La vida me contó un secreto
para revelarlo en dos días.
El uno, me vio crecer.
El otro, me vio morir.
Crecí entre rosales y madreselvas
entre juncos y enredaderas.
Tropezando por cañaverales, obscuros,
de un verdor enfermante.
Crecí, corriendo del fiero león
y de su mirada, que clavándome estaban.
Crecí, corrí,
y postrándome en mi lecho,
me vi morir.
Fui muriendo con mis ropas de joven,
con el corazón marchitándose
con el dolor, el llanto y la pena.
Fui muriendo de a poco,
porque tenía que ser
como me habían contado el secreto.
Pasaron los días
que la vida me había revelado,
encontrando que todo continuaba,
y se repetía,
en dos días, lo mismo.
Fin