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Un hombre insaciable.  Cuentos para chicos.

En un pueblo vivía un hombre. El hombre era rico.
Era muy rico. Tenía casas y viñas, vacas y ovejas, caballos
y cerdos. Las casas eran grandes y nuevas. Las viñas tenían
muchas uvas. Las vacas, las ovejas y los cerdos estaban muy
gordos. Los caballos eran los más hermosos de su pueblo.

El hombre tenía todavía más. Tenía una buena mujer
y buenos hijos. Tenía todo lo que podía desear; pero el
hombre no estaba satisfecho. No estaba satisfecho con Dios
ni con su mujer ni con sus hijos. Tampoco estaba satisfecho
del tiempo.

Cuando hacía frío decía:–Hace frío; este tiempo no es
bueno para mis viñas.

Cuando llovía, exclamaba:–Llueve demasiado; el tiempo
está muy húmedo. Debemos tener sol.

Cuando hacía sol, tampoco estaba satisfecho. Hoy hacía
mucho frío, mañana mucho calor; ora el tiempo era muy
húmedo, ora muy seco.

Un día entró en su viña. Allí estaban las hermosas uvas.
Tenía más uvas que todas las otras personas del pueblo;
pero no estaba satisfecho.–Estas uvas son muy pequeñas–dijo.–Hace
mal tiempo; hace mucho frío. No hace
bastante calor.

En este momento se presentó en la viña un hombre alto y
hermoso. Este hombre dijo:–Nunca está Vd. satisfecho del
tiempo. Siempre hace frío o calor, es muy húmedo o muy
seco. ¿Puede Vd. hacer un tiempo mejor?–Sí,–respondió
el hombre rico,–yo puedo hacer mejor tiempo.–Pues
bien,–dijo el extranjero,–el año que viene debe
Vd. hacer el tiempo para sus viñas.

Entonces el extranjero desapareció.

El año próximo llegó. Era el mes de marzo.–Quiero
nieve,–dijo el hombre rico. Entonces empezó a nevar.
Llegó el mes de abril.–Ahora quiero lluvia,–dijo el hombre
rico. Entonces empezó a llover.–Muy bien,–dijo
el hombre,–pero ahora quiero un tiempo caluroso. Entonces
hacía sol y el hombre estaba satisfecho con sus viñas
y con el tiempo.

Así el hombre hacía el tiempo todo el verano. Llovía
cuando quería y hacía sol cuando quería. Tenía en la viña
muchas hermosas uvas. Entonces dijo:–Mis uvas son las
más hermosas del pueblo. Nunca he visto uvas tan
hermosas.

Al fin llegó el otoño y empezó la vendimia. El hombre
cogió algunas uvas pero eran ácidas como el vinagre. Nunca
había visto uvas tan agrias. En este momento llegó el extranjero.–Este
año,–dijo–hace Vd. el tiempo. ¿Cómo
encuentra las uvas?–Malas, muy malas,–respondió el
hombre rico,–son ácidas como el vinagre.

Entonces dijo el extranjero,–Ya lo comprendo. Vd.
ha dado a la viña nieve, lluvia, sol, calor y frío, pero ha
olvidado el viento.

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