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La bruja presumida 🧹 «Sólo cuando encuentres a alguien que te quiera de verdad, volverás a la normalidad».

Por Rocío Cumplido González. Cuentos infantiles de brujas

La bruja presumida es la historia de una brujita, que lo que tenía de hermosa, también lo tenía de mala, y esta maldad tuvo un límite y la llevó a recibir un castigo ejemplar, un hechizo que sólo se rompía si se cumplía una condición. Es un bello cuento infantil de la escritora española Rocío Cumplido González. Veamos qué pasó y si la brujita presumida pudo romper el hechizo.

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La bruja presumida

La brujita presumida - Cuento
Foto de Circe Denyer

Hace muchos años, en el valle de los elfos amarillos, una pequeña aldea se alzaba a los pies del río encantado.

En esta aldea vivían muchos de los seres mágicos de los que alguna vez has oído hablar, tales como duendes, hadas, ninfas, gnomos, hechiceros, brujas e incluso fantasmas burlones. Todos sus habitantes eran muy buenos amigos y vivían en armonía: se respetaban los unos a los otros y se ayudaban cuando era necesario.

Bueno, no todos, la bruja Clamidia apenas tenía amigos en la aldea y los pocos que decían serlo procuraban no verla muy a menudo. La razón de esto era que la bruja Clamidia se creía el ser mágico más hermoso del valle. ¡Y en verdad lo era! La bruja Clamidia era realmente hermosa.

Tanto, que incluso las flores se escondían a su paso avergonzadas.

Pero su alma, no lo era tanto como su apariencia. A la bruja Clamidia le encantaba presumir, ya fuese estrenando una larga capa de bruja, unos zapatos o poniéndose un sombrero de pico nuevo siempre que salía a pasear, para que los demás se murieran de la envidia al verla pasar.

¿Os habéis fijado en mis nuevos zapatos brujeriles? Son de la colección de este año del famosísimo brujo diseñador Juanolo Clanic. Según él, mi belleza le inspiró para crearlos. Ji, ji, ji, ji, ji -reía la bruja, con falsa modestia.

Una mañana, la bruja Clamidia vio como el hada Cantarina, muy linda ella, volaba delante de su casa muy contenta. Era su cumpleaños e iba estrenando un bello vestido color rosado. Tal fue la envidia que sintió la bruja al ver al hada tan bien vestida, que agarró su escoba, le dio un golpetazo y la hizo caer al barro, estropeando así su lindo vestido rosado.

Cuando la reina de las hadas se enteró de lo que la bruja Clamidia le había hecho a su hija, se enfadó tanto, que convirtió a la hermosa bruja en una horripilante bruja piruja llena de verrugas.

Sólo cuando encuentres a alguien que te quiera de verdad, volverás a la normalidad -dijo la reina de las hadas, mientras la bruja lloraba delante del espejo horrorizada.

La bruja, a la desesperada y muy angustiada, buscó a alguien que la quisiera de verdad; pero todos salían huyendo en cuanto la veían aparecer, ya que su nuevo aspecto no era agradable de ver. Como los adultos se escondían y los niños se burlaban, la bruja Clamidia tomó la decisión de encerrarse en su casa y no salir nunca jamás.

Los años pasaron y la bruja Clamidia seguía en su casa escondida, todos sus espejos los tenía cubiertos con sábanas para no ver el aspecto por el cual se pasaba las horas encerrada.

Sólo cuando la noche caía y las estrellas salían, salía de su casa la bruja Clamidia, para pasear junto al río encantado. Fue en este lugar donde la bruja encontró a un grupo de artistas ambulantes que cantaban y bailaban alrededor de una fogata. Y en medio de las guitarras y laúdes, una hermosa niña de piel morena, ojos claros y pelo castaño bailaba al son de la música ofreciendo su danza a la luna.

La bruja entre los matorrales observó el espectáculo embobada.

Desde entonces, la bruja volvía cada noche a la orilla del río a escondidas para ver bailar a la niña. Una noche a los pocos días, la bruja no encontró a nadie en la orilla. Sola y decepcionada se escondió para ver si alguien pasaba.

Al poco rato, sola caminando por la orilla, apareció la niña. De pronto, la pequeña se paró y miró a su alrededor:

Sal, brujita. No te asustes de mí. Sé que estas ahí -dijo la niña, señalando hacia los matorrales donde estaba la bruja escondida.

La bruja salió algo avergonzada:

Lo siento niña, no quería asustarte. Solo vengo aquí para verte bailar -explicó la bruja con las mejillas coloradas.

¿Por qué te escondes para hacerlo? -preguntó la niña muy sorprendida.

Porque no quería asustarte y que salieras corriendo.

¿Y porque iba a hacer tal cosa? -preguntó la niña más sorprendida todavía.

La bruja Clamidia, algo extrañada por la pregunta de la niña, le respondió:

¡Porque soy horrorosa! Soy vieja y fea. Mi piel está llena de verrugas y mi nariz es tan grande que se podría poner a secar la ropa de una semana sobre ella.

Ja, ja, ja, que graciosa eres, brujita -dijo la niña acercándose para ver a la bruja desde más cerca.-Pues a mí no me pareces tan fea. Por cierto, me llamo Aliena.

Y yo Clamidia -respondió la bruja, muy conmovida.

Desde ese día ambas se convirtieron en grandes amigas y se reunían cada noche para charlar, bailar y jugar junto a la orilla del río encantado. La bruja Clamidia estaba encantada con la amistad que había entablado con la niña, ya que junto a ella ni siquiera se acordaba de que era tan fea.

Poco tiempo después, la pequeña Aliena llegó a la orilla del río con una mala noticia para su amiga la bruja. La pequeña niña y su familia se mudaban a otra aldea, para mostrar su espectáculo a otros seres mágicos.

La bruja, con lágrimas en los ojos, abrazó a Aliena para despedirse de ella:

Te echaré de menos, pequeña -dijo la bruja mientras lloraba y la luna salía de entre las montañas.

Te quiero mucho, bruja Clamidia, y siempre lo haré -dijo la niña entristecida.

En ese preciso instante; una brillante luz blanca apareció, envolviendo a la bruja de la cabeza a los pies, volviéndola a convertir en una hermosa mujer.

La bruja Clamidia estaba ahora muy contenta; pero no por haber recuperado su antigua apariencia, sino porque había encontrado una gran amiga en aquella pequeña niña, que se fijó primero en su corazón y no en su aspecto exterior.

La bruja Clamidia, nunca más volvió a presumir de las cosas que tenía, se disculpó con sus vecinos por los errores pasados e hizo buenos amigos entre los seres mágicos.

Así fue, como poco a poco, dejaron atrás el rencor y todos se enamoraron de su gran corazón.

Fin.

La bruja presumida es un cuento de la escritora Rocío Cumplido González © Todos los derechos reservados. Propiedad intelectual: Registro Nro. 1207071931311

Sobre Rocío Cumplido González

Rocío Cumplido González - Escritora

Rocío Cumplido González es una escritora española que nació en el año 1982 en Palma del Río, Córdoba. Comienza su andadura como escritora en Marzo de 2012. Desde entonces ha ido sumando seguidores en todo el mundo, sobre todo en Latinoamérica.

En 2013 su cuento “La bruja presumida” fue publicado en la revista Maestra infantil tanto en España, como en Italia. Además de ser traducido al Inglés.

Algunos de sus cuentos como “Peter y el gran mago” han sido adaptados para el teatro por la compañía Bichos de luz. Incluyen personajes y trama dentro de la obra de teatro “El sueño de Max.”

También colabora con revista Bulevar de Palma del Río, escribiendo periódicamente varios cuentos.

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