen en el pozo donde habitan.

Por eso debemos parar esta carrera a la locura y ser dignos de la misión por la cual estamos en el mundo; porque a medida que los años van pasando, nos vamos dando cuenta de la tarea que tenemos que cumplir, que de ningún modo tiene que ver con el dinero o la contraprestación, sino con la necesidad de sentirnos bien con la sonrisa y la mirada agradecida del otro.

Como dijo una gran poeta que ya pasó por esta vida, pero nos dejó un legado maravilloso “no es lo mismo que vivir, honrar la vida” Tomemos el ejemplo y seamos pacientes con quien no nos entiende, tolerantes en la diversidad y sabios para poder comprender las situaciones que nos superan. De esa manera no necesitaremos magistrados que nos enseñen y nos digan cómo comportarnos con respeto hacia quienes nos rodean.

Fin
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