Saltar al contenido

La Leyenda del Turpial Tricolor

La Leyenda del Turpial Tricolor es una bella leyenda Venezolana escrita por Angel Estrada, sugerida para niños de todas las edades.
Bajo los cielos de la Gran Sabana venezolana, volaba alegremente un pequeño turpial. Su felicidad era tan grande, que viendo a un gavilán a lo lejos trató de acercarse para saludarlo. Pero lo que no pensó, que el ave al notar su presencia se lanzaría sobre él para devorarlo. El pequeño turpial al percibir las malas intenciones del gavilán, vuela desesperadamente hasta un tupido bosque y se esconde. Pero se encuentra con una mala sorpresa: una serpiente lo miraba con deseos de comérselo. Y apresurando su vuelo se refugia en una cueva. Pero cuando el se cree a salvo, escucha el rugido de un oso.
Aquel rugido lo estremeció, y muy acurrucado estaba, cuando inesperadamente oye una voz:
— ¡Por aquí…, turpialito, muy cerca de ti estoy!
Pero no podía ver nada por la oscuridad que reinaba en la cueva, y sólo pensaba en su vida. Pero cuando se creía perdido, lo tocan y le dicen:
—Soy yo, lechuza. ¡Anda…, sígueme!
Y él al reconocer la voz de su amiga lechuza, exclama muy asustado:
— ¡Gracias…, querida amiga!, pensé que era el oso que venía a comerme ¿Y dónde… está ese carnicero?—le preguntó angustiado.
— ¡Detrás de nosotros!… —respondió ella apurada—. Pero no mires hacia atrás y salgamos rápido de aquí.
— ¿Y para dónde vamos…, amiga?— le preguntó preocupado.
—Para mi casa, turpialito, allí estaremos a salvo— decía lechuza, al mismo tiempo que se alejaban del peligro.
Y después de tanto volar, llegan muy fatigados a la morada de lechuza y se paran sobre un hermoso tronco coloreado. Turpialito se queda observando aquellos hermosos colores, y exclama:
— ¡Que bello tronco, amiga lechuza! ¿Y que significan los colores? — le preguntó muy entusiasmado.
Lechuza observando la emoción de turpialito por los colores del viejo tronco, le explica:
—Cada color, pajarito, representa a un ave que compitió hace muchos años por ser símbolo nacional de esta tierra, y cada uno de ellos tiene su leyenda. Pero ahora, ¿cuéntame…, qué estabas haciendo en la cueva de ese oso?— preguntó lechuza con mucho interés.
— ¡Ay!…, mi querida amiga — exclamó con la cabecita baja, escondiendo sus alitas entre cuerpo—Pero me da mucha vergüenza. Me encontraba huyendo de un gavilán al que quise saludar.
Y lechuza mirándolo fijamente a los ojos, le llama la atención:
— ¡Estas loco…, pajarito, cómo se te ocurre semejante disparate! ¿Pero dime, a qué se debía ese saludo?— le preguntó confundida.
Y turpialito enrojecido le cuenta lo sucedido:
— ¡Todo comenzó por un sueño! Un sueño donde era el ave más querida de esta tierra— le reveló avergonzado.
— ¡Y por un sueño, te acercaste a un gavilán! — exclamó lechuza sorprendida— ¡De verdad, que estás chiflado…, turpialito!…
En ese momento entra un arrendajo. Y posándose al lado de ellos, le pregunta a turpialito:
— ¿Y por donde andabas, amiguito? te he buscado por todas partes, y te encuentro conversando con lechuza. ¿No quedamos en vernos cerca del riachuelo?
Y él muy apenado, se disculpa y le cuenta su tragedia:
— Perdóname, arrendajo. Pero fue que un oso me quería comer, y lechuza me salvo.
— ¿Y cómo fue eso…, turpialito? ¿Acaso estabas husmeando en su madriguera?
Y él con mucha timidez, le explica el enredo:
—Es que me levanté muy contento y quise saludar a un gavilán. Pero se lanzó sobre mí para devorarme y tuve que ocultarme en la cueva de ese oso.
Arrendajo pasmado escuchó la aventura de su amigo, y no podía creer lo que le acababa de contar. Y con asombro, le dice:
— ¡Estás loco…, turpialito! ¡Dígame, y qué saludar a un gavilán! En verdad, que tuviste suerte en que lechuza te viera.
— Así es, querido amigo. Porque si no hubiese sido por ella, ahora no estuviese aquí. — le dijo, mirando a lechuza— ¿Pero dime, arrendajo? ¿Verdad que los colores de éste tronco son hermosos?— le preguntó picoteándolo.
