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Día Mundial de la Alimentación – 16 de Octubre

Día Mundial de la Alimentación – 16 de Octubre

piramide

La Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) nace un 16 de Octubre de 1945 para promulgar el derecho fundamental del ser humano a una alimentación sana y saludable, posicionándose como un motor indispensable para fortalecer la solidaridad en la lucha contra la pobreza.

Coincidiendo con la fecha de su fundación, cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación, proclamado en Noviembre de 1979 por la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

La finalidad de esta fecha es concientizar a la población mundial sobre la situación alimentaria mundial y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza. Habiendo pasado largos 65 años, el hambre y la desnutrición, que afectan a los sectores más desprotegidos, se encuentran muy lejos de desaparecer.

Hemos escuchado debatir sobre variedad de informes socio-económicos que detallan que en los últimos años la brecha entre los sectores sociales de mayor y menor ingreso mensual no sólo no se ha estrechado sino que las diferencias entre ambos son cada vez más profunda. Grandes emprendimientos agrícolas privados dicen haber encontrado en las modificaciones génicas la solución clave para el abatimiento de la pobreza.

Basan semejante confianza en la idea de la creación de nuevas semillas mutadas por medio de insertos de ADN exógeno, lo que les aporta mayor resistencia a plagas o condiciones climáticas adversas. Declaran que, guiados por la imperiosa necesidad de comprometerse con las problemáticas más relevantes del mundo entero, dedican toda su vocación a la búsqueda de medios tecnológicos que permitan asegurar las enormes cantidades de alimentos necesarios para el incesante aumento de la población mundial.

Sin embargo, tantas ideas utópicas se caen con facilidad ante los hechos que conforman la realidad. Las flaquezas que presenta la utilización de las comúnmente llamadas semillas transgénicas abarcan todo el espectro de interés de los ciudadanos comprometidos. En el aspecto relacionado directamente con el medio ambiente, el uso desmedido y sin control de tales semillas implica un duro golpe a la biodiversidad, en especial de las especies autóctonas, las cuales proliferan con las genéticamente modificadas, dando como resultado especímenes malformados con bajo índice de adaptación.

Las últimas investigaciones indican que el grado de predominancia hereditaria de las especies alteradas, es decir la capacidad de transmitir el ADN inmunizador a la descendencia, es mucho mayor que el estimado, poniendo en peligro la diversidad de familias naturales que hoy conocemos. En el aspecto social y económico la implementación de semillas transgénicas se encuentra acoplada a un conjunto de agentes químicos con los que las empresas aseguran gran parte de sus ganancias.

En el caso de la Soja, sus semillas se ven inmunizadas al efecto de uno de los herbicidas de mayor marco de acción: el Glifosato. En teoría, dicha inmunidad favorecería el crecimiento único de la planta una vez aplicado el agente químico, ofreciendo al agrónomo una reducción de gastos y tiempos de cuidado. Pero el detalle empírico que se escapa a la teoría resulta ser la cantidad de Glifosato necesario para su eficacia. Año a año, las concentraciones del Glifosato comercial aumentan a pedido de los productores debido a que las malezas naturales se adaptan a las constantes aplicaciones del veneno. Por lo tanto, la implementación de semillas transgénicas no sólo no garantiza la eliminación de otros productos nocivos de las cosechas sino que los productores agrónomos se convierten en dependientes de los plaguicidas que las empresas que los fabrican les ofrecen.

En los peores casos, esta dependencia termina con los emprendedores más pequeños, quienes encuentran como única salida una injusta venta o alquiler de sus tierras, las cuales luego de prolongados tiempos de exposición al Glifosato, han perdido gran parte de su fertilidad. Si las tierras se encuentran profundamente desertificadas, son abandonadas sin mayor preocupación, dando inicio un nuevo ciclo de consumo irracional, expandiendo la barrera agrónoma hacia zonas vírgenes, afectando una vez más a la diversidad biológica. Resta reflexionar sobre las diversas soluciones que impulsen la erradicación de la desnutrición y la pobreza, teniendo en cuenta que sólo los enfoques que consideren todos los aspectos sociales, ambientales y económicos juntos, presentarán mayor posibilidad de concreción, quedando en nuestras manos la responsabilidad de adoptar el grado de conciencia fundamental para el crecimiento en conjunto como sociedad.

Comenzando por casa Vos elegís que alimentos comés y como los cocinás, tus menús diarios deben incluir el número de porciones que se recomiendan para tu nivel de actividad física. La Pirámide alimentaria está formada por cuatro niveles:

  • 1er nivel formado por las pastas, maíz, cereales, arroz y pan. Estos aportan carbohidratos y otros elementos vitales. Dichos alimentos se venden refinados y sin refinar. Se recomienda consumir los últimos ya que los refinados no tienen el mismo valor nutritivo que los mismos sin refinar.
  • 2do nivel en este nivel se encuentran las plantas, vegetales y frutas. Todos son ricos en fibras, vitaminas y minerales. Se aconseja ingerir de 3 a 5 porciones de vegetales por día y 2 a 4 porciones de frutas.
  • 3er nivel este abarca a la leche, sus derivados, carnes y frijoles. Los cuales son alimentos ricos en calcio, hierro y proteínas. Lo ideal es consumir 2 a 3 porciones de estos productos por día.
  • 4to nivel (punta de la pirámide) de este grupo no debemos consumir mucho. Están incluidos las grasas, aceites, postres, dulces. Estos alimentos no proveen casi ningún nutriente a pesar de ser abundantes en calorías.

Para solicitar mayor información:

Fundación Agreste – [email protected] TEL./Fax: +54-11-4952-8843

www.agreste.org

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