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Mi visita a la Tierra. Marcela Oñate Acosta, escritora. Cuento sobre el cuidado del medio ambiente.

mi viaje a la tierra

Estaba buscando entre los recuerdos de mi papá, un super baúl que guardaba en su jardín botánico alguna cosa entretenida que me pudiera interesar. Y fue allí que puede ver una revista a todo color de muchas cosas que aquí donde yo vivía no existían. Pude conocer los arboles, unas maravillosas manchas de colores que adornaban extensos terrenos, a los cuales supe después le llamaban flores.

Tome la revista y fui a nuestra casa a buscar a mi papá. Luego le pregunté por lo que había encontrado. Le mostré la revista y él me dijo que ella era un regalo que le había obsequiado su abuelo, ya que sus antepasados la habían traído de un lugar que ya no existía. Fue así como me contó que una vez hace mucho tiempo, vivían las personas en un lejano planeta llamado tierra.

Yo ya había escuchado sobre el planeta tierra, pero nunca imaginé lo hermoso que pudo haber sido. Había un cielo celeste, y esas flores de colores se daban por miles. ¿Qué pasó con este planeta? le pregunté. Me contestó que las personas que vivieron en él, no lo supieron cuidar.

“Fue la contaminación” me dijo, “la que acabo con la atmosfera”. Por lo tanto la civilización tuvo que emigrar a este planeta que llamamos ERGOR, fue acá donde nacieron mis padres y mis abuelos. Acá nada es igual a lo que vi de la tierra, no existe ni el día ni la noche; muestra atmósfera es artificial y no podemos salir de ella.

Es como una gran casa, con un techo gigante que para nosotros es el cielo. Cuando está muy deteriorada se pinta una y otra vez de distintos colores para darle alegría a nuestras vidas. Somos pocas las personas que vivimos acá. Es un número reducido: alrededor de 6.000.000 de personas.

Yo tengo sólo una hermana y es pequeña, se llama Laurita Golden yo soy Lorenzo Golden, sobreviviente como todo mi familia. Mi papá continuó con su relato:

“fue terrible lo que paso con la humanidad” dio un suspiro y luego se quedó un rato pensando. Yo a la vez pensé: ¡era tan poco lo que había que hacer! , ¡Cuidar nada más lo que había! Aún no entiendo ¿Cómo no se maravillaban con todo lo bello que existía? ¡Si al menos nosotros tuviéramos un poco de lo que allí había!, ¡Seriamos tan cuidadosos con los animales, insectos, aves, flores, arboles!

¿Por que no le hicieron caso a lo que Dios nos había dicho de un principio para permanecer en ese paraíso? ¡Sólo teníamos que amarnos los unos con los otros, nada más que eso! Ahora ese tiempo ya pasó y vivimos en esta gran burbuja que el hombre preparó para el día que la tierra murió y dio su último respiro.

Ahora que he conocido sobre esa vida en la tierra la extraño como si hubiera vivido allí. Quizá lo podría experimentar en un sueño, correr por los prados con miles de animales, oler las flores silvestres, sentir la brisa del mar, oír los pájaros cantar. Cosas que aquí no existen

¡Qué suerte tuvieron mis antepasados, qué suerte tuvieron todos esos niños que vivieron allí antes de que todo acabara! Llamé a mi hermana para mostrarle la revista y me dio mucha pena de que sintiera tanta frustración como yo, así que mejor le conté un cuento de que algún día, el jardín botánico de mi papá nos entregaría muchas cosas maravillosas y no tan solo hierbas y verduras sino también flores con olor y de muchos colores naturales.

También le expliqué lo que era una flor ya que al igual que yo tampoco las conocía y no se imaginaba como eran y como había que cuidarla todos los días, que ella al igual que nosotros se alimentaba y tenía vida.

Fin

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