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Regalos Especiales. Cuentos de regalos de navidad.

Regalos Especiales es uno de los cuentos de regalos de navidad de la escritora Liana Castello. Lecturas infantiles sobre la navidad.

La familia de Juan no era una familia grande. Vivía con su papá, su mamá y su hermanita menor. Tenía a sus abuelos Clara y Jorge, que eran los papás de su mamá y sólo un tío y padrino que vivía en el exterior.

Juan tenía 11 años y hacía ya cuatro que su tío Andrés se había ido a vivir muy lejos. Al niño le costó mucho entender porque su querido tío había tenido que partir. “Asuntos de trabajo” había dicho su mamá.

El pequeño extrañaba mucho a Andrés. Más que tío y sobrino, eran grandes amigos.

Desde que partió Andrés enviaba muchas cartas y regalos también. Cada vez que se acercaba la Navidad, el tío mandaba una carta en la que decía que trataría de estar con la familia para tan linda fecha.

Los días pasaban y la Navidades también. El tío nunca había cumplido su promesa. En cambio, cada Navidad, como para compensar su ausencia enviaba a toda la familia y sobre todo al pequeño Juan un regalo, cada año más grande.

Cierto era que el niño se entusiasmaba con los regalos que recibía en Navidad, pero a medida que pasaban los años, Juan empezó a darse cuenta que no hay regalo que reemplace la presencia de un ser querido.

Todos los años pasaba lo mismo, Andrés escribía diciendo que muy probablemente llegase para la Navidad, Juan lo esperaba con ansias y unos días antes, otra carta y varios paquetes.

Todas decían los mismo. Andrés pedía disculpas, contaba que sus ocupaciones de último momento no le permitían viajar, pero que para no estar del todo ausente enviaba unos hermosos regalos para colocar bajo el arbolito.

La desilusión de Juan era cada año mayor, como mayores eran las ganas de abrazar a su tío.

Con gran tristeza colocaba los paquetes enviados por su tío y guardaba la carta en una pequeña caja que ya estaba repleta de disculpas, excusas y desilusiones.

El último año, meses antes de la Navidad Andrés envió una carta en la que decía, como otros años, que haría todo lo posible por estar para las fiestas.

– Siempre lo mismo, seguro que luego llegan los regalos, pero no él – se quejó Juan y arrojó la carta  a la basura. Era la primera vez que hacía algo así.

– Tal vez este año venga – dijo su abuela, quien deseaba aún más que Juan ver a su hijo luego de cuatro años.

La abuela Clara sufría en silencio la ausencia de Andrés y por amor a su nieto, jamás se quejaba cuando días antes de la Navidad su hijo anunciaba que no iría.

Clara sabía la tristeza del niño y no quería aumentarla contándole que ella también tenía el corazón quebrado por no ver a su hijo. Entonces, cada Navidad se sobreponía, guardaba sus lagrimas dentro de si y sonreía al abrir los paquetes, todo por amor a Juan.

Juan imaginaba que, una vez más, su tío no iría y le pidió a su mamá que horneara menos galletas ese año y que en ninguna colocara el nombre de su padrino.

– Total… nadie la comerá – dijo con la cabeza baja.

Era una costumbre colocar el nombre de cada miembro de la familia en una galleta y comerlas todos juntos luego de brindar.

Clara escuchó las palabras de su nieto y pensó que algo debía hacer.

Tomó un osito de peluche que Juan atesoraba pues había sido el primer regalo que le hiciera Andrés y colocó en sus garritas un cartelito que decía “te extraño mucho, no falles esta Navidad”.

Presurosa fue al correo y envió la encomienda a su hijo.

No tuvo respuesta alguna de Andrés.

Los días pasaban y la Navidad ya estaba cada vez más cerca.

Faltando un par de días y para gran desilusión de Clara, recibieron una nota de Andrés diciendo que ese año los regalos llegarían más tarde de lo acostumbrado, nada más.

Juan no dijo palabra y volvió a tirar la carta a la basura.  Nunca notó la ausencia del osito pues hacía tiempo que no acomodaba sus juguetes.

El día de nochebuena la familia se preparó como todos los años. La ausencia de Andrés ya era costumbre, no así la de los regalos que enviaba y que ese año no estaban bajo el arbolito.

Poco antes de las doce sonó el timbre. Clara se sobresaltó. El corazón parecía querer salir de su cuerpo.

– No esperamos a nadie ¿verdad? – Preguntó la mamá.

– Debe ser algún niño pidiendo comida – comentó el padre.

– Ve tu hijito – Dijo Clara a su nieto – toma una de las galletas de la fuente y dale al niño que seguro está afuera esperando.

Juan tomó varias galletas y corrió a abrir la puerta.

Sus ojos no podían creer lo que veían. Su tío estaba allí con los brazos abiertos para alzarlo. Las galletas quedaron hechas polvo y en muchas cuadras a la redonda sólo se escuchó el gritó de un niño feliz que vociferaba el nombre de su tío.

Luego de un rato largo cuando lograron que Juan saliese de los brazos de su tío, Andrés saludo con mucha emoción a todos y cada uno.

Cuando abrazó a Clara, ésta le pidió que guardara el secreto del osito. No quería que su nieto pensara que algo había forzado la visita de Andrés.

Como todos los años, no faltaron los regalos que esta vez el tío trajo consigo, pero sin duda, hubo más regalos que paquetes.

De todo lo que pudo recibir Juan, su mejor obsequio fue la presencia de su tío, su abrazo, sus mimos.

Para Clara hubo más de un regalo, no sólo que su hijo hubiese entendido que no hay ocupación que valga postergar la alegría de un niño, sino haber podido hacer feliz a su nieto.

Para Andrés el regalo más hermoso fue haberse reunido con su familia nuevamente y ver que la distancia y los años no habían hecho mella en el amor que su sobrino sentía por él.

Todos estuvieron felices, incluso el osito de peluche que volvió a su estante ahora sin el cartelito, pero feliz de haber servido de emisario de Navidad.

Fin

Regalos Especiales es uno de los cuentos de regalos de navidad de la escritora Liana Castello. Lecturas infantiles sobre la navidad.

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