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Lucero y la luciérnaga. Miguel Ángel Ramos Inga, escritor peruano. Cuento espiritual.

Lucero y la luciérnaga

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Lucero era una niña bien alegre y juguetona. Un día salió a buscar leña con su padre por el bosque cerca de su casa. En un inicio su padre le tenía de la mano, pero en cuanto llegó a un árbol caído y seco, soltó la mano de su niña y le dijo que se quedara ahí mientras él y su hacha se encargaban de cortar en trozos aquel árbol.

Lucero obedeció, al menos por unos instantes, pero como toda niña curiosa e inquieta fijó sus pequeños ojos marrones claros sobre un insecto que caminaba sobre el suelo. Su padre se percató del hecho y se acercó para ver y cerciorarse de que no había ningún peligro. El padre tomó al insecto en sus mano y se lo dio a su hija diciéndole que era inofensivo. Lucero preguntó qué era y si se podía comer, el padre se echo a reír, y le dijo que no era comestible, porque tenía un sabor amargo.

Lucero: ¿Y cómo sabes que tiene un sabor amargo?, papá.

Padre: Ah bueno, esteee… bueno porque… es un insecto y… bueno es que me lo han dicho.

Lucero: ¿Y cómo se llama?

Padre: Es una luciérnaga, un insecto bioluminiscente.

Lucero: ¿Cómo es eso de biolumi… bioluminiscente?

Padre: Bioluminiscente, un insecto que puede generar su propia luz. ¿Pero qué hará por esta zona y a estas horas?

Lucero: Se ve bonito ¿me lo puedo quedar?

Padre: Si, supongo que sí.

Terminada la charla y acabada la labor del padre, emprendieron rumbo a su casa. El padre llevaba los leños más largos y pesados mientras que Lucero, llevaba los más livianos y cortos, y en su bolsillo izquierdo mantenía a la luciérnaga.

Ya en la cena, la madre preguntó a los trabajadores cómo les fue. Tanto padre e hija asintieron en que les fue muy bien, y además le preguntó a su hija si iba a dejar a su luciérnaga esta noche para que siguiera buscando su camino a casa.

Padre e hija se miraron mutuamente sorprendidos por lo que habían escuchado. Ambos se hicieron gestos preguntándose cómo es que se había dado cuenta, si ellos no le habían dicho nada, o quién había delatado a quién. La madre solo les quedó mirando a ambos, y les dijo que no había nada que esconder, que por esta vez les perdonaba el no haberla informado antes y puntualizo que Lucero tenía que dejar a su insecto.

Lucero por unos instantes se quedó meditabunda, la sorpresa de que su madre se percatara de su insecto bioluminiscente le duró poco, lo que más le llamó la atención era el hecho de cómo sabia su madre de que aquel insecto estaba buscando su camino. No se lo preguntó, sólo afirmó que dejaría a su luciérnaga en cuanto terminara de orar esa misma noche.

La familia terminó de cenar y partieron a sus recintos respectivos. Los padres dieron las buenas noches a su pequeña, recordándole que tenía que agradecer a Dios primero antes que nada. Ya en el cuarto de los padres, el señor Oliver, que era el nombre del papá, y Mariam, la señora y madre de Lucero, conversaban sobre lo que había ocurrido en la mesa.

Oliver: ¿Cómo te distes cuenta de que te habíamos ocultado lo de la luciérnaga y como sabías que era una luciérnaga?

Mariam: conozco muy bien a mi familia, sé muy bien cuando dicen la verdad o cuando me están ocultando algo, ah mi amor sabes que tengo muy buen oído, pude escuchar a la luciérnaga, sabes que ellos tienen un sonido especial. Oliver: si lo había olvidado, exagerando podría decir que puedes escuchar un alfiler al caerse en el suelo, y sobre que la luciérnaga tiene que volver a su casa, ¿por qué inventaste eso? Mariam dejó de peinarse y miró fijamente el espejo que proyectaba la imagen de su esposo, miró directamente los ojos de su amado reflejados en el espejo, él también se le quedó mirando

– ¿Qué es lo que te tiene preocupada? – le dijo, él insistió diciendo las mismas palabras que ella hace un momento había dicho, que él también conoce muy bien a su familia y sabe cuando le están ocultando algo, entonces ella respondió.

Mariam: (con voz algo triste) cada vez que sales, cada vez que vas a hacer tus labores, cada vez que te retiras o abandonas tu hogar dejándolas a ambas solas, temo que algo malo te suceda, conforme las horas pasan la angustia acrecienta, (unas lágrimas se presentan y sus manos empiezan a temblar) discúlpame, pero eso es lo que me preocupa.

Oliver: (con voz suave y delicada pone sus manos sobre sus hombros) y acerca sus mejillas sobre su hombro izquierdo) siempre estaré cerca de ustedes y por nada del mundo las dejare o abandonaré, dios es mi testigo y le pido, y siempre le pido que las cuide, Yo no podría vivir sin ustedes.

Mariam: (voltea la mirada y lo abraza fuertemente) Yo tampoco podría vivir sin ustedes, te quiero demasiado, son todo para mí.

Así terminó aquella conversación entre madre y padre, mientras en el cuarto de su hija, de Lucero pedía de rodillas a Dios que cuide a sus padres, y que su luciérnaga encuentre su camino. Lucero fue donde su ventana entre abierta de desde donde dejó a su luciérnaga para que pudiera volar y retirarse a su hogar.

La luciérnaga se le quedo ahí, pareciera no quererse retirarse, más el sueño y el cansancio llevaron a Lucero a los brazos de Morfeo, es decir al sueño, y se retiró a su cama a dormir por fin, mientras la luciérnaga se mantenía quieta sobre la ventana en dirección de lucero. Así termina el día para todos los protagonistas.

Al día siguiente cerca de las ocho de la mañana, Lucero despertó y lo primero que hizo es ir al baño, antes de que moje la cama, y luego de inmediato se fue donde su ventana y vio que un cuervo estaba en ella, lo hecho con un par de chu chu y el ave se retiró y se percató que no estaba su luciérnaga, se preguntaba si se habría retirado durante la noche o si el cuervo se lo había comido.

Fue corriendo a llamar a sus padres pero solo su madre le respondió, ella de inmediato y suavemente le llamó la atención por el escándalo a tan temprana hora, la niña se disculpó y le preguntó si los cuervos comen insectos, su madre sabía entonces cual era su preocupación y el porqué del escándalo, entonces le respondió sabiamente que las luciérnagas usan su bioluminiscencia para espantar a sus depredadores y que lo más seguro era que la luciérnaga se habría marchado de noche y que los cuervos no cazan de noche ni devoran luciérnagas.

Lucero se quedó más tranquila y preguntó por su padre, la señora Mariam le comento que había salido muy temprano a cazar para volver temprano a reparar el pozo de agua. Lucero quedó un poco apenada porque quería acompañar a su padre pero su madre le recordó que ambas tenían que hacer muchas cosas y apurarse, antes de que llegara el señor Oliver.

Las horas pasaban, ya era cerca del medio día, se supone que el señor Oliver debió estar en casa, Mariam se empezaba a preocupar, su hija no dejaba de preguntar por su padre. Aquel cuervo se presentó de nuevo pero sobre el hacha con que el señor Oliver utilizaba para cortar leña, Lucero otra vez empezó a ahuyentar al ave negra, su madre vio lo que estaba haciendo y tuvo un mal presentimiento, entonces no espero más tiempo, por un momento pensó en dejar a su niña en la casa mientras ella saliera a buscar a su esposo, sin embargo no lo hizo, Lucero por más que ahuyentaba al cuervo este no se iba, Mariam ordenó a su pequeña que dejara al cuervo en paz y escribiera una nota a su padre diciéndole que fueron en busca de él, mientras que su madre cargaba la escopeta.

En cuanto terminó de escribir la nota Lucero fue donde su madre, ella la esperaba afuera de la casa con escopeta en mano y ambas se dirigieron al bosque en busca del señor Oliver, ambas gritaban por él, en el bosque se escuchaba el sonido de dos mujeres angustiadas gritando

– Oliver dónde estás, y papá dónde estás- , pero no se escuchaba más que el sonido del viento soplando sobre los árboles, el sonido de las aves y del río, ¡el río! Pensó ella, fue donde el río, quizás allí estaba o encontraba alguna pista de él – ojala no- se decía, ojala no encontrará nada y regresara a casa imaginando que él las está esperando, pero cerca del lecho del río, Mariam no encontró nada, caminaba de largo, cerca de la orilla, con su hija en mamo, Lucero vio algo en el suelo en dirección opuesta, volteó su mirada y vio a aquella luciérnaga.

Lucero: mamá, es la luciérnaga, está al otro lado, tal vez ella sabe donde esta papá.

Mariam: por favor Lucero, presta más atención con lo que hacemos, que estamos buscando a tu padre.

Lucero: pero….ese cuervo de vuelta, parece que nos siguiera.

Mariam: ¿Qué cosa?

Lucero: el cuervo esta en ese árbol, voltea y mira.

Mariam se empezaba a preocupar más, la reiterada presencia del cuervo la inquietaba, volteó y se percato de algo raro en el suelo, parecía todo removido, fue donde aquel lugar y se dio cuenta que las hojas removidas venían de lo alto, se arrodillo buscando alguna pista más, mientras Lucero buscaba su luciérnaga encontró unas hojas con manchas de sangre, de inmediato aviso a su madre, ella corrió y aún más se empezó a desesperar, trato de mantener la calma para no asustar a su pequeña, aunque en el fondo de ella ya había tremenda inquietud .

Ya era muy tarde, el cielo empezó a presentar a la noche y la noche empezó a presentar a la oscuridad, Mariam pensó en volver a casa, sabía de los peligros que les podían acechar en el bosque, si ella estaba sola tal vez se quedaría toda la noche buscando a su esposo pero lo estaba y que por ahora era proteger y no arriesgar la seguridad de su única hija, Lucero pareciera adivinar las intensiones de su madre y fijo su miraba sobre los ojos de su madre, con esos ojos inocentes y tiernos queriendo llorar y le dijo

– Ubi es, domine?- eso decía papá cuando necesitaba ayuda, pero quiere decir eso mamá, que significa Ubi es, domine?.

Mariam: ¿dónde estás, mi señor?, eso quiere decir hija, ¿dónde estás, mi señor?

Lucero: entonces Yo te digo lo mismo, Ubi es, papá?, y sé que el también en estos momentos está diciéndonos lo mismo en cualquier parte de este bosque, sigamos buscando por favor mamá, si quieres Yo me quedo aquí esperándote para no estorbarte pero continua buscando a papá.

Mariam: eso jamás, Tú no te apartaras de mí, y encontraremos juntas a tu papá, no lo dejaremos por segunda vez. Así madre e hija se pusieron de acuerdo en seguir buscando a su ser querido, Mariam recordaba las palabras de su esposo cuando necesitaba ayuda de Dios, él siempre repetía en sus oraciones Ubi es, domine?, con esta frase en la cabeza pero más que todo en el corazón desesperado, arrancho unas tiras de su vestido para hacer una antorcha, una luz en esa oscuridad y tenebrosidad, con el corazón en las manos y con el convencimiento de encontrarlo a su esposo siguió río abajo, Mariam tenía una vaga idea de lo que había sucedido, si las hojas estaban removidas desde lo alto es que desde ahí se había resbalado Oliver, si las hojas estaban con sangre era porque tal vez era fue herido, la herida no debe ser profunda ya que no hay mucha sangre dejada, pero el rastro terminaba en el río, entonces la pregunta es ¿Por qué?, ¿Por qué Oliver no se detuvo y regreso, ¿por qué siguió con las corrientes del río?, ¡¿Por qué?!.

Había muchas preguntas o hipótesis. Pero qué es lo que la había pasado al señor Oliver, y dónde estaba. Si es que en verdad las hojas revoleteadas y la sangre en aquellas hojas eran de él. Lo cierto es que si lo era, y además estaba muy mal herido y algo lejos, río abajo, de donde estaban Lucero y Mariam, necesitaba auxilio lo más antes posible.

El señor Oliver mientras cazaba unas liebres fue atacado por una jauría de lobos quienes le sorprendieron por detrás, lo habían mordido los brazos y piernas, y su escopeta no le sirvió de mucho porque se había trabado, solo lo utilizó para golpear a las bestias pero ni aun así no lo dejaban en paz hasta que tuvo que correr al río pero uno de los más grandes y fieros lobos lo alcanzó mordiendo su talón y el señor Oliver cayó abruptamente cuesta abajo hacia el río, herido en manos y piernas fue arrastrado por la corriente y pudo sujetarse de un tronco antes que se ahogara, pero lo peor era que la jauría lo seguía río abajo, pareciera que no querían dejarlo hasta verlo acabado, el señor Oliver en su casi inconsciencia agradeció al tronco en el río, tuvo esa suerte, pero las heridas causadas lo hacían difícil seguir sosteniéndose aún más cuando aumentaba el caudal y arreciaba la corriente del río, para variar tanto tiempo en el agua el señor Oliver podría morir de hipotermia, que es cuando el cuerpo empieza a perder calor producto del frío y el corazón deja de latir.

Los síntomas de la primera fase ya se empezaban a sentir (músculos contraídos, frío intenso, pupilas dilatadas, etc.). Aquella situación era una lucha del hombre herido o dañado contra las bestias y la naturaleza, la única esperanza llegaría de la persistencia y la fe de dos mujeres, Lucero y su madre Mariam, ambas seguían el curso del río, ni la noche y su penumbra hicieron dejar de persistir a ambas mujeres.

El señor Oliver empezaba a tener mucho sueño y justo en el momento de cerrar sus ojos dado el cansancio y la hipotermia, pero empezó a abrir los ojos y a orar al señor, rogándole que le de más fuerza para poder resistir más tiempo – Ubi es, domine?, no me abandones por favor, mi familia me necesita, hazlo por ellos y no por mí, , Ubi es, domine?, en tus manos mis fuerzas, en tu voluntad mi esperanza y en tu gracia mi amor, mi am….- pero aquellos ojos del mismo color que su hija había tenia empezaron a cerrarse nuevamente, y en esos momentos los lobos se empezaron estar inquietos unas luciérnagas aparecieron, el más lobezno de ellos hizo unos débiles gruñidos y ladridos, que eran tan débiles como para que escuchara Mariam, quien caminaba junto con su hija muy agotadas y desesperadas, y sin que nadie les advierta que se estaban dirigiendo directamente al peligro de los feroces lobos y pero también caminaban directamente a la salvación del señor Oliver.

Una de las luciérnagas se paró en las manos del señor Oliver, y se escuchó una voz en su interior

– Ubi es, Oliver?, te están esperando, levántate Oliver, levántate y sálvalas-, era luz o la señal de esperanza que necesitaba y una vez más abrió los ojos y con las fuerzas de un león herido rugió diciendo

– gracias mi señor- y empezó a levantarse tratando de salir del río con todo el cuerpo lacerado por las heridas y temblando por la hipotermia, era sus últimas fuerzas para la salvación de él y la de sus seres queridos, tenía que luchar por ellas y así advertir que no estaba solo, aún con la con la luciérnaga en la mano, levantó ese mismo brazo con todas sus fuerzas profeso

– ve y diles amiguita que las estoy esperando, ve, ve, vuela alto mi pequeña amiga, lo más alto que puedas, vuela mi amiguita…

– y como un león enfurecido y herido empezó a repeler a las fieras.

Desde no muy lejos de ahí Lucero miró hacia arriba y vio una luciérnaga, de inmediato se lo dijo a su madre pero ella no la vía por las frondosidad de los árboles que le impedían ver a la luciérnaga , pero lo que no pudo ver si pudo escuchar, y era el graznido del cuervo en dirección de donde estaba la luciérnaga y en donde se estaba dando aquella a lid, del señor Oliver y las bestias salvajes, el cuervo les había dado esa última señal, Lucero se emocionó tremendamente y apresuro a su madre, ella pensó que el cuervo estaba atacando a su esposo, pero era todo lo contrario el cuervo empezó a revoletear alrededor de los lobos, y estos empezaron a ladrar más fuerte tanto que por fin fueron escuchados por Mariam, quien detuvo el paso por unos segundos.

Lucero: mami ¿Qué sucede, por qué nos detenemos?

Mariam: son lobos hija, deben estar cerca de donde está tu padre.

Lucero: entonces dispara hacia arriba, para asustarlos.

Mariam: si, eso are, voy a disparar hacia arriba, cúbrete los oídos hija. Luego seguiremos corriendo a salvar a papá.

Dio dos disparos hacia arriba eso asustó a los lobos pero no fueron suficiente para uno de ellos era quizás el más grande y el más agresivo, el mismo que hizo caer al señor Oliver mordiéndole su talón, el cuervo que presenciaba todo empezó a graznar más fuerte como queriendo avisar a las mujeres que aceleren el paso, el señor Oliver estaba a punto de desmayarse por que ya había sobrepasado sus límites de fuerzas, así cayó de rodillas y justo cuando el gran lobo se le abalanzo, el cuervo voló directo a él y con su gran pico dio en unos de sus ojos, la bestia aullaba de dolor y con sus poderosas garras lastimó y tiro al cuervo al suelo, pero aun le quedaba un ojo y con éste podía ver a su presa de rodillas, y entonces un disparo en su cola por fin lo hizo desistir de su lucha y crueldad y corrió con la cola entre sus patas traseras, alejándose lo más que pudo hasta que se perdió entre los árboles y la noche.

Inmediatamente después Mariam y Lucero atendieron a su amado, hicieron una fogata para darle calor y le dieron los primeros auxilios, todavía tenía pulso y su corazón aun latía fuertemente. Ahí se quedaron los tres o los cincos, hasta el día siguiente en que llevaron al señor Oliver a casa y después de unos días ya recuperados de aquel momento lo primero que hicieron es orar juntos agradeciendo por haberles ayudado y por aquellas criaturas que envió para ayudar al señor Oliver.

Pero donde estaban esas criaturas, la luciérnaga y el cuervo, no se sabía nada de aquellas criaturas desde ese día, Lucero siempre miraba atentamente hacia el suelo o hacia arriba pero no hallaba a su amiguita, incluso dejaba su ventana entre abierta por si algún día apareciera pero nada, la señora Mariam siempre dejaba unas maíces sobre el techo para el cuervo, al ver que no se las llevaba siempre lo cambia por unas nuevas al día siguiente, hasta que un día en la cena unas luciérnagas aparecieron de la nada revoletearon por la mesa y se fueron, Lucero las despidió jubilosamente, al día siguiente cuando la señora Mariam quiso cambiar los maíces sobre el techo, ya no estaban, entonces la familia entendió que sus pequeños amigos siempre estarían cerca de ellos aun más cuando el peligro apareciera, así mismo actúa Dios, no lo puedes ver y aunque estés en peligro y no lo puedas ver él siempre estará ahí y si tu no das de tú parte jamás lograrás ayudarte a ti mismo, ni podrás llegar a alcanzar más allá los limites de tu propia fuerzas, esperanzas y amor.

Fin.

Lucero y la luciérnaga es un cuento del escritor Miguel Ángel Ramos Inga © Todos los derechos reservados.

Sobre Miguel Ángel Ramos Inga

Miguel Ángel Ramos Inga - Escritor
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