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Cuento infantil de dinosaurios sugerido para niños a partir de nueve años.

En una ciudad muy lejana, que estaba enclavada en las montañas y muy cerca del sol, vivía una mamá dinosaurio con sus tres hijitos dinosaurios.

Su esposo Dino, altivo y orgulloso traía los alimentos a sus bebés dinitos para que crecieran tan grandes como él.

Las montañas tenían mucha vegetación y estos niños dinosaurios se perdían constantemente haciendo que su mamá se preocupara en demasía.

Fue un día que el cielo estaba limpio, sin nubes, muy azul y que brillaba con la luminosidad del sol, cuando apareció un Pterodáctilo, venía volando, volando, luego de dar muchas vueltas en el cielo y viendo que la niña dinosauria Catita estaba distraída comiendo vegetales que le gustaban mucho, la atrapó con sus garras llevándosela colgada hacia otras montañas.

Sus hermanos dinosauritos luego de haber saciado su apetito regresaron a casa, pero faltaba Catita dinosauria. Su mamá, asustada, preguntó a sus hermanitos pero ellos no sabían nada de nada. Se habían extraviado en esas tierras porque cada uno quería comer las hierbas que le gustaban.

Ellos no vieron cuando pterdáctilo volaba, nadie se dio cuenta de su presencia.

Mientras al otro lado de la montaña, Catita dinosauria se defendía como podía de su depredador, y preguntándole por qué la había raptado, pterodáctilo se reía de su maldad, hasta que Catita se puso a llorar desconsoladamente.

Sus papás estaban muy preocupados y salieron a buscarla.

Fue que por casualidad Catita dejó su pañuelo que siempre llevaba al cuello, se lo había sacado porque sintió mucho calor y lo dejó enredado en un árbol. Pero como sus papás eran tan sabios, sabían perfectamente por donde sus hijos buscaban sus alimentos, fueron precisamente por esos lugares y encontraron su pañuelo. No podían imaginar que su hijita había desaparecido misteriosamente.

Sus hermanos, que por estar jugando en otro sector de la montaña no vieron a pterodáctilo volar, quedaron castigados cuidando la casa.

La noche llegaba rápidamente, y el frío se hacía notar inquietando a sus papás dinosaurios, para regresar a casa y cuidar a su otros hijos, con la esperanza de encontrar a su hija a la mañana siguiente.

Don Dino, salió de madrugada, con sus largas patas atravesaba largas extensiones encontrándose en su camino con sus vecinos Plesiosauro, Diplodocus, Tiranosaurios y Braquiosario que salieron en caravana a buscar a Catita dinosauria.

No tardaron en encontrar la comunidad de los Pterodáctilos.

Ahí estaba el depredador pterodactus castigando con sus alas a Catita. Volaba sobre ella y con sus alas la maltrataba…

Catita lo esquivaba y con su cola también lo azotaba.

En esa guerra estaban cuando don Dino, rugió con tanta fuerza que pterodactilos se asustó tanto, que salió volando sin rumbo y daba tumbos por aire que ya se caía porque sabía que de seguro lo castigarían severamente por el daño que había causado a Catita.

Felices regresaron a su hogar, y todos los vecinos tomaron sus caminos correspondientes también preocupados porque sus hijos podían correr la misma suerte de Catita, por lo que aprendieron una hermosa lección.

Fin

Derechos reservados. © Gladys Gutiérrez Fernández, 25910322-30.9.2014

Cuento infantil de dinosaurios sugerido para niños a partir de nueve años.

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