Saltar al contenido

Ni el Paraíso es tranquilo. Cuentos cortos de autores peruanos.

Don Artemio Lara, un carpintero collicano que vivía en el extremo sur de dicho caserío, anexo del distrito azucarero de Pucala, jurisdicción de la provincia de Chiclayo, capital del departamento de Lambayeque. Cansado de trabajar arduamente en su taller e inclusive fines de semana ,don Artemio decidió, un domingo ir a pasear al parque de Collique.

Allí se encontró con Fortunato Cobeñas y Hugo Bances, viejos amigos suyos que por razones laborales no había visto durante mucho tiempo, a quienes les saludó dándoles un fuerte abrazo. Para conversar cómodamente, Fortunato y Hugo invitaron a Artemio a comer a la picantería “El Paraíso”, denominado así por poseer ambientes ecológicos y una moderna construcción, garantizando contar con seguridad dentro y fuera del local.

Dentro del mismo, los tres entrañables amigos, como los demás concurrentes a la picantería, fueron recibidos por Benito Paz, el DJ, quien les agradeció su preferencia por la acogida, expresándole la siguiente frase:

– ¡Bienvenidos al Paraíso, el mejor lugar que cura tu aburrimiento!

Estando reunidos en una misma mesa, fueron atendidos por la carismática Sofía Peña, la azafata de la picantería, quien se acercó a preguntarles:

-¿Qué van a pedir hoy?

-¡Lo mismo de siempre amiga! – Respondieron Fortunato y Hugo, quienes acudían constantemente a la picantería.

De inmediato, Sofía fue a la cocina y se les trajo una fuente de ceviche mixto, con una jarra de chicha fresca, que se les servio en su respectiva mesa. Mientras disfrutaban de ese delicioso y criollo banquete, los tres entrañables amigos recordaron viejos tiempos de su juventud.

Al ritmo de una variada musica, seleccionada por el DJ, que no solamente deleitó a los asistentes, sinó que les animó a salir a bailar y los tres entrañables amigos tampoco fueron ajenos a esa diversión, ya que también buscaron sus respectivas parejas, al igual que el resto de gente.

En plena fiesta, un sujeto de mal vivir saco a bailar a una simpática señorita y el enamorado de ésta, muy celoso agredió físicamente a su usurpador y este obviamente respondió con violencia, originándose una pelea entre ambos contrincantes.

Para defender a sus respectivos amigos, intervinieron el grupo de cada uno de ellos y estos lejos de contribuir con la paz, más bien se agarraron todos a golpes, convirtiendo las instalaciones del Paraíso en un campo de batalla. Para evitar cualquier derramamiento de sangre, los agentes de seguridad de la picantería fueron a poner orden, pero ni la presencia de todos ellos, fue suficiente para controlar la violencia en la picanteía, ya que fueron dominados por los revoltosos.

Ante ese insoportable caos, el DJ Benito Paz pidió refuerzos a la policía nacional, llamando a través de su telefono celular a la comisaría de Pucala, siendo recepcionada por el mismo jefe de dicha dependencia pública, el mayor PNP Pablo Julca, quien amablemente respondió:

-¡Alo, el mayor Pablo Julca para servirle!

Muy desesperado, Benito le contesta:

-Ante todo señor comisario reciba un cordial saludo de este humilde servidor, el motivo de mi llamada es para pedirle que envíe un patrullero para el caserío de Collique Alto, especificamente en la picantería “El Paraíso”, ya que en sus instalaciones se viene desatando, una campal batalla en estos momentos, es por eso que recurro a vuestra colaboración.

Al oír esa preocupante información, el oficial sin mas preámbulo alguno se comprometió con el solicitante, enviar lo mas pronto posible, no solamente uno, sino dos patrulleros, con tres subalternos en cada vehículo, a la juridicción requerida.

Al recibir las ordenes de su superior, los agentes policiales se dirigen hacia Collique Alto por el polvoriento e inasfaltado camino de siempre, en donde se cruzaban con grandes baches, el cual fue difícil llegar lo mas rápido posible a la zona de emergencia.

Mientras tanto, los agentes de seguridad de la picantería, pese a ser reducidos por los revoltosos, prevenían que el enfrentamiento no termine en tragedia. Después de una larga hora de espera, llegaron los agentes policiales a la picantería, quienes de inmediato ingresaron a su interior y con disparos al aire, uno de ellos dijo:

-¡Basta ya!

De esa manera, recién se puso orden en la picantería, capturando a los responsables del caos y conduciéndolos a la comisaría de Pucala para las investigaciones del caso.

Después de haber sido testigo presencial de ese bochornoso incidente, al margen de no ocasionar consecuencias mayores, Artemio les dijo a Fortunato y Hugo:

-Ni El Paraíso es tranquilo.

De inmediato se despidió de cada uno de ellos y abandono rápidamente la picantería, con dirección a su domicilio, aprendiendo así la lección de nunca mas volver a esos lugares, donde supuestamente ofrecen a sus clientes seguridad y confianza.

4/5 - (1 voto)

Por favor, ¡Comparte!



Por favor, deja algunos comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recibe nuevo contenido en tu E-mail

Ingrese su dirección de correo electrónico para recibir nuestro nuevo contenido en su casilla de e-mail.



Descubre más desde EnCuentos

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo