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La ratita trabajadora. Cuentos de ratitas

La ratita trabajadora. Cuentos de ratitas

La ratita trabajadora. Niña escritora de cuentos infantiles de México,  integrante del taller de Rocío Noblecilla.  Cuentos de ratitas.

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La ratita trabajadora. Cuentos de ratitas

Había una vez una ratita que había vivido en muchas casas que no le habían gustado porque eran prestadas, porque la tenía que compartir con otras ratas, porque se le llevaban sus cosas o porque eran muy pequeñas. Así que un día, ya cansada de vivir así, decidió salir a buscar un lugar donde construir una linda y hermosa casita, o bien una casa en la que pudiera vivir tranquila sin que nadie la molestara. Y la ratita fue a muchos lugares, hasta que un buen día encontró el lugar que parecía que era perfecto. Volteó a ver hacia el horizonte y allá a lo lejos vio una pequeña casa y pensó:


—Tal vez pueda ir a verla de cerca.

Y caminó hasta llegar a su destino y cuando al fin estuvo frente a la casa, dijo:

—Esta casa es realmente perfecta.

Pero cuando entró, le costaba mucho trabajo pasar ya que estaba llena de telarañas y descubrió que la casa estaba muy sucia.

—Habrá que limpiarla muy bien y de seguro quedará como nueva —dijo la ratita y muy entusiasmada empezó con su labor y limpió y desempolvó y lavó y cepilló, hasta que poco a poco fue quedando completamente limpia y hasta la pintó y parecía realmente como una casa nueva.

Ya muy cansada y con mucha hambre, buscó en la cocina algo para comer pero se dio cuenta de que no tenía comida, y tampoco tenía dinero. Así que no se desesperó y salió a ver la manera de conseguir algo de dinero y poder comprar comida. Ya afuera, caminaba y pensaba cómo hacer para tener dinero, el problema era que casi no habían empleos y que por ser una ratita era muy difícil que le dieran un trabajo y le pagaran bien, y así, pensando, seguía caminando, hasta que de pronto vio que algo brillaba a un lado del camino, se acercó y con asombro vio que era una bonita moneda.

—Este es mi día de suerte, ¡una moneda! —Exclamó con mucha alegría.

—Con esta moneda puedo ir al mercado y ver qué puedo comprar para comer, ya me muero de hambre y ni siquiera he desayunado.

Así que emprendió su camino hacia el mercado y cuando al fin llegó la ratita estaba indecisa porque habían muchas cosas en venta, sobre todo un gran puesto donde había toda clase de quesos, otros de dulces, de frutas y así pasó por varios puestos viendo qué podía comprar con su monedita, pues esta moneda era muy especial, solamente porque se la había encontrado. Llegó al último puesto y se le antojaron muchísimo unos camotes, tenían miel y un gran pedazo de queso encima, se veían deliciosos; pero oh sorpresa, los camotes estaban muy caros.

Y la ratita pensó:

—Si compro los camotes, aunque me gusten mucho y quede con mi barriga llena, ya no tendré otra cosa más para comer más tarde ni tampoco para comer mañana. ¡Ya sé! (Pensó entusiasmada), mejor compro un puñito de maíz, es más barato y puedo hacer mucho con él.

Así que la ratita compró el maíz y cuando iba de regreso, tenía que pasar por un basurero enorme y en el que ella bien sabía que habían gatos. Así que se armó de valor y pasó muy sigilosamente para no hacer ningún ruido, cargando el maíz con mucho esfuerzo y cuando al fin pasó se encontró con que no reconocía el camino de regreso. De pronto le llegó a su nariz un olor a queso, y de otro queso y de otro y de pronto su nariz se llenó de olores de varios quesos, y recordó que estaba ya en el puesto por donde había entrado al mercado. Y sin perder más tiempo, la ratita tomó el camino a la casita que tanto había buscado y que con tanto trabajo había limpiado. Cuando llegó, vació el maíz en los alrededores de la casa y empezó a sembrarlo, de esta manera a la ratita ya no le iba a faltar comida y feliz sembraba cada grano de maíz, recordando la suerte que había tenido al encontrar esa moneda y la importancia de no desperdiciarla y de usarla en algo mejor.

Fin

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