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Suertes es uno de los cuentos sobre la suerte de la colección cuentos infantiles del escritor Sergio Mercado Ruíz sugerido para niños a partir de doce años.

Los vecinos de rellano de Lozano Torres ya habían cargado todo en la furgoneta. Él no podía creer que todo un piso como el suyo cupiese en una furgoneta, familia incluida.

Lo cierto es que la vetusta Mercedes rebosaba fardos, maletas y tablas. La carga de la baca casi hacía duplicar la altura de la ya de por si sobrelevada furgoneta. Los vecinos marchaban a Francia. Aunque únicamente habían intercambiado algún que otro saludo a Lozano Torres le caían bien.

No gritaban, ni tenían perros, ni ponían música alta, parece ser que limpiaban la escalera y el portal cuando les tocaba (algo muy importante para catalogar como buen vecino a alguien según el abuelo) y el padre de la casa siempre le sonreía y le recordaba cuando ganaba el Barça.

El único pero era que no entendía al niño de la casa y que nunca jugó a fútbol con él. Aquella tarde Celia Santiago había ido a buscarle para jugar a fútbol con su pelota roja. Cualquier lugar susceptible de ser utilizado como terreno de juego ya estaba ocupado así que esperaron a que se fuese la enorme y recargada furgoneta naranja de los ya antiguos vecinos para poder improvisar una portería contra el muro del aparcamiento.

A los pocos metros de iniciar la marcha la furgoneta se zarandeó más de la cuenta al pasar por el badén que oficiaba de entrada al aparcamiento y de uno de los bultos de la baca cayó algo. Celia Santiago enseguida se percató y ambos salieron corriendo para detenerlos. En cuanto enfilaron la calle la furgoneta cogió velocidad para pasar el semáforo en verde y la perdieron de vista enseguida.

El bueno de Lozano Torres había cogido sin saber que era lo caído de la baca y al llegar a la altura de Celia (ella corría mucho más rápido que él y que casi cualquiera de su edad) se dio cuenta de lo que era. Una lámpara de aceite.

-¡Seguro que tiene un genio dentro!-dijo la niña

Lozano Torres la guardó debajo de su camiseta y corrió junto su amiga a lugar discreto y seguro. Bajaron por detrás del último bloque de pisos de la calle, donde los que se cambian de baño tiran los azulejos viejos y los restos de obra, más abajo había un muro de un antiguo bancal donde una de las viudas del barrio daba de comer a los gatos callejeros.

-¿Qué vas a pedir?-repetía una y otra vez Celia Santiago-¿Me das uno de los deseos?

Lozano Torres se miraba una y otra vez la lámpara de aceite. Efectivamente era como la de Aladino, además tenía una pátina de suciedad que la hacía irresistiblemente frotable . Aunque él pensaba que si realmente fuese mágica sus vecinos la hubiesen usado con mucha antelación.

Aun así le pareció divertido pasar la tarde debatiendo con su amiga cuáles deberían ser los tres deseos más oportunos. Dejó la lámpara en lo alto del muro y comenzó a proponer deseos.

Celia quería jugar al fútbol en el patio y en el club del barrio, no ir a música nunca más y una piscina con césped. Lozano Torres quería no madrugar nunca, una televisión en su cuarto y una moto de su talla. No parecían llegar nunca a un acuerdo. Que si bambas de marca, que si libros de magia, que si pastelitos con cromo, que si ojos grandes…

De repente vieron bajar a un camarero de hotel de lujo con una gran bandeja repleta de hígado de cerdo en dirección a ellos. Le seguía una mujer con un cepillo enorme y un lechero. Parecían como sacados de un cuento, obviamente no eran del barrio. Lozano Torres volvió la vista para esconder la lámpara cuando se percató que uno de los gatos se había frotado en ella. Celia Santiago y Lozano Torres volvieron al hueco del parking refunfuñando. A las siete tocaba música y ver el documental del amazonas con el abuelo.

Fin

Suertes es uno de los cuentos sobre la suerte de la colección cuentos infantiles del escritor Sergio Mercado Ruíz sugerido para niños a partir de doce años.

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