Saltar al contenido

Cuento infantil en rima para niños a partir de ocho años.

En una gran playa de blanca arena,
una estrella de mar llora de pena.

Está muy, muy triste. Se siente sola,
viendo como llegan, ola tras ola.

Sus lágrimas, color verde esmeralda,
se abren paso en el mar, desde su espalda,
braceando suavemente por la espuma.
De repente, escucha. – ¡Por Moctezuma!

¿Qué te sucede? ¿Por qué estás llorando?
Verás, dejé a los niños estudiando,

y paseo, para tener tipo fino.
Me llaman Antenas, el langostino,

y todo el mundo dice que hablo mucho,
muchísimo,, incluso cuando me ducho.

Sorprendida, la estrella responde:
“Hola, Antenas, parece usted un conde”.

Antenas — Razón no te falta, querida mía.
Tengo sangre azul por parte de tía
y, mi tatarabuelo, que era un golfo,
sabrás fue el primero de los Rodolfo.

Esther —- Yo me llamo Esther. No tengo familia.

Antenas — ¡Si tu nombre proviene de la Biblia!

Esther — De ellos no se nada hace muchos años.
Estoy segura que han sufrido daños.

Antenas — No puede ser, aunque sea lo que sientes.
En algún sitio estarán tus parientes.

¡Anda, mira quien viene! Si es Conchita,
la caracola. Tendrá alguna cita.

Conchita – Muy buenos días, Antenas. ¿Qué sucede?
Me gustaría ayudar, si se puede.

Antenas — Muy buenas, Conchita. Te presento a Esther,
que ningún pariente parece tener.

Conchita – ¡Un ser tan hermoso, tan bello y lindo!
¿piensas que acabo de caer de un guindo?

Antenas — Conchita, se lo juro. Ella lo ha dicho:
“que está sola, solita como un bicho”.

Conchita – Esther, ¿es verdad lo que cuenta Antenas?

Esther – – Sí, qué grandes, qué tremendas son mis penas.

“Antes vivía de parientes rodeada
hasta el infinito, siempre saciada,
en un bello baile interminable
con toda mi familia, siempre estable,

bañada por las corrientes cósmicas
en proporciones astronómicas,
divertida, sonriente, muy feliz,
hasta la noche que ocurrió el desliz.

No me lo explico, perdí el equilibrio.
Comencé a caer y caer, hecha un lío”

Pues así fue como llegué a esta playa,
que no tengo ni idea dónde se haya.
No he visto nunca a nadie conocido,
ni noticias suyas he recibido.

Conchita – ¡Qué historia tan triste! ¡Qué pobrecita!

Antenas — Ya lo puede decir, doña Conchita.

Conchita – Yo tengo una idea para que mejores,
te pongas más contenta y ya no llores.

Los humanos utilizan mi casa,
para oír el mar. ¡Pues veremos qué pasa!
Úsala tú. Puede que escuches algo.
Y no te asustes. No soy ningún mago.

Esther — Conchita, qué más quisiera, de verdad.
Todos mis sueños se harían realidad.

En casa de Conchita se introduce
y, de repente, toda ella reluce.

Escucho a mis parientes. ¡Qué bonito!
Me llaman, aplauden, tocan el pito.

Ya sé donde están y sé cómo llegar.
Gracias Conchita, gracias Antenas. Mar,
de ti me despido, y la playa también.
Quiero llegar a casa en un santiamén.

Esther, girando, subiendo, escalando,
ya salió del mar y se fue volando.

Ahora está bailando, muy ocupada,
guiñando un ojo a Conchita, su hada,

que en la playa camina contemplando,
mientras va de compras, de cuando en cuando,

Cómo Esther resplandece intermitente.
Si lo ve, le dice a Antenas: ¡Detente!

Observa, Esther con su familia. ”¡Reza,
para que no acabe tanta belleza!

Fin

Cuento infantil en rima para niños a partir de ocho años.

1/5 - (1 voto)

Por favor, ¡Comparte!



Por favor, deja algunos comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recibe nuevo contenido en tu E-mail

Ingrese su dirección de correo electrónico para recibir nuestro nuevo contenido en su casilla de e-mail.



Descubre más desde EnCuentos

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo