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Se encontraron “casi” por casualidad. La moneda que recibió la vieja en el semáforo, las había conectado sin proponérselo.

La pequeña abertura que quedó en la ventanilla fue suficiente para que, quién se encontraba del lado de adentro del auto, observara a la pobre harapienta que no reparó en esa mano extendida que le proporcionaba aquella limosna.

Su aspecto daba la impresión de no estar en sus cabales.

El rojo del semáforo duró lo suficiente como para que los recuerdos de la persona que se hallaba al volante, la retrotrajeran más de cuatro décadas atrás cuando ella, con tan solo tres años, quedaba sentada en la escalinata de la que luego sería su casa mientras una mujer que allí la dejaba, al alejarse, sin poder evitar el llanto pronunciaba una frase que quedaría prendida de su memoria para siempre:

“Nunca voy a olvidarte hija mía”

Al encenderse la luz verde, por el espejo retrovisor, pudo observar cómo la anciana recibía otra moneda dos coches detrás del suyo.

Una lágrima se escabulló detrás de sus lentes obscuros importados y el rimel se confundió por un instante con el rouge intenso de sus labios recién pintados. El rechinar de las cubiertas del BMW, último modelo, apenas llamó la atención a alguno de los otros conductores que se disponían a reiniciar la marcha también.

Es que… se había hecho tarde.

El desayuno de trabajo programado por el directorio del banco estaba pactado para las nueve de la mañana…

Apenas quedaban diez minutos.

Fin

Dos mujeres es una de las historias de mujeres del escritor Roberto Maneiro sugerido para adolescentes, jóvenes y adultos.

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