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La fiesta es uno de los cuentos cortos de fantasmas de la colección cuento de misterio de la escritora Raquel Eugenia Roldán de la Fuente para adolescentes, jóvenes y adultos.

Imaginemos por un momento que en todo lo que tocamos, de alguna manera, dejamos algo de nosotros. Hay objetos que significan mucho para una persona, de manera que su contacto con ellos es frecuente y, sobre todo, intenso.

Ciertos objetos son muy superficiales para todo el mundo y entonces no adquieren nada de la personalidad de nadie. En cambio algunas joyas (no necesariamente muy valiosas), algún mueble, un muñeco de peluche o un trasto de cocina pueden revestir para nosotros un valor muy grande, posiblemente por haber pertenecido a alguien querido o por el uso que nosotros mismos le hemos dado y las circunstancias en que lo hemos hecho.

Ciertas prendas de ropa nos son especialmente apreciadas, tal vez por su comodidad o porque se nos ven bien, y otras por ser lo que llevábamos en alguna ocasión que nos trae recuerdos luminosos. Alguna prenda, tal vez, ha dejado de gustarnos por haber sido nuestra envoltura en algún momento desagradable o doloroso de nuestra vida.

* * * * *

Llegué a trabajar al Museo Poblano de Arte Virreinal como asistente de Curaduría, con motivo del montaje de la exposición “La moda en el siglo XIX”, que contaba con una buena cantidad de piezas muy interesantes.

Enmarcados en escenarios elaborados con moblaje de la época, como sillas, sillones, consolas y camas con dosel, se colocaron sobre maniquíes algunos vestidos pertenecientes a coleccionistas que los prestaron para la ocasión; también había abundantes accesorios, como pañuelos, guantes y zapatillas, alguna maleta vieja, revistas y portamonedas, corsés y joyería, los cuales se colocaron en escaparates distribuidos a lo largo de tres grandes salas del museo.

Uno de los trabajos que debíamos realizar la curadora y yo era llevar un minucioso registro de la ubicación de cada pieza, por lo que cada una estaba numerada y teníamos un mapa donde las señalábamos por su número.

La directora de museografía tardó mucho tiempo en encontrar el acomodo definitivo para todas las piezas: día con día las cambiaba y nosotras, la curadora y yo, debíamos revisarlo todo, noche con noche, y realizar los ajustes necesarios en nuestro croquis. Y cada mañana, la museógrafa nos reclamaba, muy enojada porque movíamos los vestidos. Eso nos extrañaba mucho, pues aunque sí los teníamos que mover para verificar la etiqueta con el número de cada uno, no los cambiábamos de lugar ni los volteábamos, cuando más un pliegue quedaba diferente a como ella lo había dejado, o quizá unos cuantos grados girado a la izquierda o a la derecha, así que no comprendíamos su enojo.

Finalmente, llegó el día en que ella terminó su acomodo y no debimos entrar más a revisar las piezas y, por consiguiente, a moverlas. Al día siguiente se enojó igual, pues según ella las habíamos movido otra vez. Entonces fue cuando supimos, por los vigilantes, que algo extraño ocurría todas las noches en esas salas.

Cuando nos oyeron comentar el enojo de la directora de museografía sólo sonrieron y movieron la cabeza de un lado a otro.

-“Se mueven solos”, dijeron.

-“¿Cómo?”, por supuesto que no entendimos.

-“Sí, los vestidos se mueven solos. Todas las noches se oye ruido allá adentro”.

-“¿Ruido…? ¿Qué ruido se oye?”

-“Pues… se oye música y se oyen aplausos…”

Por supuesto, nadie se atrevió nunca a entrar a constatar lo que ocurría en aquella curiosa reminiscencia de un salón de baile.

Fin

La fiesta es uno de los cuentos cortos de fantasmas de la colección cuento de misterio de la escritora Raquel Eugenia Roldán de la Fuente para adolescentes, jóvenes y adultos.

De la serie “Sueños, voces y otros fantasmas”

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