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La taza de porcelana es un cuento de la colección «Cuentos cortos» de nuestra escritora de cuentos infantiles Liana Castello sugerido para jóvenes y adultos.

El joven caminaba y de pronto la vio. Ella estaba ahí, reluciente, pintada, fina, hermosa.

Entró al comercio y compró esa bella taza de porcelana que sabía, sería su taza.

El joven tenía varias en su hogar, pero ninguna se igualaba. Era –sin dudas- la elegida.

Al principio la cuidaba como lo que era, algo frágil, hermoso y digno de ser cuidado, él la amaba, de eso no había dudas.

Sin embargo, con el tiempo, la empezó a descuidar y no porque la amase menos, sino porque –en cierto modo- se había acostumbrado a su diaria presencia, sabía que allí estaría para él al día siguiente y al otro y al otro.

Ya no la tomaba con cuidado, la olvidaba en cualquier lado de la casa y no la lavaba bien. Cierto día, en uno de sus habituales descuidos, golpeó la taza contra la mesada y en la fina y delicada porcelana, se abrió una delgada grieta.

La tomó con miedo a que se hubiese partido al medio, miedo a que ya no tuviese remedio alguno, pero al ver que la grieta era pequeña se alivió.

Esa noche, comentó con sus amigos lo que había ocurrido y muchos fueron los comentarios que escuchó:

-Cuando una taza se quiebra ya no tiene remedio, algo siempre se filtrará, debes dejarla y comprar una nueva-dijo uno.

-¡En absoluto!-gritó otro-debes cuidarla más que nunca si la amas ¿no puedes repararla?-preguntó.

-No será la misma, yo sé lo que les digo-dijo otro.

-Con tantas tazas que hay por ahí y tu haciéndote tanto problema…-agregó el último.

-Pero es mi taza, la que yo elegí, mi preferida, no quiero desprenderme de ella.

-No será la misma taza, verás-sentenció uno de sus amigos.

-Verás que si tratas de repararla, si la cuidas, podrás seguir bebiendo de ella. Ahora quizás aprendas a cuidarla mejor porque ya sabes, que nadie tiene nada seguro, ni una taza, ni ninguna otra cosa en la vida-dijo otro.

Como el joven amaba realmente a su taza, se prometió darse y darle una nueva oportunidad.

Cierto era que la rajadura no desaparecería, pero no menos cierto era que no por eso debía desecharla.

Supo que se había equivocado al descuidarla, que más allá del tiempo y la costumbre, seguía siendo bella y por sobre todo seguía amándola y se prometió no lastimarla más.

Colocada boca abajo, luego de un lavado cuidadoso, podía leerse en la base de la misma, como si fuese su nombre o su marca la palabra “vínculo”.

Fin

Todos los derechos reservados por Liana Castello.

La taza de porcelana es un cuento de la colección cuentos cortos de nuestra escritora de cuentos infantiles Liana Castello sugerido para jóvenes y adultos.

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