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Te pido un sueño. Cuentos cortos

Te pido un sueño es un cuento para pensar de la colección cuentos cortos de la escritora de cuentos infantiles Liana Castello sugerido para jóvenes y adultos.

Sin sueños, es imposible salir adelante

El pueblo estaba devastado. Parecía que algo malo había hecho para merecer semejante castigo. Tormentas, inundaciones, pestes, hambre, pobreza era lo único que podía encontrarse. Nadie se explicaba cómo y por qué de pronto todo parecía haberse derrumbado.

La mayoría de las casas estaban destrozadas, las plantaciones arruinadas, las calles anegadas, las personas enfermas, enojadas y desesperanzadas.

No sabían por dónde empezar. De un modo u otro habría que sanar a los enfermos, recuperar la esperanza, los hogares, los trabajos, la dignidad y las ganas, porque también las ganas habían desparecido de los corazones.

La mayoría de los habitantes estaban tristes, otros desesperados y muchos enojados. Cuando la vida se complica y pareciera que nos castiga por algo que ni podemos imaginar, algunas personas conservan la nobleza y templanza, aún en el dolor. Otros, en cambio, sacan lo peor de sí, conocen la ira y hasta el odio.

El clima estaba enrarecido, incluso en los vínculos de los habitantes del pueblo. No se hicieron esperar las discusiones, desencuentros y acusaciones vanas.

Cierto día llegó un forastero, alguien que se proclamaba a sí mismo como una especie de mago, alguien con el poder suficiente de cambiar las cosas. Nadie sabía cómo había llegado, ni de dónde pero lo cierto que ahí estaba. Pronto se corrió la voz de su llegada.

Se paró en medio de la plaza del pueblo, o lo que quedaba de ella. Casi todo el pueblo se reunió a su alrededor dispuesto a escuchar porque, sin dudas, ese hombre tenía algo importante para decirles.

-Concederé a cada uno una sola petición-comenzó diciendo.

La gente lo miraba sin entender quién era, qué hacía y mucho menos qué poder tenía de conceder peticiones. No importaba, estaban desesperados y decidieron creer en él.

-Necesitamos muchas cosas, así ya no podemos seguir-dijo un hombre.

-Solo una-respondió el forastero.

-¡Tenemos hambre, frío, nuestras casas están destruidas!-suplicó una mujer.

-Solo una petición-repitió el forastero y continuó-Cada uno de ustedes deberá elegir qué desea que le sea concedido y yo lo concederé, podrá ser trabajo, salud, prosperidad, lo que quieran, pero sólo una petición. Mañana volveré y escucharé a todos y cada uno de ustedes, pero recuerden, solo concederé una petición.

No fueron muchos los que pudieron dormir esa noche. Tenían la posibilidad de pedir algo de todo lo que tanto necesitaban. Debían elegir bien qué pedir y no era fácil: necesitaban salud para los enfermos, trabajo para todos, hogares dignos, abrigo, comida, pero el hombre había sido claro: solo una petición.

Al día siguiente el forastero esperaba pacientemente a la gente que comenzó a amontonarse a su lado.

Un joven decidió organizar a todos para que, de a poco y en forma pacífica hicieran su petición.

Y así, uno a uno fueron escuchados los pedidos que, en la mayoría de los casos, se repetían con frecuencia: trabajo, comida, abrigo, salud, un hogar, buenas cosechas.

Cuando le tocó el turno al joven que había organizado a la gente, se arrodilló frente al forastero y dijo:

-Te pido un sueño, solo eso, un sueño, solo uno.

Todos se miraban sin entender. Creían haber escuchado mal, tenían que haber escuchado mal ¡Con todas las necesidades que tenían y ese joven pedía un sueño! ¿Habría enloquecido? Sin dudas no estaba en sus cabales-decían-solo un loco podía pedir un sueño en medio de semejante desgracia. Comenzaron a agredirlo, a gritarle que era egoísta, que estaba desquiciado, pero al joven no le importó. Al forastero tampoco, es más, fue el deseo que más ganas le dieron cumplir.

Todos seguían pidiendo cosas “concretas”, dejaron al joven solo como si él también hubiese sido víctima de la peste que azotaba a tantas otras personas.

Cuando todos hubieron pasado, el forastero dijo que debía irse, que su misión ya estaba cumplida y que cada uno tendría aquello que había pedido. Desapareció como llegó, sin que nada quedase muy claro y con la gran duda de que ese hombre hubiese sido real.

Al día siguiente muchos se recuperaron de sus dolencias, dejó de llover, florecieron algunos cultivos, se encontraron maderas secas con que arreglar hogares y si bien todos estaban agradecidos a ese hombre, en sus corazones aún habitaba la tristeza de lo perdido y el miedo a lo que vendría. Recuperaron la salud y el trabajo, los cultivos y las casas, pero sus almas no eran ya las mismas.

Solo una persona pudo salir fortalecida de esa experiencia y fue el joven que pidió un sueño, porque pudiendo soñar todo era posible. Con la capacidad de soñar intacta, podía imaginar realmente un futuro sin peste ni hambre, los fantasmas se alejaban, el sol siempre aparecía y una realidad mejor sin dudas era posible.

Fue recién allí que algunos, solo algunos, lo entendieron. Al joven tampoco le importó, su petición fue concedida, pudiendo soñar el pasado siempre quedaría atrás y el futuro sería algo digno de esperar sin miedo y con alegría.

Fin

Todos los derechos reservados por Liana Castello

Ilustración: ANNA BURINGHEL

Te pido un sueño es un cuento para pensar de la colección cuentos cortos de la escritora de cuentos infantiles Liana Castello sugerido para jóvenes y adultos.

 

 

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