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Sini y la fantástica segunda vuelta del reloj

Cuento infantil de aventuras sugerido para niños a partir de doce años.

Hace un año en nuestra época, hacia allá de las colinas de una ciudad muy poblada, existía un pequeño campo donde vivían pequeños grupos de personas, entre ellas la familia Mailé la cual estaba conformada por dos bellas hijas y una perfecta pareja de hombre y mujer que cuidaban a un animalito como si fuera de su familia.

Sini, la hija más pequeña acababa de aumentar de nivel escolar y justo en el descanso de clases; ella salió al patio de su casa a pasear junto con su mascota, la cual ese día estaba muy inquieta, tanto que se echó a correr y Sini fue detrás de él.

Al parecerle oír una voz que le decía que se apresurara porque llegarían tarde, ella disminuyó su velocidad y empezó a mirar a todas partes, lo que hizo que no viera un hoyo y cayera dentro de él. Después de abrir los ojos por el golpe, ella estaba entre la multitud la cual caminaba hacia atrás y se comportaba de manera extraña; como por ejemplo un hombre que al contestar el teléfono saludaba diciendo «adiós» y no «hola».

Ya con mucho terror, Sini llegó a ver a lo lejos a su mascota y fue por ella empujando todo lo que estuviese a su paso cuando de pronto, escuchó la misma voz que la apresuraba y la distrajo, ocasionando que todas las personas la arrastraran con sus pasos hasta una oficina, la oficina de su nueva escuela donde todos sus planes estaban al revés, no se encontró con sus amigos, no destacaba como estudiante pero lo relevante es que su horario de estudio era en la tarde y no en la mañana como ella quería. Sin poder creer esa pesadilla, lloró y lloró repitiendo siempre

-No, no ¿Por qué a mí? Todo iba perfecto ¡Mis planes, mis tiempos! Nada ahora será posible.

Cuando de pronto un hombre que pertenecía al personal de la escuela, el cual era seguro, usaba un atuendo vaquero y daba muchas ordenes dijo

–Niña no llores, caray, nos inundarás a todos con tu sal líquida proveniente de los ojos.-

-Pero señor, usted no entiende, algo debe de poder hacerse, yo no puedo estudiar en este horario, yo tengo planes y una vida que…

-Calla, calla aquí quien habla soy yo así que rápido ¡A clases! Sino tendrás tu primer castigo.

El hombre que emprendía de nuevo su camino regresó y le dijo

– ¿Te digo algo? El horario no es tan malo, es mejor que el de todos los que madrugan ¡Vamos, tu noche es larga aquí, muy larga! — Y soltó una carcajada y se fue.

Sini apenas secándose las lágrimas, entró a tomar sus clases, las cuales no le agradaban por el simple hecho de que en ellas el reloj estuviera marcando horas pasadas del medio día.

Así fueron pasando, primero tres horas, después cinco, hasta que por fin tocó el timbre y ella salió liberada de aquella tormenta, tratando de sacarse de la cabeza la idea de tener que volver mañana, cuando se encontró con un gran problema ¿Cómo volver a casa? Claro, no a su casa como tal, sino a la que le correspondía en aquel extraño mundo.

Volteó a todos lados sin tener una idea en mente, cuando de pronto pasó en frente de sus ojos una taza blanca gigante con patas que se movía por sí sola y sobre ella muchos niños que justamente serían llevados a sus hogares.

Al final, después de muchos intentos, logró subirse a una donde claramente se veían <>.
Sini aterrada, intentó acercarse a las niñas y entablar una conversación.

–Hola —

-Ay hola, ¿Cómo te llamas querida? –

-Me, me llamo Sini –

– ¿Sini? Ja, ja lindo nombre ¡Vamos, toma asiento!

Ellas no tenían muy buenas intenciones con Sini, su objetivo era dañarla.

-Querida ¿Te has dado cuenta?

– ¿De qué?

– ¡Ay no! ¡Qué horror! ¿Puedes vivir con esa altura?

-Mmm… si, así soy feliz –

-Por favor, no puedes pensar así, vamos toma estos zapatos y úsalos –

Sini se los puso y en efecto, creció pero su altura no era nada cómoda, ni para ella ni para nadie.

Ella fue con esa apariencia a la escuela y al terminar de nuevo el día y subir a la taza gigante le dijo a la chica

-Ten, por favor, no me gusta esta altura ¡La odio! —

-Ok, está bien, debo admitir que no son para ti, ahora intenta con este sombrero, con él reducirás tu tamaño.

Sini lo tomó y regresó a su casa alterna donde durmió y se preparó para un nuevo día, sin olvidar usar aquel sombrero.

Al oír los comentarios de burla de sus compañeros, cuando llegó a la taza monstruosa le reclamó a la chica, con lágrimas en los ojos.