— ¡Son preciosos…, turpialito!— exclamó emocionado — ¿Y tienen alguna historia?— preguntó con mucho afán.
— ¡Claro que la tienen, arrendajo! Y lechuza me la iba a contar en este momento.
Pero lechuza lo mira, y muy brava lo regaña:
— ¡No seas mentiroso, turpialito!, porque no he dicho que te contaría la historia de los colores. Y te diré, que es malo mentir; y menos tú, que eres nuestro representante.
Y arrendajo observando la bravura de lechuza por la mentira de turpialito, añade:
—Tiene razón nuestra amiga, es malo mentir.
Turpialito apenado bajó su cabecita, y no se atrevía a levantarla.
Lechuza reconociendo que su regaño había entristecido a su amiguito, lo anima:
— ¡No te preocupes, turpialito, todos cometemos errores.
Y arrendajo, agrega:
—Estoy de acuerdo con lechuza, lo valioso es reconocer nuestros errores. Porque un error no rectificado, es principio de una colmena en nuestro cerebro. Que con el tiempo, serán suplicios en nuestra conciencia.
Y levantando su autoestima, turpialito muy contento por los concejos de sus amigos, les agradece:
— ¡Gracias, queridos amigos! Y prometo, no volver a mentir, nunca… más…
— ¡Así se habla, turpialito! Porque lo más bello que hay, es andar siempre con la verdad. Y ahora escucha estos versos — le dijo arrendajo:
Mentir es malo: ¿por qué?
Porque Dios, no está contigo.
Mentir es malo: ¿por qué?
Porque pierdes a tus amigos.
— ¡Muy bonitos, arrendajo!— dijo lechuza—. Y ahora, como turpialito se ha arrepentido, les contaré la historia de los colores.
— ¡Gracias…, amiga lechuza!— exclamó muy contento turpialito.
Y arrendajo observando la alegría de su amigo, le aconseja:
—Te has dado cuenta, que para conseguir las cosas no hace falta mentir.
—Entonces, pónganse cómodos, porque ahora comenzaré — les dijo lechuza:
Hace mucho… tiempo, pero mucho…tiempo. Aves de todas las especies de esta tierra amada, se peleaban por ser la representante de esta sabana.
Por supuesto…, las de mayor tamaño llevaban las de ganar; pero sólo por su capacidad de volar más rápido, mas no por su inteligencia. Ya que las más pequeñas poseían el don extraordinario de la paciencia y la sagacidad.
Un día en que reñían, escuchan una voz sublime y de gran armonía que exclamaba:
— ¡No se peleen…, porque ha llegado la hora en que una de ustedes sea símbolo de esta tierra!
Ellas al escuchar aquella voz, vuelan aterradas a esconderse en los inmensos árboles que exaltaban aquel lugar.
Y la voz al observar que estaban asustadas, les anuncia:
— ¡No se escondan…, soy… el creador de todas las cosas!
Mientras aquella voz estremecía los cielos. Un pajarito negro y amarillo con las plumas erizadas salía de la arboleda.
— ¿Y qué quieres de estas humildes aves?— indagaba muy asustado, el pajarito negro y amarillo.
Y la voz le pregunta:
— ¿Por qué se encuentran ocultas?
—Es que sentimos miedo al escucharte— le respondió sumiso el pajarito negro y amarillo.
—Pero tu eres muy valiente…, pajarito. Deberías de ser el ave representativa de esta tierra. ¡Porque ya veo…, que sólo tú, tuviste el valor de salir y hablar conmigo! — exclamó la voz.
Las aves que se encontraban sigilosamente escuchando la conversación, vuelan irritadas alrededor del pajarito negro amarillo.
Y el águila muy ofendida, exclama:
— ¡No sé…, quién eres y que intenciones tienes! Y no salimos porque estábamos reposando.
Y la voz al oírlo, muy…brava, lo reprende:
— ¡Mentira…, águila, no salieron porque temblaban de miedo! O es que no sabes que no debes mentir al creador ¡Porque la mentira…, así sea la más pequeña, crece y crece hasta colmar el corazón de codicia y de rencor!— muy brava les decía—. Pero no estoy aquí para recordarles que no se debe mentir. Estoy aquí, porque esta tierra necesita a un ave que la represente, y una de ustedes lo será.
Así que les diré lo que tienen que hacer para ganar ese honor:
Deben volar a las montañas heladas. Y aquel me traiga a la flor más hermosa; que se encuentra reposando desde hace mucho tiempo en un bello tronco arcaico, ganará el honor de ser el ave representativa de esta gloriosa tierra.
Y muy nerviosas por comenzar: se encontraban bandadas de aves de todos los géneros.
Al darse la partida: el cóndor, el águila y el zamuro toman la delantera, dejando muy atrás en el cuarto lugar al pajarito negro y amarillo, ya que las demás muy rezagadas quedaban.
El pajarito negro y amarillo viendo que no podía alcanzarlos, baja y posa en la rama de un increíble Araguaney.
Pensaba y pensaba como vencer a unas aves mayores que él.
Pero en ese momento que meditaba, el Araguaney le habla:
—No te desesperes…, pajarito, tienes un gran potencial interno que no conoces y que debes usarlo ahora.
Y él muy sorprendido, le pregunta:
— ¿Y cuál…, es ese potencial, Araguaney?
—Tu sagacidad y tu canto…, pajarito.
— ¡Mi sagacidad…, Araguaney! ¿Y cómo…, debo usarla, querido amigo?— le preguntó confundido.
—Piensa…, pajarito ¿Quiénes son tus adversarios? Y te darás cuenta que son carnívoros.
— ¡De verdad…, que no lo había pensado! Gracias…, Araguaney, porque ahora sé, lo que voy hacer ¿Pero mi canto, cómo lo uso?— le preguntó enredado.
—Tu canto es melodioso y embruja a la sabana. Porque cada vez que lo entonas, todos los seres vivos de esta tierra grandiosa; ven reflejados ante sus ojos lo que más desean. Y algo más te diré, tu canto debe ser más… fuerte, para que el mundo lo escuche y entienda que somos libres… como el viento.
—Gracias…, Araguaney. Y te prometo, que traeré conmigo a la flor más hermosa.
Y emocionado por los consejos de Araguaney, regresa a la competencia y observa que el zamuro iba muy atrás del cóndor y del águila.
Y valiéndose de su maravillosa sagacidad, consigue que el zamuro eche un vistazo hacia abajo y contemple a una vaca muerta que se encontraba sobre unas rocas.
Mientras el zamuro iba en busca de su presa. El pajarito negro y amarillo trataba de aproximarse al cóndor y al águila. Pero éstos se acercaban a las montañas heladas y se le hacía muy difícil alcanzarlos.
Así que entona su canto, y su embrujo empezó a sentirse en toda la tierra. Las aguas y los aires eran encantados con su sublime melodía, paralizando las corrientes y deteniendo las alegres brisas que espiraban en la llanura.
Poco a poco se fue aproximando a los líderes. Pero muy impresionado queda al darse cuenta que se encontraban totalmente paralizados. Y pasando por un costado, los fue dejando muy atrás hasta llegar a las montañas.
Y sin perdida de tiempo, comenzó a buscar al tronco arcaico. Pero como venía muy agotado, se para en una rama que no lo sostiene, y cae sobre el viejo tronco. No se había dado cuenta que estaba parado sobre él, cuando escucha:
— ¡Hola…, pajarito, has venido a llevarme contigo!
Él muy sorprendido alza el vuelo y se da cuenta que era la flor más hermosa la que le hablaba.
Ella muy contenta al verlo, le dice que no tenga miedo y que se acerque para conversar. Y él posándose a su lado, ella le dice:
— ¡Que bueno…, mi pajarito, has llegado de primero y serás el triunfador!…
Pero el le señala:
—Todavía no he vencido mi bella flor, debo llevarte conmigo y, así, si ganaré.
— ¡Estoy de acuerdo!— dijo la flor más hermosa—. Pero antes, quisiera que escucharas unos poemas—le pidió tiernamente.
— ¡Por supuesto…, mi bella flor, que me gustaría oír tus poemas!— le dijo muy emocionado, el pajarito negro y amarillo.
Y la flor más hermosa, comienza con sus versos:
Mucho… tiempo, he permanecido
en éste helado paraíso
esperando tu llegada
mi bello y lindo turpialito.
Para volar contigo
al lado del grandioso Araguaney,
que solito debe estar,
¡y loco!… porque estemos con él.
Nuestra tierra bolivariana
llorará de alegría
al vernos juntos para siempre
en éste maravilloso día.
Ahora me tomaras
y con amor me llevaras,
porque soy la flor más hermosa
de este paraíso terrenal.
Soy la Orquídea nacional
junto al bello Araguaney.
Sólo faltaba tu canto
