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Elvis y Carol

Elvis y Carol. Cuentos de amistad. Cuentos juveniles.

Elvis y Carol siempre estaban juntos, detrás de Elvis siempre estaba Carol. Desde el principio de sus vidas Elvis y Carol nunca se habían separado. Carol siempre estaba detrás de Elvis, en la hora de comer, caminar, estudiar, durante el día y la noche, nunca se separaban. Elvis y Carol compartían juntos cada segundo, minuto, hora y día.

Los dos siempre estaban juntos. -Ya no quiero seguir comiendo, no me gustan las verduras, son feas – decía Elvis

– “No debes dejar nada” – decía Carol – Ellas te ayudaran a ser crecer y ser una persona muy grande y fuerte.

-Yo quiero dulces, yo quiero dulces, yo quiero eso, yo quiero eso que está comiendo esa niña – decía Elvis – mientras lloraba.

-“Eso es de la niña Elvis, no puedes tenerlo”, – le dijo Carol a Elvis. Al no cumplírsele su capricho Elvis se molestó, pero pronto se calmó. Pronto vieron a unos niños jugando con un carrito de juguete.

-¡Quiero eso! ¡Yo quiero eso Carol! yo lo quiero, quítales es mío – gritaba Elvis.

-“Ese es el juguete de esos de los niños, no puedes tomar algo que no es tuyo” – decía – con una voz muy firme y segura Carol.

Los dos caminaron por lo largo del bosque y Elvis se dedicó a jugar todo el camino. Pero Elvis era muy descuidado y pronto se tropezó y cayó al piso.

-¡Auchhh, auchhhh, duele mucho! – Empezó a gritar Elvis – Carol ayúdame a levantarme, que duele mucho.

-“Levántate por ti mismo Elvis, debes hacerlo tú solo” – dijo Carol, mirando directamente a los ojos de Elvis.

-Eres mala, muy mala, eres muy mala conmigo Carol, Carol no me quieres le reclamaba Elvis con una mirada muy triste.

Carol con una mirada muy triste por lo que Elvis le dijo, espero pacientemente hasta que Elvis se levantase por sí solo. Un día Elvis y Carol vieron a muchos niños que se iban a jugar al parque, Elvis muy emocionado dijo

– Carol yo iré por ahí y tu ve por ese camino -Elvis pensaba que sería más agradable la compañía de esos niños que la de Carol.

-¿Estás seguro que quieres ir solo? – Pregunto Carol

– Si, está bien estar solos por un tiempo – respondió Elvis – es que a veces todos necesitamos estar con otras personas.

Carol parecía estar muy sola, pero como vio a Elvis muy feliz no le dijo nada y solo dijo “Haz lo que quieras”.

Entonces Elvis muy feliz y emocionado, comenzó a alejarse y Carol muy triste y sola, decidió que lo mejor sería ir por otro camino. Cuando cayó la tarde, los niños con lo que jugaba Elvis, decidieron que ya era muy tarde y era hora de regresar a sus casas – Elvis dijo

– ¿Por qué se tienen que ir, si aun es muy temprano? ¿Puedo acompañarles? Y los niños les respondieron que sus madres estaban esperándolos en casa, y que todos en este mundo tenemos un lugar al que regresar, que es en donde nadie más que ellos pueden ir, así que Elvis no podía venir con ellos.

Luego de caminar tanto, Elvis pensó que lo mejor sería regresar a casa, Elvis vio una hermosa flor y dijo

– ¡Que hermosa flor, es muy hermosa, la más hermosa que eh visto en mi vida! -Pero por más que gritaba no había nadie que lo escuche. ¿Pero, porque no hay nadie a su lado? Pronto se hizo de noche, y todo se puso muy oscuro

-¡Tengo miedo! ¡Tengo mucho miedo, que alguien me ayude! – empezó a gritar Elvis –Pero por más que gritaba y lloraba, no había nadie a su lado. Pronto empezó a llover

-¡Que hermosa lluvia, me hace cosquillitas! – dijo Elvis muy emocionado, pero al igual que en otras ocasiones no había nadie a su lado, para compartir su felicidad.

¿Pero, porque no había nadie a su lado?

Luego de la lluvia apareció un Arcoíris, y Elvis empezó a gritar, lo lindo que era el Arcoíris, y se preguntó porque tenía tantos colores.

¿Pero, no había nadie que le respondiera esa pregunta?

Después de eso Elvis empezó a gritar – ¡Una estrella, una estrella fugaz! Pero por más que gritaba, no había nadie al lado de Elvis, había algo que faltaba y eso era la compañía de alguien, alguien que ya no estaba más a su lado.

Pero Elvis no sabía aún lo que era. Elvis regreso a casa, cuando entro a su casa, empezó a gritar

-¡Ya estoy en casa! ¡Ya llegue! Pero no había nadie ahí para recibirle. A la hora de comer, de jugar, de limpiar, siempre estaba solo

-¿Carol, donde estás? –Empezó a preguntarse Elvis.

El dolor que sentía Elvis era tan grande que no le dejaba ser feliz, así que Elvis decidió buscar a Carol. Pero por más que la busco en su casa, no la pudo encontrar, así que pensó que quizás afuera podría estar.

Le preguntó a una mariposa que estaba sobre una hermosa flor

-¿Señorita mariposa? , ¿A dónde fue Carol?

-Elvis tengo hambre, y ya no puedo moverme.

-Entonces le daré mi almuerzo, si – dijo Elvis.

-Gracias Elvis… Yo vi en la mañana a Carol, jugando en la playa.

-Gracias, señorita mariposa – gritó muy feliz Elvis, y de saltos en saltos se fue saltando a la playa.

Pero cuando llego a la playa, no encontró a nadie, por más que gritaba llamando a Carol, nadie le respondía. Hasta que escucho a una niña llorar, Elvis se acercó y se acerco y cuando la encontró le dijo

– ¿Por qué lloras? Y la niña le dijo que su dulce se había caído en la arena, por lo que ya no podía comerlo.

Elvis entonces saco de su bolsillo sus dulces, y se los dio todos a la niña.

-Gracias Elvis – dijo la niña muy alegre.

-Niña, ¿has visto a Carol?

-Mmm mmm, si, hace como una hora la vi, estaba en el parque.

Elvis muy feliz se despidió de la niña y se fue de nuevo saltando y saltando, hacia el parque. Pero por más que corrió, cuando llego al parque, no la pudo encontrar.

Les pregunto a unos niños que andaban por ahí. -Oigan, oigan, chicos ¿Han visto a Carol? -Y ellos le dijeron, que solo tenían un juguete y que ellos eran dos. Entonces Elvis les dijo:

– Les doy mi pelota.

-Gracias. Carol estaba viendo las estrellas arriba de esa colina – le dijeron aquellos chicos.

Todos la habían visto, pero por más rápido que corría Elvis no podía encontrarla. Pronto vio a unas estrellas fugaces caer, y pensó que Carol, disfrutaría mucho de eso.

-¿Dónde estás Carol? -Elvis empezó a llorar y llorar, día tras día lloro y pronto un rio pequeño creo, un rio pequeño de lágrimas.

-¿Carol, a dónde fuiste? Regresa pronto…

Sin esa persona a su lado, ni siquiera su cumpleaños significaba nada, siempre una lágrima brillaba en el rostro de Elvis. Elvis al abrir los ojos, vio dentro del rio que había formado con sus lágrimas a Carol. Elvis, dentro del charco de lágrimas, encontró a Carol.

-¿Carol, Carol, estas dentro del agua? – pregunto Elvis muy asombrado.

-¡Yo siempre estaba a tu lado! Cuando me buscaste yo estaba a tu lado, acompañándote, y en silencio, esperando que te des cuenta de que estaré a tu lado por siempre.

-Elvis yo siempre estaré detrás de ti, cada vez que lo desees. Aunque no podía ver a Carol, ella siempre había estado a su lado acompañándolo.

-Carol ¿Siempre has estado a mi lado?

-Así es Elvis. Pero estoy de vuelta.

-“Carol no hago nada por ti, y tu lo haces todo por mí.” -Bienvenida a casa Carol – gritó Elvis.

Después de esto ambos se hicieron muy buenos amigos, y siempre estaban rodeados de muchos amigos más. Elvis desde ese día cuido de Carol, de que su felicidad sea su felicidad. Y que ella jamás se alejara de él de nuevo.

Fin
 
Elvis y Carol. Literatura infantil y juvenil, cuentos que no pasan de moda. Lecturas para niños de primaria. Historias para aprender leyendo.

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