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Por María Cereceda Olave. Cuentos infantiles

La gran carrera es un entretenido cuento infantil corto sobre el desarrollo de una carrera de brujas y un intrigante final. Cuento de María Cereceda Olave. Cuento infantiles de brujas para niños y niñas pequeños.

La gran carrera

La gran carrera - Cuento corto de brujas

Tenía las mejillas coloradas y la voz agitada, realmente llegué a casa muy acalorada. Allí estaban mis tres hermanas.

Entre gritando, con el papel en la mano, y pregunté:

– «¿Por qué nadie me había avisado del concurso?»

En dos semanas era el gran concurso. El concurso más esperado durante años por todas las brujas del poblado.

Una vez cada 5 o 7 años en el pueblo de las brujas, situado a las a fueras de la gran ciudad, se realiza un concurso entre las brujas más jóvenes con edades comprendidas entre los 13 y 15 años.

La prueba consiste en una gran carrera de una punta a otra del poblado la única herramienta es la escoba y tener una gran agilidad para llegar la primera a la línea de meta. El premio es una escoba de gran categoría que ninguna familia se puede permitir comprar. Solo las brujas que ganan esta carrera disponen de una.

Las dos hermanas más jóvenes se fueron de la cocina, Kelly la hermana mayor se quedó a su lado cogió su mano, y muy bajito susurró:

– «Katy, no te hemos dicho nada porque en casa no disponemos de ninguna escoba para que puedas participar en la carrera.»

La tristeza se estaba apoderando de Katy.

Su abuela que estaba escuchando la conversación desde el salón se acerco a las jóvenes y dijo:

– «Sí tenemos una escoba.»

– «Pero abuela» -contesto Kelly-. «Esa escoba jamás ha sido usada es muy vieja, y no servirá.»

– «No Kelly, estás equivocada, esa era mi escoba. Yo la utilice durante años, solo esta vieja, pero Katy puede ser capaz de volar con ella, estoy segura.»

Katy agachó la cabeza. Ninguna de sus hermanas se había atrevido a coger esa escoba, porque no era tan nueva y bonita como la que iban a llevar las demás brujas. Pero rápidamente volvió alzar la cabeza y dijo muy segura de si misma.

– «Abuela, llévame hasta la escoba, la restauraré y volaré con ella la gran carrera.»

Comenzó a saltar y gritar por toda la casa.

Kelly se marchó sin decir palabra. No confiaba en ello.

Katy subió al desván, destapo una sabana vieja y allí estaba la escoba. Sus hermanas tenían razón, era horrible y estaba muy sucia. Se desanimó, pero su inocencia y las ganas de presentarse al concurso, volvieron a resurgir.

Se pasó tres días y tres noches restaurando la escoba.

Quedó preciosa. Brillaba y todos sus hilos estaban completamente en orden. Su abuela se sintió muy orgullosa de Katy.

El problema llegó después. Katy no sabía volar, muchas veces había visto a otras brujas pero jamás nadie le había enseñado.

Miró la escoba y pensó, es el momento, me subiré en ella y volaré.

Pero Katy se subió en la escoba una y otra vez. Probó desde una silla, desde una mesa, pero nada hacia volar a esa escoba.

Bajó del desván. Se sentía muy triste, todo el trabajo, todo el esfuerzo. No entendía por qué aquella escoba ni siquiera se movió un poquito.

Al poco tiempo su abuela se acercó.

– «¿Que ocurre Katy? ¿Por qué esa cara tan triste?»

– «Abuela, no quiere volar» -le dijo Katy entre lagrimas-, «la he limpiado, arreglado, esta perfecta, preciosa pero no quiere, ni siquiera un pequeño movimiento.»

La abuela se quedó en silencio y al rato dijo muy alto:

– «¡¡Katy tengo la solución!! Su nombre, todos tenemos un nombre. Cómo te va hacer caso, si no sabe que la estás llamando, tienes que ponerle un nombre y tienes que hablar con ella. Nuestra escobas son mágicas, nos escuchan.»

Katy volvió rápidamente al desván, cogió la escoba, la miro fijamente, y pensó un nombre.

Te llamaré… te llamaré…, lo tengo, te llamaré ESTRELLA. Porque juntas volaremos tan alto que llegaremos a tocar las estrellas, y seremos tan rápidas como ellas.

Katy con mucho cariño, suspiro hondo, se subió encima de su escoba y con una voz muy suave dijo:

– «Estrella, quiero volar contigo la carrera, ¿Me ayudas?»

Y por fin Estrella se movió. Katy sintió un poco de miedo, jamás había volado. Se bajó de Estrella, la cogió por el palo y se dirigió a la parte de atrás de la casa.

– «Muy bien Estrella, otra vez ¡¡¡¡vuela!!!!»

Katy no lo podía creer, estaba volando con su escoba, aquella escoba que nadie quería. Su abuela miraba orgullosa desde la ventana, sabia que lo conseguiría.

Diez días más tarde

– «Todas en sus puestos.»

Katy miró hacia un lado y hacia el otro. Todas las jóvenes del poblado llevaban escobas preciosas y nuevas. Es más, en el colegio se habían reído de ella porque su escoba tenía nombre, y era de su abuela.

Pero Katy acarició a Estrella, estaba segura de que podían ganar, iban a ganar.

– «Preparadas… listas… ¡¡¡YA!!!.»

La gente del pueblo gritaba, coreaba los nombres de las brujas.

Nadie confiaba en Katy ni en su escoba. Pero de repente, en todo ese revuelo de gente coreando y gritando nombres, se comenzó a oír como muchas escobas se estaban quedando atrás y cómo la de Katy se ponía en cabeza.

Sus hermanas se miraban nerviosas.

– «¡¡¡Va ganar!!! -decían- «¡¡¡va ganar!!!»

Katy veía como se iba adelantando a todas las jóvenes. No lo podía creer. Estrella la estaba poniendo en primer lugar, iban a ganar la carrera.

Por los altavoces se escucha.

– «En cabeza, entrando por la línea de meta, nuestra jovencita Katerin, ha ganado la carrera.

¡¡¡Su alegría se desbordaba!!!

– «Señorita, suba a recoger su premio.»

Katy ya se había olvidado del premio. Había estado tan ocupada en preparar a Estrella y en aprender a volar con ella, que ya no recordaba el premio.

Una vez en el escenario, recogió su premio. Era una escoba preciosa nueva. En ese momento, Katy era la envidia de todas las jóvenes. Pero Katy la miro y dijo en voz alta:

– «Yo tengo mi escoba y soy feliz, no quiero otra.»

La gente comentaba cómo podía ser posible y se preguntaban ¿Qué iba a pasar ahora?

– «¡¡Que decida el jurado!!» -gritaban.

Pasados unos minutos. El jurado habló:

– «Hemos decidió que la escoba sea del colegio. Así de esta manera todas las brujas podrán aprender a volar.»

Katy se sintió orgullosa y feliz. Se acercó a su familia que la esperaba con los brazos abiertos y se fueron a casa.

Sus hermanas no entendían muy bien por qué no quería la escoba nueva. Pero Katy era feliz con Estrella y eso era lo mejor que podía tener.

Fin.

La gran carrera es un cuento infantil corto enviado por su autora, la escritora María Cereceda Olave para publicar en EnCuentos.

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