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Escribir 750 palabras cada mañana, un hábito transformador

Escribir 750 palabras cada mañana, un hábito transformador

Escribir 750 palabras cada mañana, un hábito transformador. Recursos educativos.

 

Existen en la actualidad numerosos estudios científicos que han logrado determinar que el hábito de escribir es beneficioso a nivel de la salud física y mental, y por ello se insta a hacerlo a cualquier persona, sin importar que se dedique a ello en forma profesional o que tenga real intención de dedicarse a la literatura, aunque más no sea por hobby.
En concreto, se ha estudiado que resulta muy beneficioso realizar lo que se llama “morning pages”, esto es, escribir como primera actividad de la mañana. Es un hábito que podría resultar muy enriquecedor para cualquiera.
Lo que se sugiere realizar es muy simple: poco después de despertar por la mañana, tomar lápiz y papel y escribir hasta completar 750 palabras, que es más o menos 3 páginas, una tarea que demanda algo de media hora.
Se sugiere escribir lo primero que venga a la mente, sin censura, sin pensar en que alguien va a leer lo que produjimos, simplemente dejarse llevar por el ejercicio hasta completar esa cantidad de texto.
Lo primero, que proponerse a realizar esta tarea y cumplirla es una buena forma de ejercitar la autodisciplina y la constancia, unas virtudes muy necesarias para alcanzar con éxito otras metas de la vida más elevadas.
Pero además, resulta un excelente ejercicio de autoconocimiento y de alivio emocional, pues permite revisar las emociones dormidas y canalizarlos. Lo cierto es que podemos llegar a generar textos de gran calidad, que realmente nos sorprendan a nosotros mismos, tal como han descubierto muchos escritores en la historia de la literatura.
Es que aunque parezca paradójico, escribir sin rumbo termina llevándonos a lugares maravillosos. Como punto de partida, se puede tomar un recuerdo, también recrear el sueño que tuvimos la noche que recién terminó, con una idea que quisiéramos desarrollar e incluso con algún pendiente del día. A partir de allí, dejar volar la imaginación. Si nos permitimos la libertad de escribir sin reservas, movidos únicamente por el impulso de escribir, podemos llegar a lugares sorprendentes, hacer verdaderos descubrimientos sobre nosotros mismos, entender cosas que nos preocupan o inquietan, comunicarnos mejor con los demás, expresar mejor lo que sentimos.
Este ejercicio además, también nos enseña al menos dos cosas: una, nuestros propios límites. ¿Qué podemos decir? ¿De qué manera lo hacemos? ¿Con cuánta dificultad? En segundo lugar, también nos hace escuchar a nuestro crítico interior. Todos tenemos una voz que nos señala nuestros errores, a veces con desmedida exigencia. Al poder confrontar a ese tirano interior, podremos detectar cuando nos estamos saboteando a nosotros mismos, para convertirnos en aliados y no enemigos de nuestros proyectos y metas.
Finalmente, pero igualmente importante, la escritura también tiene efectos positivos en aspectos específicos de nuestra salud física y mental, pues puede contribuir a reducir las nocivas consecuencias del estrés y mejorar la memoria, entre otras virtudes.
Así es que escribir cada mañana sin definir un tema específico, puede ser un hábito que transforme nuestra vida y quien sabe, quizá descubrimos algún talento oculto.
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