– ¿Qué te pasa? Yo no te he hecho nada para que hagas que se burlen de mí –

Con un tono de voz burlón, aquella chica le dijo

– ¿Yo? Querida, tú me decidiste creer ¡Ja, ja! –

Sini corrió hacia otro lugar de la taza, lejos de todo lo ocurrido y secando sus lágrimas, cuando un chico de ojos negros resplandecientes, vestimenta colorida y un sombrero rojo y grande que resaltaba en su cabeza le dijo

-Hola, linda cosa que traes en la cabeza —– Seguido por la sonrisa más sincera que Sini hubiera visto.

-Por favor, déjame en paz, no te burles —

– ¿Burla? Nada de eso, en verdad es exquisito —

Sini al recordar lo raro que era ese mundo, tomó sentido de lo que ocurría, y se dijo a sí misma «Dos»

– ¿Adiós? Hey, ¿Qué tienes? —– Dijo el chico del sombrero loco.

– ¿He? ¿Qué? ¡No! ¡Dos! Perdón, perdón me desconcentré –

-Vaya, ya me di cuenta, mucho gusto, mi nombre es Jeón ¿Cómo te dicen a ti?–

-Jeón, tienes unos ojos muy lindos, jamás los había visto. Sini, Sini Mailé –

-Oh gracias, eres la primera en decirme algo de mis ojos. Todos me critican por mis sombreros gigantes, en verdad gracias por las palabras, Sini–

Sini se sintió diferente, olvidó las preocupaciones y sonrío sin sentido, ocurrió algo en ella, se enamoró a primera vista de Jeón, aquel chico de lindos ojos y extravagantes sombreros. Todas las noches rumbo a casa, ellos hablaban de mil y un cosas; eran el uno para el otro, o al menos para Sini porque una vez, Jeón le habló de una chica, ella era increíble y dulce, muy bella para su gusto, su nombre era Leasy.

– ¿Leasy? —– La sonrisa de Sini cayó, convirtiéndose en una cara larga y desapareciendo toda felicidad.

-Sí, ella, es simplemente perfecta, si tan sólo…

– ¿Si tan sólo qué? – Preguntó Sini, interrumpiendo a Jeón.

-Pudiera darle una rosa, de aquellas rosas rojas de la escuela custodiadas por la jardinera y sus ayudantes, pero no, es un riesgo increíble, por cualquier desagrado, ella te manda a cortar la cabeza y sin esta ¿Dónde pondré mi sombrero?

Sini sin pensarlo, actuó por tal amor que sentía sin importar el riesgo que correría y que ella se vería afecta al regalar la rosa; y le ofreció ir por ella. Ahora, debemos de saber por quién Sini arriesgaría su vida y bueno, la respuesta fue sorprendente; el dedo de Jeón apuntaba a ella, no a Sini, sino a aquella grosera chica que la molestaba, al saber eso todo fue peor pero ya no se podía arrepentir, ya había hablado.

Y así fue, al día siguiente Sini fue por una rosa al jardín de la escuela, donde notó que estaban siendo pintadas por los ayudantes porque su color original era blanco. Fue un accidente pues cortaron las rosas rojas y por la reacción de la jardinera fue la solución más lógica que pudieron encontrar. Ella tomó una rosa pintada y corrió por su vida, entonces fue capturada y llevada a la oficina de la escuela donde la juzgaron de cometer mil y un delitos sin darle oportunidad de argumentar nada. La jardinera muy enojada le dijo

-Pequeña muñeca mal educada, ¿Qué quieres decir antes de dar mi temida orden? —

Sini decida a que todo ya no tendría un remedio, empezó a recordar todos los momentos con Jeón, momentos de un trato hermoso y sin pensarlo, empezó a decir <>

-Ya niña grosera, basta—– dijo la jardinera —– ¡Córtenle la cabeza!

En eso, existió un silencioso espacio de tiempo y ella despertó, tirada en el patio de su casa mientras abrazaba a su mascota y escuchaba las palabras de su hermana que la fue a buscar, pues el reloj marcaba las seis en punto de la tarde; dándose cuenta que todo había sido tan sólo un sueño.

Acabó el descanso de clases y Sini entró a su nueva escuela, donde todo iba como ella quería y con una sonrisa volteó a ver a todos los estudiantes, donde encontró a uno que resaltaba de los demás; no por un sombrero, sino por sus ojos, sus ojos negros más brillantes que la oscura noche y ella pronunció en voz baja <<Jeón>> seguido del toque de la campana y no viendo a aquel chico durante todo el día, hasta llegar la hora de volver a casa, donde ella tomó una especie de extraña carroza que la llevaría a su hogar, donde justamente el chico que vio al inicio, iba subiendo. Este la miró, alagó una de sus prendas y tuvo el valor de charlar con ella. Sini vio el reloj y se dio cuenta de que era medio día, o mejor dicho, el inicio de la segunda vuelta del reloj.

Fin

Cuento infantil de aventuras sugerido para niños a partir de doce años.

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