dulce como la miel.
Al finalizar con su poema, le pregunta vanidosamente:
— ¿Qué te ha parecido? ¡Verdad…, que recito bonito!
Y él galantemente le responde:
— ¡Muy bonito, mi bella flor, estuviste fenomenal! Pero ahora, debes venir conmigo.
— ¡Claro…, mi pajarito! No debemos perder más tiempo. Tómame en tu pico y volemos.
Cuando el pajarito negro y amarillo pasaba por donde había dejado al cóndor y al águila, mira hacia abajo y observa que se encontraban con el
zamuro devorándose a la vaca. Y agilizando su vuelo, llega a la meta y se posa sobre una rama del increíble Araguaney.
E inmediatamente la voz muy contenta, exclama:
— ¡Felicitaciones…, pajarito, has triunfado!… Y te llamaran por siempre: Turpial, símbolo nacional de esta gloriosa tierra, junto a la hermosa Orquídea y al majestuoso Araguaney.
—Esas fueron las últimas palabras que aquella voz pronunció— les dijo lechuza, al terminar con la historia de los colores.
—Que interesante historia, amiga lechuza—dijo arrendajo—. Nunca imaginé que la leyenda del Turpial fuese verdadera. Pero al escucharla como la has contado, la creo ¿Y tu, turpialito, que opinas?—le preguntó mirándolo fijamente a los ojos.
Pero turpialito muy avergonzado por no conocer su historia, baja su cabecita y no pronuncia palabra.
Lechuza muy preocupada por el mutismo de turpialito, le pregunta:
— ¿Pero por qué no dices nada turpialito, acaso te sientes mal?
Pero continuaba callado con su cabecita baja.
—No será que la historia le trajo tristes recuerdos y, es por eso, que se encuentra así— dijo arrendajo.
—No creo, arrendajo— repuso lechuza—. Porque cuando narraba la historia se encontraba muy alegre.
— ¿Y entonces, que le pasará?— preguntó arrendajo.
Pero en eso turpialito rompe con su silencio y les confiesa a sus amigos:
—Mi cuerpo está sano, mas mi alma se encuentra triste. Porque ahora es cuando me estoy enterando que soy el ave representativa de esta tierra.
En eso arrendajo lo interrumpe y le dice:
—Yo pensaba que lo sabías, porque cuando mentiste te lo comentamos y te quedaste callado.
Y turpialito muy avergonzado, le explica:
—Es verdad lo que dices arrendajo, y callé, porque no entendí lo que decían.
En eso lechuza le señala:
— ¡Pero hubieses preguntado! O es que no sabes, que mejor es un segundo de ignorancia, que toda la vida.
Y arrendajo agrega:
—Tiene razón, lechuza. Para aprender, hay que preguntar.
Y lechuza le pregunta a turpialito:
— ¿Y ahora que sabes que eres nuestro representante, que piensas?
Y turpialito muy desconcertado, le responde:
— ¡Mira, amiga lechuza, no sé, que decir!
Y lechuza mirándolo con sus enormes ojos, le da un consejo:
—Te voy a recitar unos versos para que nunca los olvides, y para que nunca dudes en preguntar lo que no entiendas.
Y comienza:
El que no pregunta por miedo,
ignorante eternamente será,
y por la vida siempre andará
sin saber nunca… la verdad.
Preso de su pánico será,
y nunca descubrirá
que tiene un bello ser adentro
que es grandioso e inmortal.
Al finalizar lechuza. Turpialito muy contento exclama:
— ¡Lechuza…, arrendajo!…, volemos a lo más alto del firmamento y glorifiquemos al padre de la creación.
FIN
La Leyenda del Turpial Tricolor es una bella leyenda Venezolana escrita por Angel Estrada, sugerida para niños de todas las edades.

4.4/5 - (9 votos)

Por favor, ¡Comparte!



4 comentarios en «La Leyenda del Turpial Tricolor»

  1. Foto del avatar

    Muy bonita y aleccionadora ésta leyenda. Nos permite refrescar la historia de los símbolos de nuestra tierra bendita.
    Me permito felicitar al autor y a quienes hicieron posible su divulgación.
    Si es posible, Voy a buscar entre mis humildes escritos, para mostrarles una fábula que logré escribir para una tarea de una sobrina, hace varios años.
    PD: no soy escritor, pero he logrado algunas cosas que no he publicado.
    Felicidades

Por favor, deja algunos comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *