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Los colores de una vida

Los colores de una vida. Cuentos infantiles para escuchar. Lecturas infantiles. Autores de literatura infantil.
-¿Qué haces?
-Estoy pintando un dibujo.
– Y ¿qué pintas?, si puede saberse, claro, yo solo veo muchos colores muy mezclados, no acierto a adivinar qué puede ser.
– Pinto tu cara, no te muevas mucho que pierdo los rasgos.
– ¿¿Mi cara???, ¿¿mi cara son todos esos colores mezclados, tan confusos?? ¿¿rasgos? ¿¿qué rasgos??? ¡ahí solo hay manchas!. Arg, qué insufrible eres niña, es que nunca puedes hacer algo normal, ni siquiera dibujando, encima otra vez dibujándome ¡¡a mi!!, ¡qué pesada! en fin, anda píntame o garabatéame o lo que sea pero que sea rapidito, ¿vale? que no tengo mucho tiempo para bobadas – dijo el niño, mientras miraba distraido hacia otro lado entreteniéndose con uns libros que había encima de una mesa y sin hacer mucho caso a lo que la niña pintaba.

Tras unos minutos más, de repente la niña exclamó:

– ¡Terminé!, ¡ya está!, ¡he terminado! – gritaba la niña toda entusiasmada.
– ¿Terminaste?, ¡qué bien! ¡¡menos mal!, -dijo el niño dejando de leer esos libros, seguro que la manchas esas de colorines que dices forman mi cara te habrán quedado estupendas, já ¿me dejas verlo?
– Humm, no sé, no sé, es que a lo mejor no entiendes porqué lo he terminado de esta manera…
– Pues ¿¿qué has pintado??
– Ya te lo dije, ¡he pintado tu cara!!
– ¿¿Cómo no voy a entender mi cara???, aunque sea a manchas de color digo yo que algo veré, ¿¿no?? anda y déjame verlo.
– Bueno, si tú lo dices.

La niña entonces desdoblando el papel que había protegido con sus manitas, le tendió con cierto recelo su dibujo pintado.

El niño se quedó boquiabierto, en vez de un rostro, o unas manchas de colores difusas que simularan una cara, en vez de una nariz, una boca, unos ojos o unas orejas, aunque fueran mal pintadas, todo el papel estaba pintado por completo de un color azul, ya no había tinta de colores, todo era azul.

– Pero, pero ¿qué es esto?, ¡¡este papel está pintado entero de azul!!
– ¡¡Sí!!, ¿¿te gusta???, ¿¿a que me ha quedado bonito??

– ¿Me estás tomando el pelo???, pero si yo solo veo todo pintado de azul.
– Solo azul, claro, ¿¿es que no ves que es tu cara??? ¿¿no ves que he pintado tu rostro.

– Buf, me estás asustando niña, estás más loca de lo que yo pensaba, aquí solo hay un papel pintado entero de azul – dijo el niño tirándole el papel a los pies a su amiga con desprecio y luego mirándola con ojos penetrantes de enfado, sin decir más, se alejó de allí.
La niña recogió aquella hoja muy apenada y muy muy callada, sujetando aquel papel en sus manitas, su rostro se cubrió de tristeza, se sentó junto a la ventana y bajó la cabeza.

Un hada que daba un paseo cerca de aquella casa se acercó hasta aquella ventana y le dijo a niña:
– ¿por qué estás triste? ¿qué sucede?
La niña explicó:
– Yo solo quería pintar a mi amigüito, pero él se ha enfadado al ver mi dibujo, creo que no le gusta como pinto, buah, snif, snif – lloraba la niña al tiempo que le tendía al hada aquel papel pintado por completo de azul, para que ella valorara su dibujito.

El hada, con gran dulzura, sabiendo que los niños siempre tienen una forma muy especial de expresar su sentir, le dijo a la niña:
– ¿¿me explicas tu dibujo??

La niña levantó un poco la cabeza y viendo que el hada le miraba con ternura, se sintió más confiada y acomodándose más en la ventana, apoyada en la repisa empezó a explicar de esta manera a aquella hada:

– Pues verás, esto que he pintado aquí son la orejas, las he pintado de marrón, porque a veces yo creo que debe de tener los oídos muy sucios, porque no me escucha lo que digo, es como si no me oyera, pasa de mi, ni me hace caso. Y esto de aquí es la nariz, – dijo la niña señalando otra zona de ese papel pintado solo de azul, – la he pintado de rojo, porque a veces tiene mucho constipado y se pone con fiebre muy malito y de tanto tocársela se le queda toda coloradota y está gracioso. Y luego le he puesto esta zona blanca, esta que ves aquí – prosiguió la niña- porque no le gusta que le cuide y me riñe y yo lo paso mal y porque solo protesta y protesta y me dice que me aleje y nada de lo que hago le anima, me quedo en blanco, no sé qué hacer. Y esta que ves aquí es la boca – siguió señalando la niña sin detenerse – la he pintado de verde porque algunas veces dice muchas pero muchas palabrotas y mi mamá dice que las palabrotas son como sapos que salen desde debajo de la lengua, que te ponen la cara fea cuando los demás te ven. Y los sapos son verdes, que yo lo sé. Y estos de aquí, los de aquí arriba, son sus ojos, son tan negros que los he pintado muy muy oscuros para que se diferencien del marrón de las orejas, claro, y también para que destaquen del resto de los colores; sus ojos son importantes por que cuando se enfada me da un poquito de miedo, todo se pone muy oscuro, es que sus ojos son tan oscuros como el silencio y por eso los he pintado así, – terminó la niña gratamente complacida por la explicación que estaba dando al hada.

El hada, entonces, con la voz muy templada, le preguntó a la niña:
– y dime, ¿¿porqué después de pintar con tanto color la cara de ese niño, en este papel todo se ve azul???

La niña, con mucha naturalidad miró su dibujo nuevamente y y le contestó al hada:
– Ah, bueno, es normal que lo haya finalizado así; es que verás, cuando me doy cuenta de que no me escucha, o cuando no quiere que le cuide, o cuando dice muchas palabrotas o me mira con ojos muy oscuros y enfadados, pues me pongo tan triste, tan triste, que solo me apetece llorar. Y como tengo los ojos azules y mi mamá dice que las lágrimas son del color de una mirada, pues al final he tenido que pintarlo todo azul, porque en esos momentos es que lloro mucho. Por eso está todo de azul; yo he dibujado su cara. pero la he dibujado tal como yo la veo cuando me hace sentir mal.
El niño, que se había quedado detrás de la puerta de la habitación un poco enfadado pero invadido por la curiosidad, al escuchar que su amiga estaba hablando con alguien, se sintió muy mal por lo que le escuchó y saliendo de su escondite sin pensarlo dos veces le dijo a su amiga, de manera espontánea:- jóo, lo siento, a partir de ahora te escucharé más, te dejaré que me atiendas cuando estoy enfermo, no diré tantas palabrotas y procuraré no enfadarme, ¿vale?

La niña con los ojitos brillantes por la emoción que le provocaba lo que su amigo le decía le contestó a su vez:
– ¡¡qué bien!, ¡¡qué bien!! ¡gracias!,- y luego añadió – también de forma inocente – y yo te prometo no ponerme tan pesada con esto de pintarte muchas veces, pintaré otras cosas, los árboles, los pájaros, las nubes, haré otros dibujos y así ya no te daré tanto la lata ¿vale?

– ¡Vale!
– ¡Vale!- dijeron ambos niños casi a un tiempo estrechando sus manos en señal de concordia.Mientras el hada ya se marchaba, contenta por haber visto aquella escena de afecto tan bonita entre dos personitas, escuchó a lo lejos que aquel niño le decía a su amiga:
– ¡¡oye peque, ¡¡ven!! ¡¡mira!! ¡¡ahora el dibu está mucho más bonito!!, estaba tapando con el amarillo de mi sonrisa tu azul de las lágrimas y de repente, no sé qué ha pasado pero se ha quedado todo…

¡verde!!!

Es verde esperanza, les explicó el hada mientras abría sus alas y se marchaba volando.

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¡Qué bonito es mezclar colores para poner más bonito el mundo!

Escritora de cuentos infantiles Cristina Mena
Autora: Cristina Mena
http://cristinamena.blogspot.com/
Diseños fractales. Imágenes para regalar.

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